Sin perder la esperanza de que la situación mejore, algunas personas continúan desafiando las órdenes de las autoridades y aun con el temor de ser contagiados con covid-19 siguen saliendo a la calle a vender lo que tienen a su alcance para generar ingresos para sus familias.
Al visitar la emblemática zona conocida como la Alianza, uno de los espacios más vulnerables de Monterrey, se constató que la vida comercial cayó.
Estéticas, dulcerías, cibercafés, papelerías hasta la típica tienda de la esquina tenían sus puertas cerradas hasta nuevo aviso; solo se veían sobre la conocida avenida San Bernabé unos puestos de tacos mañaneros y algunas señoras que afuera de sus casas vendían frutas y verduras.
Para algunos, esta situación los ha impulsado a tomar nuevos rumbos, como el fabricar cubrebocas para lograr sobrevivir.
Tal y como es el caso de la señora Laura Esperanza Torres, quien al ser despedida de su empleo y al ver que su esposo también lo desocuparon, tomó la decisión de emprender un pequeño negocio haciendo cubrebocas con las fundas de almohadas que también vendía meses atrás.
“Movimiento hay, pero la situación nos hizo que vendiéramos los cubrebocas, para aquella gente que tiene que salir y nosotros estamos sin trabajo y fue cuando dije ‘¡hay que hacer algo!’”, expresó
Añadió que al momento ninguna instancia se ha acercado a ayudarles, aunque se inscribieron en el programa estatal que se está brindando, aún es fecha de que no han recibido respuesta.
A fuera de su hogar únicamente puso un letrero anunciando que vende cubrebocas a 20 pesos, los cuales ahora cose a mano, al tener que vender su máquina de coser para pagar las deudas que ha estado arrastrando por la falta de empleo.
“Yo vendo normalmente almohadas y me quedé con muchas telas y esas son las que estoy utilizando para hacer los cubrebocas”, mencionó.
Pese a ello no pierde la esperanza de salir adelante y espera que pronto acabe toda esta situación.
Unos metros más adelante se encuentra la señora Martha Leticia que junto con su esposo se ponen diariamente a vender fruta y verdura, venta que se ha visto disminuida conforme la gente ya no sale de sus hogares.
A pesar de que del rubro de alimentos sigue siendo una actividad esencial, el señor José Antonio reporta que la venta de tacos y gorditas bajó en un 80 por ciento, pero continuará saliendo a trabajar para seguir levantando su hogar.
“Las ventas se vinieron abajo, sobre todo cuando cerró el Macro Centro Comunitario, porque ya no viene gente y ya no tenemos a quién vender nuestros alimentos. Aquí vamos a estar hasta que nos lo permitan, pero por seguridad tenemos gel antibacterial y un espacio para que se laven las manos nuestros clientes, desinfectamos todo para cuidarnos, pero queremos salir adelante y no queda de otra que seguir trabajando”, comentó.