La declaración del Centro Histórico de Puebla como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida abreviadamente como Unesco (Unesco) del 11 de diciembre de 1987 es un llamado para implementar acciones en la actualidad con el objetivo de una mejora uniforme, tanto de servicios como de la imagen urbana de toda la zona declarada monumental.
De acuerdo con el análisis “Centro Histórico de la ciudad de Puebla, Patrimonio Cultural Mundial de la Humanidad”, realizado por José Antonio Terán Bonilla, quien es arquitecto por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) e investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), el Centro Histórico de la capital poblana requiere atender los sectores ubicados al norte de la ciudad, lo que contribuiría a expandir el turismo en beneficio de usuarios y habitantes de todo este patrimonio, propiciando la concientización e identificación de los ciudadanos con su patrimonio cultural arquitectónico y urbano.
En el estudio, el investigador resalta que, conociendo el pasado, se puede hacer conciencia en los usuarios y habitantes sobre la importancia del patrimonio cultural del centro histórico de Puebla, la conservación y protección adecuada.
Entre las acciones que se realizan en Puebla, añade el análisis, se encuentran la reutilización y rehabilitación de edificios históricos para destinarlos a museos, galerías de arte, restaurantes, cafeterías, hoteles, boutiques, librerías, sedes universitarias con sus dependencias, tiendas o comercios para la venta de souvenirs, artesanías o alimentos, oficinas gubernamentales y de información turística, así como viviendas.
La declaratoria beneficia al turismo cultural, favorece el apoyo financiero para su conservación y responsabiliza a las autoridades competentes a efectuar labores en pro de su preservación, restauración y mantenimiento.
“Esto implica la no alteración del trazado urbano, la prohibición de destrucción de edificaciones históricas, el rehabilitarlas de manera respetuosa sin modificar su espacio arquitectónico original, el uso adecuado del mismo, no solo con miras al turismo, sino a una mejora en la calidad de vida de todos los sectores sociales que lo usan y viven”, detalla el análisis.
La investigación resalta que el Centro Histórico de Puebla no solo puede ser considerado para fines turísticos, ya que existen, de manera adicional, diferentes alternativas para la correcta reutilización y rehabilitación de los edificios históricos y la integración de nueva arquitectura.
“Solo conservando nuestro pasado como testimonio y lección histórica podemos entender nuestro presente, planear nuestro futuro y conservar esa honrosa designación otorgada por la Unesco al centro histórico de Puebla como Patrimonio Cultural Mundial de la Humanidad”, destaca el estudio.
AFM