Al sur del Centro Histórico de Puebla capital se localiza El Carmen, uno de los barrios que nació a la par de la fundación de la ciudad. En él sobresale el Templo de Nuestra Señora del Carmen, que surgió a partir de la ermita que se construyó en 1547, entonces dedicada a la Virgen de los Remedios.
La historia indica que la ermita fue patrocinada por el regidor Hernando de Villanueva, luego de que éste sufriera una cornada en la rústica plaza de toros que se localizaba a un costado de lo que es actualmente el Jardín del Carmen.
Tras la lesión y ante el temor de perder la vida, se encomendó a la Virgen de los Remedios. Al sanar, el regidor decidió patrocinar la edificación del citado santuario, el cual con el tiempo dio origen al templo y convento de la orden de los Carmelitas Descalzas, pero este último ya ha desaparecido.
De esta manera, cada 16 de julio el barrio se viste de gala para celebrar a la Virgen del Carmen, una de las fiestas más importantes de toda la ciudad. Este templo cuenta con una fachada barroca, mezcla de piedra de cantera, petatillo y talavera.
Cabe resaltar que el citado edificio religioso se localiza en la esquina de la 17 Oriente y la avenida 16 de Septiembre, que hasta mediados del siglo XIX era el límite de la urbe. Entonces esa calle era conocida como el Camino de los Arbolitos y servía para delimitar la zona de españoles y criollos de la de indígenas o naturales y mestizos.
“La iglesia está hermosa, la Virgen siempre nos recibe con los brazos abiertos y desde cualquier rincón podemos decirle cuánto la queremos (…) lo que más conmueve es el amor a la Virgen”, señaló Raquel Rodríguez Pavón.
Además, para Mercedes Rodríguez Almazán, vivir cerca de la imagen religiosa es una bendición: “Ya que es la que siempre nos protege. Es una imagen que une al barrio porque somos muy creyentes de nuestra santa madre”.
Rodríguez Pavón apuntó que aunque el barrio (delimitado al norte por la avenida 15 Oriente-Poniente, al sur por la 25 Oriente-Poniente, al oriente por el Bulevar 5 de Mayo y al poniente por la calle 3 Sur), aún conserva su arquitectura, pero sí hay cambios drásticos al pasar de familiar a comercial.
“Ahora están los nietos o bisnietos, quienes recuerdan. Queda esa añoranza, ‘mi abuelita me traía, mis papás me traían y vengo a ver a mi madre de carrerita’, porque ya no viven acá, pero no puedo irme sin decirle que la quiero”, comentó.
Asimismo, Mercedes Rodríguez señaló que al estar gran parte de su vida en esta zona le ha permitido conservar intactas sus tradiciones, entre ellas, el saludar día con día a sus vecinos: “Ya nos conocemos”.
Además, perdura el honrar y celebrar a su patrona año con año: “Ya viene la fiesta. El 16 de julio es la festividad de nuestra santa madre. Las Mañanitas son el 16 a las 6 de la mañana, aquí en la iglesia”, dijo. Mercedes presumió que en gran parte de su vida ha participado en estos festejos, “pero ahora por la pandemia, tratamos de cuidarnos lo mejor que podemos”.
Existen referencias que desde los tiempos de Porfirio Díaz ya se celebraba la fiesta en honor a la Virgen del Carmen con una verbena popular, para lo cual se cerraban las calles alrededor del jardín y el templo para albergar a la gran cantidad de visitantes, vendedores, paseantes y curiosos que llegan a la fiesta; esta actividad que se mantiene hasta nuestros días.
“Se privilegió la actividad comercial”
María del Rocío Zúñiga Herrera, quien suma 47 años de vida en El Carmen, evocó que en su infancia esta era una zona muy tranquila: “Podíamos salir a jugar al jardín, caminar tranquilamente sin ningún temor. Todo tranquilo. Podía usted andar a las dos, tres de la mañana, que no había ningún problema”.
Con añoranza, detalló que en la actual Plaza Centenario Jardín del Carmen jugaba “a policías y ladrones, al avioncito, escondidillas, íbamos a echar reta al jardín”, sin embargo, por la delincuencia el barrió cambió de forma drástica: “Ahora se cierra todo. Antes estaba el zaguán de par en par. Eran dos o tres de la mañana y podía usted entrar o salir, no había ningún problema”.
Para ella, también el entorno registró modificaciones, pero la principal fue la transformación del parque: “No era así, antes eran los maceteros de piedra, los árboles siguen siendo los mismos, pero les cambiaron las ‘maceteras’. Antes tenían herrería con arquitos y las bancas eran antiguas”.
María del Rocío reiteró que la vida en El Carmen cambió, pues de ser una zona tranquila y totalmente familiar se convirtió en un sitio donde se privilegia la parte comercial, lo que trajo como consecuencia el encarecimiento de las viviendas.
Apuntó que en un principio las casas eran ocupadas para vivir, pero poco a poco llegaron algunos establecimientos, como pequeñas tiendas de productos cotidianos, así como ferreterías, cafeterías, paleterías e imprentas, lo que modificó la actividad en la zona: “Aunque las fachadas siguen siendo las mismas, algunas ahora son comercios (…) ahora hay muchos cambios de vecinos”, anotó.
María del Rocío añadió que ese cambio también se debe a que algunos de los moradores han fallecido, ejemplo de ellos son sus padres, quienes por casi 80 años habitaron uno de los departamentos de la avenida 17 Poniente 105.
“Mis papás vivieron aquí más de 80 años. Aquí nací y aquí voy a morir, de aquí nadie me va a mover. De hecho, mis padres vivían en la entrada y ellos llegaron a Puebla, porque ellos son originarios de Oaxaca, de Huajuapan de León”, mencionó.
Agregó que sus padres le comentaban que cuando llegaron a radicar a Puebla, “llegaba usted al mercadito y hasta ahí llegaba Puebla. Para ir a San Baltazar Campeche era lejos”.
De igual forma, le contaron que alcanzaron a conocer un poco de los panteones que se localizaban en los alrededores del Templo de Nuestra Señora del Carmen: “Ellos me decían que El Carmen era panteón y el jardín era el mercadito. Iban a los bailes a Agua Azul, se podía ir y venir caminando hasta Agua Azul sin ningún problema”.
Durante el siglo XIX este emblemático sitio alojó el panteón de Santa María del Carmelo, uno de los más importantes y con mayor extensión de la capital. Fue construido alrededor de 1844 por la orden de Los Carmelitas a un lado del atrio conventual y de las huertas de la iglesia.
Además, ocupaba las cuadras que van desde la 16 de Septiembre y la 17 Poniente para abarcar hasta poco más de la 19 Poniente. Cabe señalar que existe una privada entre la 16 de Septiembre y la 3 Sur, sobre la 19 Poniente, que conformaría el límite occidental del cementerio.
Asimismo, entre la 16 de Septiembre y la 4 Sur, sobre la 17 Poniente, se encuentra un callejón al cual antaño le llamaban del Ave María, ya que era empleado por los vecinos para evitar transitar por el panteón. A pesar de que había aguas negras y mucha pestilencia, era el paso para evitar el cementerio.
Por la determinación del ayuntamiento de clausurar todos los cementerios del interior de la ciudad, el panteón de Santa María del Carmelo dejó de operar en 1880. Su demolición se registró entre 1891-1914.Entre sus tumbas se encontraba la del industrial veracruzano Esteban de Antuñano, quien falleció el 7 de marzo de 1847 y cuyo sepulcro se perdió luego de la clausura de este cementerio.
Para María del Rocío Zúñiga, además del templo y el jardín, otro sitio emblemático de su barrio es, sin duda, “el mercadito del Carmen”.
La orden de las Carmelitas Descalzas, la cuarta en llegar a la ciudad de Puebla, en la huerta de las Peras, localizada en lo que ahora es el respaldo del templo, en la 19 Oriente-Poniente, sembraban flores, cebada y alfalfa, lo que le daba una fuente de ingresos muy importante.
De igual forma, en ese sitio iniciaba lo que era el antiguo Camino Real a Atlixco, el primero que fue empedrado en la parte sur de la ciudad de Puebla y fue idea de la citada orden.
La ruta comprendía a partir del citado Camino de los Arbolitos. Iba de lo que actualmente es la 21 Poniente, donde hacía una diagonal para enlazar en lo que ahora es la 7 Sur, y bifurcaba para dirigirse hacia el suroeste al municipio de Atlixco y hacia el poniente a Ciudad de México.
AFM