Todos los 25 de julio, el tranquilo jardín del Barrio de Santiago y las calles que lo circundan se transforman en una fiesta popular que atrae a una gran cantidad de personas, en especial, jubilados y adultos mayores.
Ellos habitaron en el suburbio en décadas pasadas y se reencuentran para participar en la fiesta patronal del templo de Santiago Apóstol. Este edificio católico es, desde la fundación del sitio, el eje de su actividad.
“Ya mero viene (la fiesta). Antes se llenaban las calles de juegos, de la 15 (Sur), todo para allá, la 17 (Poniente) y todo se llenaba, pero ahora ya no, ya no dan permiso, solo uno que otro jueguito. Lo que sí se llena es de puestos. Pero sí, sí siguen festejando, al inicio de la pandemia no, se suspendieron los festejos”, señaló Pedro Vázquez Álvarez.
El habitante de este barrio de la ciudad de Puebla, pero originario de San Martín Texmelucan, narró que llegó a la angelópolis a los cinco meses de edad y ya suma 75 años de residencia en la zona de Santiago, la cual surgió a la par de la traza original de la capital.
“Las fiestas patronales son símbolos de todos los barrios. Por ejemplo, el de Santiaguito siempre es importante y se celebraban en la calle de la 15 Sur cerrándola junto con la 19, porque ponían los juegos mecánicos y eran de mucha alegría”, ilustró Rubén Moreno Medina, quien ha vivido sus 63 años de edad en el mismo sitio.
“La iglesia de Santiago fue famosa por su párroco al que le decían 'El Chanclas de Oro'. Era un cura imponente, muy enojón. A todo el mundo regañaba en las misas y en las procesiones, porque en Semana Santa salían de aquí, del templo, para el cerro de San Juan”, destacó.
Añadió que el citado padre “tenía una presencia y todo el mundo lo respetaba (...) él mantuvo la vida religiosa en el barrio por muchos años hasta que falleció”. Recordó con gracia que también había otro cura español que “se dormía cuando nos confesaba y no se le entendía cuando hablaba”.
Reiteró que los días de fiesta del santo Santiago Apóstol eran muy alegres y festivos: había juegos mecánicos, futbol, luchas y muchos puestos: “En diciembre organizaba las posadas el dueño de la tlapalería El Polvo de Oro y todos íbamos por los aguinaldos con don Neri, un señor fortachón, grande. Vestía overol de esos de ferrocarrilero y era de las pocas tlapalerías que había en el barrio”, señaló Rubén Moreno.
El barrio de Santiago antes fue llamado “barrio de Santiago de los cholultecas”, ya que fue necesario poblarlo con gente de dicha región para su construcción. En 1550, la ciudad de Puebla otorgó cuatro terrenos para iniciar con la edificación de un templo bajo la supervisión de los padres agustinos, y fueron justamente los cholultecas quienes lo realizaron.
Durante su construcción, contaba con un gran atrio y cementerio que custodiaban la entrada al templo. Para 1917 fue modificado, el cementerio fue retirado, por lo que el arco atrial se quedó y ahora se le conoce como el Jardín Manuel Meneyro.
De acuerdo con Pedro Vázquez, el barrio “ha cambiado muchísimo, por ejemplo, el jardín no estaba así. Había más prados, entradas, ahí había una pista para patinar de mosaicos. Ha cambiado muchísimo”.
Mientras, Rubén Moreno Medina también expresó que en la 15 Poniente y 19 Sur estuvo la fábrica del Triunfo, donde aún sigue su cascarón: “Acá en el barrio había dos grandes fábricas textileras que tuvieron su presencia, su historia y además porque mucha gente también la habitó. Llegaron para trabajar acá y alquilaron las casas (...) había mucha movilidad de bicicletas porque venían los obreros en sus bicicletas”, expresó.
Asimismo, don Rubén recordó otros lugares especiales del barrio: “Hubo una cantina muy conocida llamada Los Tres Caballeros (...) Sobre la 21 Sur y la 19 Poniente también funcionó una pulquería que siempre se llenaba de compas albañiles”.
Cabe señalar que en la plaza de este barrio se encuentra un arco que en el siglo XVII era la entrada del lado suroeste de la ciudad de Puebla. El mayordomo de las Ánimas era don Miguel de la Cruz Munguía, quien empezó esta obra en el año de 1688 y se acabó en 1689.
Pasión por la tauromaquia y el deporte
En otro punto, don Rubén recordó que en la calle 9 Poniente, entre 17 y 19 Sur, estuvo una monumental plaza de toros. Se trató del Toreo de Puebla, el primer escenario taurino construido con concreto en el país y que fue inaugurado el domingo 29 de noviembre de 1936 con un mano a mano entre los matadores Alberto Balderas y Jesús Solórzano. El 30 de enero de 1974 con un festival taurino donde participaron Carlos Arruza, Manuel Capetillo, Joselito Huerta, Calesero, El Voluntario y Chucho Arroyo, cerró sus actividades.
“Era increíble entrar a ver la plaza, estaba muy grande y cuando había corridas de toros nos colábamos (...) en días previos a la corrida, don Gonzalito (el encargado) nos daba chance de entrar a ver a los toros desde unas mirillas. Otras veces nos daba permiso de jugar en la plaza”, comentó.
Acotó que cuando había toros, las calles se llenaban de carros y la vendimia le daba colorido al barrio, después la tiraron y ahí construyeron almacenes Blanco, donde actualmente funciona otra tienda de autoservicio.
Pedro Vázquez Álvarez también vivió la pasión de la tauromaquia, en especial, durante su infancia: “A veces nos íbamos a colar, varios compañeros nos metíamos entre la gente y ya íbamos a ver los toros”.
No obstante, también citó al extinto parque de béisbol Aquiles Serdán. “A un lado estaba el internado, que ahora es la escuela Hermanos Serdán. Allá íbamos a jugar, en una esquina estaba el campo de futbol y en la otra una pista de tierra roja, ahí íbamos a correr”. Otro detalle que señaló es la seguridad que prevalecía en el barrio: “No había problema de nada. Aquí siempre ha estado tranquilo”.
Don Rubén señaló que en la 25 Poniente y la 15 Sur estuvo el parque de béisbol de la CFE, el cual tenía unas gradas atrás de home. Los domingos el graderío lucía lleno y siempre había tres juegos.
“En lo que es el Parque de las Ninfas llegábamos y nos brincábamos la barda y entrabamos a jugar. En esa época eran canchas de tierra, sobre todo en las tardes, cuando ya llegábamos de la escuela, y los fines de semana, los sábados íbamos a jugar”, apuntó.
Sin embargo, Moreno Medina marcó que el paso del tiempo es implacable, muestra de ello es que la plaza de toros desapareció, las fábricas de textiles quebraron y muchos negocios desaparecieron.
Vocación educativa
Otro de los sitios que ya quedaron en el olvido fue el colegio de jesuitas, el Oriente, que se encontraba sobre la 13 Poniente y la 21 Sur: “Ocupaba toda la manzana, tenía un campo de futbol sobre la 23 Sur y la 13 Poniente, que era un campo más o menos bonito con pasto. Íbamos sobre todo los sábados. Había un padrecito ya de edad que nos dejaba entrar a jugar. Estábamos ahí y ya para las siete, seis de la tarde nos decía: 'ya para afuera' y te regalaba dulces”, evocó don Rubén.
Moreno Medina precisó que dicha área deportiva y escuela jesuita se localizaba en lo que actualmente es la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep): “También estuvo por ahí el Alpha dos”.
Pedro Vázquez expresó que con la instalación de la Upaep, la zona cambió bastante ya que surgieron muchos comercios, “y antes no se veía mucho eso aquí (...) todo ya cambió por completo”. Empero, destacó que aún operan negocios emblemáticos, “como el famoso Portalito, ya son muchos años de que existe (...) sigue, no han cerrado”.
Asimismo, manifestó su agrado porque a pesar del tiempo se conservan las fachadas y los inmuebles originarios del barrio, sin embargo, dijo que sí han desaparecido comercios que durante muchos años prestaron servicio a los vecinos. “(Como) Los baños de Santiago, que estaban en la esquina (19 Poniente y 15 Sur)”.
Don Pedro expuso con nostalgia que al surgir las unidades habitacionales del Infonavit el barrio se despobló: “Cuando empezaron a hacer La Margarita y todo eso, muchos compañeros que vivían aquí se fueron, yo creo que compraron casa allá y abandonaron el barrio, pero cuando es la fiesta de Santiago se vuelven a juntar todos”.
Por ello, expresó que “quien no conozca los barrios de su ciudad yo creo que también le falta conocer parte de la historia, de lo que representa y de lo que ha sido esta hermosa ciudad de Puebla”, finalizó Moreno Medina.
AFM