A su corta edad de 29 años, Luis Fernando Rodríguez García ha compartido una parte de su corazón, amor y alma en diferentes partes del mundo y en el país con su creatividad e imaginación, pues realiza juguetes artesanales de madera, por lo que durante 12 años ha trabajado para que estos no mueran ante la tecnología.
“Todos los juguetes que elaboro son mis favoritos, cada uno de ellos tienen parte de mí, un plus, porque yo empeño tiempo, amor a todo lo que hago y todas las piezas que conforman un juguete tienen una parte de mí”, expresó el artesano.
Originario de Oyameles, comunidad perteneciente al Pueblo Mágico de Tlatlauquitepec, Luis Fernando destacó que durante 12 años aprendió y detectó la importancia que tiene el artesano para rescatar lo que se pierde en el país, que es el juguete tradicional mexicano.
Ante esto, resaltó que después de seis años de tocar puertas para que sus artesanías sean valoradas, su trabajo comenzó a ser reconocido, pues sus juguetes artesanales de madera han llegado a países como Japón.
“La artesanía tiene un gran poder donde he llegado a estar con otras personas de otros países, pues el artesano fabrica de acuerdo con su creatividad y es lo que me ha identificado y he sacado lo que llevo adentro”, expresó el entrevistado.
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Compartió que el amor al oficio es heredado por parte de su padre, Braulio Lorenzo Rodríguez, ebanista carpintero con más de 50 años de trayectoria. De esta forma, aprendió la base en el sitio y con la herramienta indicada para realizar su trabajo.
En este contexto, relató que desde niño aprendió el oficio de carpintero, pues ayudaba a su papá a trabajar y fue cuando se despertó su creatividad para elaborar juguetes artesanales.
Sin embargo, indicó al ser menor de edad, el crear estos artículos lo vio como un juego y no una oportunidad de sobresalir para que sus artesanías llegaran a nivel mundial y fueran reconocidas en museos.
Ante esto, precisó que desde hace 12 años se enfocó a la comercialización de sus creaciones, por lo cual comenzó a nivel local con sus vecinos, después estatal, nacional y actualmente, a nivel internacional.
El artesano resaltó que en el camino recorrido conoció a personas que lo recomendaron en cuanto al tema de las ventas con exposiciones masivas, al ser el lugar donde más se valora el trabajo tanto económico como profesional, pero también sus obras están exhibidas en los museos y actualmente en línea.
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Por ello, señaló que no comercializa en plazas, tianguis y locales, porque este mercado se ha convertido en competencia, pues no se valora el trabajo, toda vez que se compite como es la fayuca proveniente de China.
El balero, trompo, yoyo, luchador, carritos de redilas, camiones de volteo, máquinas de construcción, comedores, camas, carriolas, salitas, son los de mayor demanda con un costo de 10 a dos mil pesos de acuerdo al diseño, subrayó.
“Los juguetes para niña como camitas, salas son los más vendidos y de niños los aviones y camiones de redilas”, dijo.
Luis Fernando recordó que gracias al regalo de su papá que fue un camión de redilas, comenzó su inquietud por fabricar las artesanías: “inicié con el camión de redilas, pues mi papá me regaló un juguete cuando yo tenía siete años. En esa época le habían solicitado un pedido de juguetes, pero no le tomó importancia pues su trabajo son los muebles de mayor dimensión. Ante esto empecé a recolectar las piezas que le sobraban de los muebles, por lo que les fui dando forma para plasmarlas mis diseños”, puntualizó.
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La imaginación hace que mis artesanías lleguen al otro lado del mundo
El entrevistado indicó que aprovecha toda la naturaleza para expresar su imaginación en cada pieza de madera y que brinda lo que solicita el cliente, pues es una logística el procedimiento.
“Si mis juguetes hablaran, nos dirían que están en Argentina, Chile, Canadá, España, Japón y Corea. Hace tiempo una persona me visitó en una exposición y me dijo que mi pieza se iba a Dubái, por lo que es un orgullo, que lugares que yo no conozca y no llegue esta parte de mi a través de mis juguetes”.
Elaboración
Luis Fernando agregó que se trata de un proceso donde primero elige la madera para realizar el producto, pero la pieza ya está plasmada antes en su imaginación, para después seleccionar la mejor madera.
El siguiente paso es limpiar la madera, cortar y trazar la figura para después hacer los ensambles de las piezas y dar forma; luego se aplica el color y barniz y el último paso es el empaquetado para exhibición.
Rodríguez García puntualizó que elabora millares de juguetes durante cuatro meses, pues comienza desde mayo a trabajar y que estos se comercialicen en esta temporada de Reyes.
De igual forma, comentó que la contingencia sanitaria afectó sus ventas hasta un 50 por ciento, pero hizo de la tecnología su aliada para salir adelante, lo que le ha representado llegar a todos lados del mundo.
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