La Puntilla: 50 años de historia, rumbo al futuro

Desarrollo. Pasaron más de dos décadas para realizar la obra que comenzará en una semana, con el fin de brindar mejor atención a clientes locales y foráneos

Mercado de mariscos 'La puntilla', Tampico
José Hernández Palma
Tampico /

Con poco más de medio siglo de funcionamiento, el mercado de pescados y mariscos La Puntilla, ubicado en la colonia Cascajal, de Tampico, será demolido y reconstruido nuevamente, anunció la autoridad municipal hace una semana.

De acuerdo con Antonio Gutiérrez Guerrero, representante de la Asociación de Locatarios, fueron informados, por el propio alcalde Jesús Nader, que la próxima semana iniciarán los trabajos para demoler la vieja estructura y edificar un nuevo espacio que brinde mayor comodidad a los clientes, locatarios y visitantes, ahora con vocación turística.

Para llegar a este punto tuvieron que pasar más de 20 años, tiempo en que los vendedores de pescados y mariscos han venido solicitando se realizará dicha obra, ya que la actual infraestructura se encuentra deteriorada y con problemas de drenaje.

Mercado La Puntilla en Tampico (José Luis Tapia)

Gutiérrez Guerrero explicó que fue su padre don Toño Gutiérrez, quien junto con 12 personas más, solicitó en 1968 la autorización a la Capitanía de Puerto para instalarse en este sitio que actualmente ocupan; originalmente el mercado La Puntilla se ubicaba en un muelle de aproximadamente 20 metros en la margen izquierda del río Pánuco, justo donde desemboca el río Tamesí en la zona denominada franca, pero debido al desarrollo del puerto tuvieron que moverse para finalmente instalarse en la colonia Cascajal.

“En sí el que empezó el mercado fue mi papá y 12 gentes más; todavía tengo entre los papeles una solicitud que se le hizo a la Capitanía del Puerto, que estaban solicitando para ubicarnos en este lugar, porque ya la zona franca, lo que era Alijadores antes se iba a ampliar, el mercado de La Puntilla estaba en la parte del río Pánuco y ya nos reubicamos a este lado con un permiso de Capitanía de Puerto y Alijadores porque este muelle pertenecía en aquel entonces a Alijadores”, explicó Gutiérrez Guerrero.

Dijo que después de más 50 años de funcionamiento, el mercado de mariscos es ya conocido a nivel nacional e internacional, siendo visitado por turistas de varios países, así como visitantes nacionales y de las Huastecas que viene a surtirse de producto del mar, ríos y lagunas.

Mencionó que los turistas se sorprenden al ver los pescados así como las jaibas vivas, ya que cuando acuden a un supermercado lo ven empaquetado; sin embargo el producto que se oferta en este lugar es fresco, que recién traen los pescadores de diferentes zonas cercanas.

“Solo el agua nos movió”

Doña Minerva Juárez Tobías llegó a trabajar al mercado de pescados y mariscos de La Puntilla hace más de 40 años, tras la muerte de su esposo se tuvo que hacer cargo del negocio familiar y aprender de esta labor. 

Hoy después de cuatro décadas dice que su día inicia minutos antes de las 7:00 de la mañana, cuando llega a su local al que no falta ni un día de la semana, aunque sea época decembrina.

“Mi marido falleció y me tuve que hacer cargo del negocio, siendo que yo siempre había estado habituada a estar en mi casa; me tuve que venir al mercado a aprender y gracias a Dios aquí estoy, me ha ido muy bien”, expresó Juárez.

Tobías, quien actualmente funge como tesorera de la Asociación de Locatarios del Mercado.

Relata que cuando llegaron a este lugar era un muelle vacío, que ocupaban para descargar verduras que transportaban en lanchas por el río; después instalaron tejabanes que los primeros vendedores dispusieron para establecerse y poder trabajar.

Poco a poco llegaron más personas hasta ser 41 y conformar una asociación, quienes se ordenaron y empezaron a construir de tres en tres locales, hasta concluir el mercado como actualmente se encuentra.

“Nosotros tenemos concesión con la Comisión Nacional del Agua, cuando tumbaron la zona franca dijeron ‘¿dónde los ponemos?’ En aquel lado teníamos solo unas neveritas hechas de madera, era de aquel lado en la zona franca, cuando empezaron a hacer las algodoneras y todo de aquel lado, nos corrieron, nos echaron para acá. Pero en aquel tiempo estaba el capitán (Arístides) Palma Palma, el capitán del puerto nos reubicó aquí, que nos viniéramos aquí, y desde entonces aquí hemos estado, estamos pagando concesión a Comisión Nacional del Agua”.

Dijo que la calle al exterior era de tierra que se convertía en lodo, nadie los apoyaba; candidatos iban, prometían, pero no cumplían, hasta que en el trienio del ex alcalde Diego Alonso Hinojosa Aguerrevere (1996-1998) cuando ella era la presidenta del consejo vecinal de la colonia Cascajal, fue que se pudo pavimentar.

Comentó que siempre han estado en este punto, a pesar de las inclemencias del tiempo; solo una vez se vieron en la necesidad de salir y fue por una inundación ocurrida hace más de 30 años.

“A nosotros nos ha movido el agua, porque aquí ha subido el agua, el agua ha subido a mitad de las neveras y no podemos trabajar, entonces subimos los congeladores arriba de las neveras y nos tuvimos que salir a la calle a trabajar.

El agua nos llegó como a un metro, esa fue la única vez que nos echó para fuera, otras veces nada más fue poquito y rápido se va el agua, pero esa vez sí estuvimos fuera como 20 días”, recordó doña Minerva.

“De aquí salió para mi casa”

El mercado de pescados y mariscos La Puntilla ha sido por muchos años un espacio que da trabajo a casi 250 personas, entre locatarios, arregladores, fileteros, pescadores y muchos otros que han encontrado en este lugar una forma de ganarse la vida.

José Reyes Campos Escobedo llegó hace 38 años a trabajar aquí, tuvo la oportunidad al lado de su papá y, al fallecer, tomó la decisión de seguir sus pasos y dedicarse al arreglo del pescado.

“Mi papá era el que trabaja aquí, desde que estaba La Puntilla de aquel lado, detrás de los puentes, era un muellecito, un tramo como de 20 metros donde había seis locatarios; después que falleció, entre la familia y unos amigos me convencieron de que viniera aquí. Me faltaba práctica, aquí llegué con miedo, pero se fueron dando las cosas”.

Explicó que ser arreglador de pescado consiste en prepararlo de acuerdo a como el cliente lo pida, ya sea posteado, fileteado o rallado para fritarlo entero. Respecto a lo que cobra por este trabajo, indicó que depende de la cantidad del producto, del tamaño del ejemplar o de cómo lo quiera el cliente.

“A veces piden el pescado para zarandear: hay que sacarle el hueso, el esqueleto; hay clientes que te dicen ‘déjaselo’ y hay clientes que te dicen ‘sácale el hueso’, y luego hay que sacarle toda la espina que trae, entonces es un poco más laborioso, no es difícil sino laborioso”, expresó don José.

Respecto a las anécdotas que le ha dejado su trabajo con el paso del tiempo, recordó que en una ocasión llegaron unos franceses que le realizaron una entrevista; tiempo después volvieron y le mostraron la publicación que se difundió en la Ciudad Luz.

“He atendido a coreanos, chinos; una vez me hicieron una entrevista para una revista de Francia, un año después vinieron para traerme la revista. Son cosas que uno va guardando como recuerdos”.

También contó que han ocurrido hechos funestos como aquel que tras una pelea en el lugar, salió a relucir un arma que fue detonada al aire en dos ocasiones; lamentablemente una bala impactó a un señor que vendía jugos.

Cuando se dieron cuenta de lo sucedido la persona yacía en el suelo con una herida de muerte en la cabeza, hace más de 20 años.

Campos Escobedo espera que la construcción del nuevo mercado sea para mejorar.

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