Tomas López Durán, obispo auxiliar de Puebla, llamó a detener las injusticias que se comenten contra los migrantes y personas necesitadas; además, hizo oraciones por quienes deciden donar sus órganos para apoyar a personas que están en riesgo de perder la vida.
Al encabezar la misa dominical en la Basílica Catedral de Puebla, el obispo auxiliar en la arquidiócesis de Puebla hizo una especial mención por quienes deciden donar sus órganos para apoyar a quienes están enfrentando dificultades de salud.
“Por todos los donadores de órganos, por sus familias. Un gesto maravilloso de generosidad y de acompañar a los más necesitados. En este caso, a los enfermitos, que nuestra comunión sea, también, por ellos”, expresó.
López Durán lamentó que se esté presentando en la actualidad un clima desolador marcado por la violencia, la enfermedad y las numerosas caravanas de migrantes que buscan mejores condiciones de vida.
“El aspecto del mundo actual, sin ser pesimista, es desolador, guerras, enfermedades, violencia, injusticias, desaparecidos, caravanas cada vez más numerosas y frecuentes de migrantes, países en guerra en contra del proyecto de Dios”, apuntó.
En su mensaje a lo fieles católicos, López Durán lamentó que los migrantes y los grupos vulnerables están viviendo en el olvido de las sociedades y se enfrentan a diferentes violaciones a sus derechos humanos por parte de diferentes grupos.
“Aquellas categorías que son especialmente vulnerables, a menudo, olvidadas y expuestas a abusos, los forasteros, las viudas y los huérfanos son los que carecen de derechos, los excluidos, los marginados, por quienes el Señor muestra una particular solicitud (…). Se trata de aprender y velar por todos los habitantes de las periféricas existenciales que junto con los migrantes y los refugiados son víctimas de la cultura del descarte”, apuntó.
En tiempos de crisis y complicaciones, explicó el obispo auxiliar de la arquidiócesis de Puebla, resaltó que la humanidad se alcanza cuando se respeta a los más necesitados y se supera la exclusión.
“La caridad hacia ellos, que restauremos su humanidad, a la vez que la nuestra, con la práctica de la caridad, así nos hacemos realmente humanos, sin excluir a nadie, sin dejar, realmente, a nadie fuera. Todos podemos hacer algo por los necesitados, entre otras cosas, orar, apoyar, respetar, compartir, acompañar, escuchar, entre otras y variadas formas de estar en el camino nuevo de la fraternidad cristiana”, apuntó.
López Durán pidió reflexionar sobre las injusticias que generan exclusión, en particular, sobre los privilegios de unos pocos que perjudican a la mayoría de la población cuando perduran sin que nadie los detenga.
Lamentó que se presente la cultura del bienestar personal que lleva a pensar en uno mismo y vuelve insensibles a las personas de las necesidades de otros, es decir, que se traduce en la globalización de la indiferencia.
“Al final, también, nosotros corremos el riesgo de convertirnos en ese hombre rico del que nos habla el evangelio, que no se preocupa por el pobre Lázaro, cubierto de llagas y con ganas de saciarse de lo que caía de la mesa del rico. Demasiado ocupado estaba este hombre en comprarse vestidos elegantes y comprar vestidos espléndidos. El rico de la parábola no advierte sufrimiento de Lázaro”, expresó.
“Ahora, también, nosotros, demasiado concentrados en preservar nuestro bienestar corremos este mismo riesgo de no ver al hermano y a la hermana con dificultad, misma que puede estar en lugares desconocidos, pero también, en la puerta de tu casa, junto a tu casa o dentro de tu casa, en otra familia o en tu propia familia, en otras empresas o en tu propia fuente de trabajo, en otros caminos o en el mismo camino que tú transitas cada día”, finalizó.
CHM