'Anexos' por adicción operan en Puebla sin regulación ni atención del Estado

Edición Fin de Semana

Desde la minoría de edad, jóvenes se han visto orillados a acudir a presuntos centros de rehabilitación donde los correctivos se basan en acciones violentas y atentan contra su integridad.

La sociedad civil ha creado redes de apoyo y acompañamiento para superar la crisis. (Andrés Lobato)
, Miriam Pomposo y Missael Mora
Puebla /

Sergio, Estefanía y Franco tienen una historia en común: el consumo de alcohol y drogas desde su adolescencia. Por contextos de violencia, abandono o pobreza, su adicción inició a los 13 años, situación que los hizo perder todo, poner en riesgo su vida y la de sus seres queridos.

Sergio fue consumidor de heroína y cristal por 10 años, llegó a pesar 35 kilos y su hija nació con mala salud por su consumo de drogas. El escenario de Estefanía fue aún más difícil, pues su alcoholismo inició a los 13 años y en algún momento llegó a pensar en el suicidio.

“Cuando empiezo a consumir cocaína siento un gran placer, sentía que era lo máximo, solo que poco a poco se fue convirtiendo en un infierno”, afirma Franco, quien fue adicto a la cocaína y el alcohol por más de una década.
Puebla encabeza la lista nacional en consumo de alcohol entre jóvenes de 15 a 17 años. (Andrés Lobato)

Anexos, sin regulación y con violencia como “correctivo”

Durante 1980, en México se popularizaron los Anexos o Grupos de Alcohólicos Anónimos, también conocidos como AA, ya que el Estado no abordaba como una prioridad el consumo adictivo de sustancias como drogas o alcohol. Actualmente, en el presupuesto de salud solo el 2 por ciento se destina a atender la salud mental, 8 por ciento menos de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En Puebla, a lo largo de 2021 lamentablemente tres personas perdieron la vida al interior de “anexos” por diferentes situaciones y contextos que se viven dentro; el último caso fue el pasado 6 de abril en el anexo La Piedad, ubicado en la colonia Lomas de San Miguel, en la capital poblana.

Las primeras investigaciones indican que Alan Jafer, de 21 años de edad, estuvo amarrado, presentaba huellas de golpes en diversas partes del cuerpo y murió a consecuencia de un severo traumatismo craneoencefálico. A decir de los familiares, Alan habría ingresado 15 días antes de manera voluntaria por su adicción a las drogas.

La Comisión Nacional Contra las Adicciones (Conadic) reconoce 281 centros de rehabilitación o anexos en México, número que equivale solo al 7 por ciento de los existentes en el país. Sin embargo, el problema es la operación de estos espacios, se estima que el 93 por ciento son clandestinos, trabajan por internamiento forzado con métodos de violencia y sin una regulación oficial.

Gilberto, quien ha pasado por varios anexos y grupos de rehabilitación para atender su problema de alcoholismo, asegura que algunos anexos trabajan a “base de golpes”, y los llamados “líderes” se hicieron ahí mismo actúan con violencia porque les tocó la “terapia antigua”.

“El Grupo Manantiales era como caer a la cárcel, tener muchos castigos y mucha violencia, había golpes”, reveló a este medio.
El Centro Integral de Prevención y Participación Ciudadana fue inaugurado en 2013 en Agua Santa. (Andrés Lobato)

Niños y adolescentes, los más vulnerables a las drogas

Los adolescentes son el grupo más vulnerable para caer en las drogas. Actualmente, el 50 por ciento de un total de 6 millones 583 mil 278 poblanos son menores de 28 años, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

En un estudio publicado por el Centro de Integración Juvenil en 2019 se revela que en Puebla, menores de 10 a 14 años son los principales consumidores de drogas con el 44.1 por ciento, seguido del grupo de edad entre los 15 y 19 con el 40.3 por ciento; el tercer lugar lo ocupan los de 20 a 24 años con el 6.5 por ciento y por último los de 25 a 29 con el 3.2 por ciento.

La droga que más se consume en Puebla es la marihuana con un 83.3 por ciento, seguida de metanfetaminas con 44.1 por ciento y cocaína con 34.9 por ciento. En 2019, 82 mil 26 jóvenes consumían alguna de estas sustancias, revela el estudio de los Centros de Integración Juvenil.

María Teresa Ramírez vive y trabaja en la Unidad Habitacional Agua Santa, ubicada al sur de la ciudad , una zona considerada por las autoridades como foco rojo por su alta incidencia delictiva, así como consumo de drogas y alcohol.

A sus 19 años, asegura que los jóvenes cada día se inclinan más por el consumo de sustancias prohibidas “se les hace más fácil que inclinarse a un deporte, alguna actividad fuera de. Sí está más a la mano día con día, los chavos entran así de ‘me veo más cool haciendo esto’ cuando en realidad te destruye”, señaló María Teresa Ramírez.

Aunado a ello, Puebla encabeza la lista nacional en consumo de alcohol entre jóvenes de 15 a 17 años. Las principales razones son contexto de violencia, pobreza y falta de protección y cuidado dentro el seno familiar.

El Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia del estado de Puebla (CCSJP) asegura que en la entidad, pero sobre todo en la capital, poco se visibiliza a la juventud y es ahí donde más se vulneran sus derechos.

Hazael Juárez Huetle, director de Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia del organismo, afirma que solo se piensa en las medidas preventivas o de sanción para las personas adultas y poco en atender a la población juvenil, niños y niñas. Esto deriva en crear de manera improvisada un anexo para atender el problema de las drogas o el alcohol sin un estudio o presupuesto público.

281 centros de rehabilitación han sido reconocidos por la Conadic. (Andrés Lobato)

Centros de apoyo desde la sociedad

Los Centros de Rehabilitación o Grupos de Alcohólicos Anónimos, que por lo general operan bajo la coordinación de la sociedad civil con cuotas de recuperación, trabajan bajo un esquema de espiritualidad. De acuerdo con Juan “N”, quien consumió drogas y alcohol por muchos años, gracias a estos centros suma más de 20 sin consumir alguna sustancia prohibida en su cuerpo y cuatro como responsable de un grupo con el mote de “Padrino”.

“Un padrino tiene que tener corazón y la tolerancia de escuchar a una persona enferma. Tenemos que estar al frente del grupo y, ante todo, al cuidado de mis compañeros”, afirma dice Juan “N”.

Central Mexicana AA es un centro de rehabilitación donde se encuentran hombres y mujeres que comparten experiencias, vivencias y realidades, realizan reuniones que van acompañadas de 12 pasos y estos 12 pasos “van acompañados de Dios”. El único requisito para ser miembro es el deseo de dejar la bebida; el objetivo de sus integrantes es mantenerse sobrios. 

 “Yo había ya caído en las garras del alcohol a un nivel teporocho, tuve que tocar fondo, parte de nuestros pasos de recuperación es hablar de ese fondo que debe tener el alcohólico para reconocerse como un enfermo”, afirma Gilberto “N”, quien se rehabilitó en el grupo Central Mexicana AA.

Por su parte, Julio “N”, integrante de Central Mexicana AA, cuenta que la manera de trabajar en estos espacios es realizar reuniones de dos horas todos los días, “ninguno va a la fuerza, la voluntad y la aceptación del problema es el primer paso para rehabilitarse”.

93% anexos en el territorio nacional trabajan de forma clandestina. (Andrés Lobato)

Drogadicción y alcoholismo una pandemia sin vacuna

En 2013 en la Unidad Habitacional de Agua Santa se inauguró el Centro Integral de Prevención y Participación Ciudadana, el primero de cinco que existen en la capital poblana. Su construcción y operación fue una inversión tripartita entre autoridades federales, estatales y municipales. Cada parte entregó entre 10 y 13 millones de pesos.

El objetivo principal de estos centros era bajar la incidencia delictiva y alejar a los niños y jóvenes del alcohol y las drogas. A ocho años de distancia no hay información u estadísticas que demuestren la efectividad de los mismos. Además, ante la pandemia los sitios permanecen cerrados y en el olvido, “tal parece que todo se trató de una obra faraónica que de nada sirvió”, de acuerdo con los habitantes de la zona.

Al respecto, José Luis Gómez, residente desde hace cinco décadas en Agua Santa, afirma que los problemas de drogadicción y alcoholismo “son muy difíciles de erradicar, pero las autoridades deberían de poner un poquito de esfuerzo para dar soluciones a la juventud, mientras que la sociedad debe poner el granito de arena que le toca. Si queremos acabar con algún vicio, se debe atacar desde el seno familiar, un buen ejemplo de los padres para el reflejo de los hijos”, señaló.

No obstante, para el Ccsjp, los Centros Integrales cumplieron con su objetivo: reducir los índices de delincuencia y alejar a los jóvenes de las drogas y el alcohol, sin embargo, falta darle continuidad y aprovechar la infraestructura, elaborar estudios más completos con bases científicas que presenten una radiografía exacta de la pandemia de las adiciones que imperan en determinadas zonas.

mpl

  • David Alvídrez

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