'Viene mi sabor, ritmooo': sonideros rompen estigmas con baile y música desde las calles

Con el sueño de llegar a la Plaza Los Gallos, Luis Cristino Ramírez narra su experiencia al compartir un mensaje en los bailes masivos de cumbias.

Luis Cristino Ramírez, dueño del Sonido Lunático. (Andrés Lobato)
Angélica Tenahua
Puebla /

“Viene mi sabor, viene mi sabor, ritmo, ritmo, ritmooo”, así es como el sonido “Lunático, auténtico sonido del barrio” de Luis Cristino Ramírez, anima las “tocadas” y como se ha identificado para lograr un espacio en el gusto de los poblanos.

En entrevista con MILENIO Puebla, el sonidero consideró que estos bailes son un mecanismo en el que muchas personas liberan el estrés y, como dueños de sonidos, contagian sus sentimientos a muchos poblanos que no conocen, pero a quienes alegran su vida.

El entrevistado compartió que el contar con un sonido es una experiencia que brinda alegría y entusiasmo a los asistentes de los bailes de cinco horas, “pues es una forma de sacar el estrés”.

“Lunático, porque lleva las letras de mi nombre y es un complemento de lo que viví en mi juventud, con una locura de seguir al sonido Máster, de Armando Cuautle, de los más reconocidos de Puebla”, manifestó Luis Cristino.

En este contexto, comentó que los bailes populares también son del agrado de profesionistas, pues este concepto no distingue posición social, ni género, pese al estigma de que solo es para gusto de “personas del barrio”.

De igual forma, afirmó que los integrantes de la comunidad Lésbico-Gay son bien recibidos en este círculo, pues una de las bailarinas más famosas “Tania Gi”, es travesti.

Historia

Luis Cristino Ramírez compartió que su sonido comenzó en 2005 en el barrio de San Antonio, con una ilusión de llegar tan alto como los más fuertes que existen en la capital.

“En la adolescencia me nació el interés en la música sonidera; por ello, empiezo acudir a los bailes con los amigos y de ahí nace el gusto de tener un sonido e inició mi carrera y sueño con la venta de discos, los cuales vendía en la calle 5 de Mayo y con un estéreo que me regaló mi hermano. Ahí me creció más la ilusión de ser sonidero”.

Indicó que tras esta primera experiencia compró su equipo para formar su negocio a lado de su hermano “Boni”. De esta forma, inició su carrera, pero fue hasta hace tres años cuando oficialmente arrancó en el ambiente sonidero y actualmente cuenta con cinco trabajadores y dos choferes.

En ese sentido, refirió que es complicado entrar al ambiente, pues tardó más de 15 años ya que se debe conquistar al público con un buen trabajo. Destacó que toca todos los géneros musicales, y que sean los asistentes quienes le soliciten las piezas, por lo que ha alternado con el sonido Cóndor de México.

Luis Cristino Ramírez, dueño del Sonido Lunático. (Andrés Lobato)

Sueños de sonideros

El movimiento sonidero llegó a Puebla en los años de los 70 y 80 con orígenes de la Ciudad de México en el barrio bravo de Tepito, agregó, por ello los poblanos lo adoptaron principalmente en el Centro Histórico.

Actualmente, la plaza Los Gallos es el escenario más grande y fuerte para un dueño de sonido, “es estar en las ligas mayores”, destacó el entrevistado, quien busca cumplir con este objetivo en su carrera.

“Llegar a Plaza Los Gallos es solo para los grandes, pero debes ser invitado por el organizador. Ahora se sabe que algunos sonidos pagan para que los contraten, pero es mejor que te contraten y te digan que estás en el gusto de la gente y tienes más empuje”, expresó.

Conocer al público

“Desde que llegas a un evento se analiza lo que se tocará; si es un barrio antaño, debe ser música de antaño” señala Luis Cristino, no obstante, dijo que el público prefiere las cumbias ecuatorianas, peruanas, colombianas y venezolanas, las cuales son bien recibidas por los poblanos.

Con entusiasmo, expresó que se despierta una sensación de energía en cada “tocada”, en especial, cuando visita escenarios por primera vez. Recalcó que para los asistentes es importante escuchar los saludos de quien dirige el sonido, “pues la gente va a eso a bailar y escuchar sus saludos, debido a que representa ser importante en el barrio”.

“Este ambiente es como un medio de comunicación, debido a que los saludos se graban y en muchas ocasiones han llegado a otros países, con un toque especial que le incluye el que está al frente de la música. En mi caso, mi toque especial es la frase de ‘Viene mi sabor, viene mi sabor, ritmo, ritmo, ritmooo’; con esto hago sentir mi vibra y pasión a la banda”.

“Saludos, saludos”, es la cereza de este movimiento, externó Luis Cristino: “Vamos a empezar a bailar ritmo, vamos a echarle candela a este tema súper cumbiambero con el auténtico sonido del barrio”.

Sonido Lunático. (Andrés Lobato)

Covid-19 pone pausa al sonido

Luis Cristino indicó que su equipo de audio y luces es el esfuerzo de años de tenacidad y perseverancia. Para un evento de más de 500 personas utiliza más de 16 bocinas con iluminación robótica y sonido bien ecualizado, con bajos y medios.

Sin embargo, ante la actual crisis sanitaria, por ser una actividad de entretenimiento y no esencial, se encuentra entre las últimas en reactivarse.

Con nostalgia, comentó que la pandemia lo orilló a dedicarse a otras actividades para contar con un ingreso, además de hacer su aliada a las redes sociales donde realiza transmisiones en Facebook para que sus seguidores tengan un poco de entretenimiento.

No obstante, comentó que estas transmisiones generan gastos y hasta el momento los ingresos son pocos, por lo que buscan apoyo de las autoridades.

Sonido Lunático. (Andrés Lobato)

Música desde la calle que toca el corazón

En los años 40 y 50 surge el movimiento del baile en las calles o sonidero como se le conoce; cuando una persona estaba lista para hacer una fiesta y con un tocadiscos en la calle, lo pone a todo volumen y surge el movimiento, precisó Dulce María Pérez Torres, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep).

En entrevista, destacó que este ambiente surge en la colonia Morelos, del barrio de Tepito de la Ciudad de México, por lo que desde ese momento comienza el baile en las calles, que incluso provocó el cierre de algunas por sus altas aglomeraciones.

“Esta música es de los sonidos de Jamaica y los ritmos afroantillanos. Al ser música en boga, la gente la empieza a cantar y adoptar, por lo que les toca el corazón. Comienzan grupos donde se genera primero el ambiente y luego la música, y ya después se empieza a dar toda una organización de bailes como la Dinastía Pereira”.

La especialista indicó que este ambiente inicia al viajar al interior de la República con ritmos de orden caribeña, por lo que se abre camino en la cuestión sonidera, “el baile de la calle”.

Recalcó que comenzaron con canciones pegajosas, pues una de las cuestiones psicológicas era bajar y subir la música, lo cual retomó fuerza en los años 70 hasta los 90, considerada la época de oro.

Pérez Torres agregó que Cruz Villegas es uno de los personajes de este movimiento, ya que comienza a difundir su música en Puebla, Tlaxcala y Morelos, pero en la entidad poblana tiene una gran fuerza. Ante esto, destacó que la música preferida en los años 90 era del Grupo Niche y Los Teles.

“En estos bailes de la calle se rompen los estereotipos sociales, por lo que se ponen a bailar un hombre con otro hombre y bailar con dos mujeres o en grupo. En este ambiente se desinhiben, incluso hay chicos que practican el baile desde sus hogares”, enfatizó.

Toño Rivas, locutor sonidero en la capital

Antonio Rivas es el locutor y periodista con el primer programa sonidero en Puebla, “Barrio Sonidero”, a través de la Magnífica 1250 AM los días jueves y viernes de 21 a 23 horas.

“Los sonideros están mal vistos y no todos los directores artísticos de las estaciones de radio te abren la puerta, porque te dicen ‘no queremos problemas’ y en otros lugares como en la Ciudad de México, un programa de este ambiente es un éxito”, precisó el locutor.
Antonio Rivas, músico sonidero, periodista y conductor del programa Barrio Sonidero. (Andrés Lobato)

En este contexto, resaltó que su director de radio apostó por este género y darle esa visión, pues ya tiene un año manteniéndose en la preferencia del auditorio.

Este camino comenzó hace 15 años en San Martín Texmelucan, donde surgió el sueño en una cabina de radio con Saúl Vargas, quien tenía su programa y actualmente es dueño del grupo Clasiqueros.

Cuatro años y medio después, en Nopalucan comenzó con su primer programa, sin importar el traslado a esta zona los fines de semana. Refirió que la dinámica es que el auditorio solicita sus saludos vía telefónica o WhatsApp y se transmite como si estuviera en una tocada: 

“El sonidero proyecta su música y la adorna con los saludos (…) En mi programa eso hago, mandar saludos y a el auditorio queda agradecido pero sin cobrar”.

mpl

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