La violencia, la pobreza, la desigualdad y los efectos de la pandemia de la covid-19 están deteriorando e impactando en las condiciones de vida de toda la población, pero especialmente la vivencia y las expectativas de futuro de las juventudes.
Mario Ernesto Patrón Sánchez, rector de la Universidad Iberoamericana Puebla, resaltó la importancia de brindar seguimiento a los cambios en la vida cotidiana que supusieron las medidas preventivas y de confinamiento motivadas por la pandemia; así como a los impactos producidos en los ámbitos del trabajo, la educación, la salud y la convivencia, que lastraron seriamente las condiciones de vida de las personas.
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Al presentar su Cuarto Informe de Actividades como rector de la Ibero Puebla, Patrón Sánchez resaltó que todos los sectores de la sociedad enfrentan el reto de generar un mejor entorno para los adolescentes y jóvenes.
“Si bien el comportamiento de la economía durante la pandemia y el proceso de recuperación posterior han sido comparativamente mejores que en el resto del subcontinente, los retos que el Estado y la sociedad deben enfrentar consistentemente para poder ofrecer a nuestras juventudes posibilidades verdaderas de agenciamiento y realización integral son enormes. Especialmente en los ámbitos de educación, salud integral, empleo digno y, por supuesto, seguridad”, expresó.
Señaló que, hoy por hoy, como han subrayado los Jesuitas de México, las juventudes viven en condiciones de precariedad multidimensional que elevan sus riesgos de exposición a la actividad del crimen organizado; y, especialmente, resaltó la situación de extrema urgencia que viven las jóvenes en un país en el que, en promedio, cada día desaparecen al menos siete mujeres y diez son asesinadas.
Patrón Sánchez lamentó que, en la última década y media, la violencia en el país y en diferentes partes del país esté sostenido una dinámica de agravamiento que se muestra indiferente al cambio de signo político de los últimos tres gobiernos.
“Las cifras oficiales sobre la actividad delictiva en nuestro país, con altas y bajas marginales a lo largo de los años, siguen dibujando sin embargo una línea ascendente en la mayoría de los delitos más ominosos como el homicidio, la desaparición de personas y el feminicidio”, expresó.
Asimismo, la presencia de la violencia, añadió el rector de la Ibero Puebla, se extiende por todos los territorios, sectores y estratos sociales y, en particular, las redes macrocriminales ocupan amplias zonas del país en las que se hace patente una pauta histórica de marginación, ausencia de la institucionalidad del Estado e impunidad, que han abierto en el tejido social amplios márgenes para el despliegue de una economía delictiva que compromete la vida cotidiana de millones de personas
“Frente a la complejidad y magnitud de la crisis de inseguridad que ha marcado el devenir de la sociedad mexicana durante el actual siglo, el Estado no ha sido capaz de instrumentar políticas públicas que modifiquen consistentemente las causas de la violencia y den paso a la construcción de una paz con justicia. Por el contrario, los últimos tres gobiernos se han empeñado en una estrategia de militarización ya no sólo de la seguridad sino de otros ámbitos de la agenda pública, que no sólo ha resultado ineficaz, sino que ha puesto en serio riesgo el respeto de los derechos humanos y comprometido la matriz ciudadana de nuestro modelo democrático”, finalizó el rector de la Ibero Puebla.
AAC