Cincuenta años tuvieron que pasar para hermanar a Tamaulipas y Veracruz a través del puente Tampico, que la tarde del 17 de octubre de 1988 se convirtió en una obra de gran orgullo de la ingeniería mexicana al ser inaugurado por el entonces presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado.
Principal motor para la economía de la región, la impresionante construcción que se alza sobre el río Pánuco fue largamente esperada porque iba a permitir dar agilidad al comercio terrestre hacia el interior del país y con ello alcanzar un mayor desarrollo.
Tuvieron que pasar 50 años...
En los tiempos de Miguel Alemán Valdés la obra se solicitó por primera vez; vino después el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines sin que las gestiones fructificaran, pero al llegar Adolfo López Mateos quedó convencido de que era una infraestructura necesaria para esta región y aprueba el proyecto.
Pasan los años y es durante el gobierno de José López Portillo en diciembre de 1979 cuando empiezan los trabajos previos que consistieron en la expropiación de tierras, revisión del suelo y contratación de mano de obra calificada en ambos lados del río. La edificación se toma nueve años y lo inaugura De La Madrid Hurtado esa memorable tarde otoñal en los límites de Tamaulipas y Veracruz, entonces gobernados por Américo Villarreal Guerra y Fernando Gutiérrez.
La apertura de esta vía de comunicación terminó con la desesperación de muchos en ambas entidades y uno de ellos era el dirigente del sindicato petrolero, Joaquín Hernández Galicia, quien decía a las autoridades “ya como sea, pero terminen la obra”, anécdota que comparte el historiador Francisco Ramos Alcocer.
La construcción vino a cambiar la vida de un buen número de familias que habitaban las áreas urbanas por donde se levantaría el puente, como la colonia Tamaulipas en Tampico y la congregación Mata Redonda en donde se situaba incluso una escuela y una clínica, mismas que tuvieron que desaparecer para que este proyecto se hiciera realidad.
La ingeniería civil estuvo a cargo del nicaragüense Modesto Armijo, quien fue elegido tras un minucioso análisis, para guiar a los más de 600 obreros que con su esfuerzo lograron hacer realidad esta majestuosa estructura que una vez terminada ganó un premio internacional.
En 1990 el puente Tampico se impone a 36 obras más de España y Portugal y accede al primer lugar gracias a su espectacular diseño y modernidad.
En el discurso de inauguración se dijo que la estructura tendría una duración funcional de 100 años y para su ejecución se invirtieron 140 mil millones de pesos de aquel entonces.
“Este puente significa la capacidad de un pueblo para construir su grandeza y la firme decisión de una nación que quiere seguir integrándose en lo físico y en lo material para fortalecer, preservar, afianzar su independencia y soberanía”, expresó un emocionado mandatario federal.
El Tampico de entonces
Tampico pedía a gritos un puente sobre el Pánuco para mejorar su conectividad comercial y ser más competitivo. Anteriormente, era muy problemático incluso para los dos estados vecinos realizar intercambio de mercancías pues tenían que hacerlo a través de chalanes que llegaron a transportar cargamentos y personas que venían de otros estados de la República.
Pero cuando estas embarcaciones huecas se llegaban a descomponer o había tormenta terminaban siendo arrastradas por las corrientes, dejando suspendido el paso hacia ambos estados y generando largas filas principalmente en Pueblo Viejo, las cuales llegaban hasta la entrada principal de ese municipio.
Esto se agravaba cuando un vehículo intentaba colarse en la fila debido a que transportaba algún enfermo o herido para llevarlo al hospital del puerto jaibo, situación que no lograba conmover a quienes ya tenían muchas horas esperando cruzar el Pánuco y dejaban a su suerte a quien vivía la emergencia, comenta el cronista de Pueblo Viejo Martín Pérez San Martín.
La construcción del puente Tampico continuaba, cuando el gobierno de Veracruz viendo que los trabajos eran muy lentos, decide crear dos puentes de menores dimensiones para ir desfogando el tráfico sin necesidad de usar ya los chalanes.
En 1984 se inaugura el puente “Anáhuac” que permitía a su vez conectarse con otra nueva vía a la que se denominó “El Prieto”, con lo que posible comunicar a ese estado con Tamaulipas y San Luis Potosí.
Así, el sistema de chalanes dejó de representar pérdidas incalculables de horas-hombre al interrumpir constantemente los trayectos.
Fue el principio de una nueva era en la región, mediante una inversión de 1200 millones de pesos en ambos puentes que ampliaron las perspectivas de desarrollo de Pueblo Viejo, Tampico Alto, Ozuluama y Pánuco, Veracruz.
Obreros arriesgaron su vida…
Los trabajos de construcción que se llevaron a cabo mantenían a las familias que vivían en los alrededores muy asombrados, ya que observaban a los obreros arriesgar sus vidas subiendo y bajando de esas canastillas que los elevaban a una distancia de 55 metros gracias a grandes grúas, menciona Manuel Saldaña Amado de 75 años.
Los colonos se ponían muy nerviosos cuando las canastillas se balanceaban con el viento, aunque los trabajos rara vez se detuvieron por las inclemencias del tiempo.
“Esos obreros de verdad se la rifaban día a día, ya que era admirable que subieran muchos metros para poder terminar la construcción del puente que hermana a tamaulipecos con veracruzanos”.
El vecino de la colonia Tamaulipas, recuerda que ya son 32 años desde que se concluyó esta majestuosa obra que se ha convertido en una de las más importantes de la región y que atrae la atención de propios y extraños.
La edificación también ayudó a la economía de aquellas mujeres que acudían con sus canastas de comida que era comprada por todos quienes pusieron su granito de arena para hacer materialmente posible el puente Tampico.
Una caminata llena de amor…
Al salir su esposo de su extenuante jornada de trabajo se tomaban el tiempo para caminar por el puente Tampico, recuerda la señora Virginia Díaz, quien también reside en la colonia Tamaulipas.
Dice que era algo tan hermoso y relajante que parecían volver a vivir su noviazgo en esos momentos, comenta la ahora ama de casa, quien atesora en su corazón esos momentos únicos e inolvidables. Reconoce que los tiempos han cambiado pero sus recuerdos se mantienen firmes y más porque cada vez que dirige su mirada hacia el puente Tampico, su corazón vuelve a latir con gran fuerza como si fuera la primera ocasión que en compañía de su hoy marido caminaron de la mano y disfrutaron de ese paisaje inolvidable.
El tesoro de Lorencillo…
Entre las historias que salieron a relucir cuando se construía el Puente Tampico, se cuenta que cuando se abrió el Cerro del Andonegui por la mitad se encontró un tesoro, comenta el historiador tampiqueño, José Cruz Alvarez.
Recuerda que de acuerdo a la plática de los abuelos, allá por 1973-1977 se buscaban objetos en el cerro y la cueva que existía frente a la bajada del puente, donde hoy está la escultura de Fray Andrés de Olmos.
Pero la gente de principios del siglo XX que vivía arriba del cerro o por sus lados, decía que centelleaba en las noches por el oro guardado. Todo esto se acabó al abrirse la tierra antes de 1988, aunque no se duda que el pirata Lorencillo en 1684 haya estado ahí, ya que era un punto de vigía que permitió su huida cuando llegó la flota de Barlovento de Veracruz