De acuerdo con el Reglamento de la Ley para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos Sólidos Urbanos y de Manejo Especial para el Estado de Puebla, un relleno sanitario “es una obra de infraestructura que involucra métodos y obras de ingeniería destinada a la disposición final de los residuos sólidos urbanos y de manejo especial, los cuales se disponen en el suelo, en condiciones controladas que minimizan los efectos adversos sobre el medio ambiente y el riesgo para la salud de la población”.
Pese a esto, la mayoría de los 94 sitios aprobados por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para la disposición final de residuos sólidos urbanos en Puebla, entre tiraderos y rellenos sanitarios, cuentan con poca vida útil o ni siquiera se conoce por cuánto tiempo más podrían funcionar. Según el estudio “Diagnóstico de sitios de disposición final de residuos sólidos urbanos” realizado por el Instituto de Gestión, Administración y Vinculación (Igavim), solo 24 de estos sitios tienen acotado su límite temporal de funcionamiento y, de éstos, apenas nueve rebasan los 20 años de operatividad.
Se trata de los basureros de Tehuitzingo, con 25 años de funcionamiento por delante; Hermenegildo Galeana e Izúcar de Matamoros, con 22 años; así como Cuyoaco, Ciudad Serdán, Tepeaca, Huejotzingo, Chiautla de Tapia y el compartido entre Tlacotepec de Benito Juárez y Tepanco de López, con 20 años.
Depósitos como los de San Martín Texmelucan, Teziutlán, Quecholac y el intermunicipal de Calpan-Cholula tendrían vida entre los 12 y los 10 años; en tanto, Aquixtla y Tepexco (Las Pilas) lo tendrían por 5 años más.
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Sin embargo, con menos de tres años de funcionamiento se encuentran los basureros de Francisco Z. Mena, Zacatlán y Chignahuapan; y con menos de dos años, Huehuetla, Guadalupe Victoria, Atlixco y Tepexco (El Gallinero).
El relleno sanitario de Tehuacán tendría vida útil por 12 meses, pero está sin funcionar y la basura del municipio, temporalmente, es enviada a Tecamachalco por acuerdo entre pobladores de la junta auxiliar de Santa María Coapan, el ayuntamiento de Tehuacán y el gobierno del estado, a través de las secretarías de Gobernación (Segob) y Medio Ambiente, Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial (Smadsot).
Destaca el caso de El Chiltepeque, el relleno sanitario de Puebla capital, pues aunque tiene vida útil calculada en ocho años, que se puede ampliar a 20 con la instalación de una nueva celda, aproximadamente recibe mil 700 toneladas de basura al día y eso llevaría a reducir su operatividad. En el caso de los 70 basureros oficiales que restan en el estado, no hay información sobre el tiempo que todavía podrían mantenerse en funcionamiento, pero la mayoría fueron inaugurados de 2010 a 2016.
Según cifras obtenidas por el Igavim en octubre de 2020, Puebla es sexto lugar a nivel nacional en generación de residuos sólidos con 5 mil 991 toneladas diarias; sin embargo, apenas se recolectan 4 mil 218 toneladas de basura, lo que representa el 70 por ciento de la cobertura en el servicio de recolección.
Solo 23 de 94 tiraderos cumplen con norma sanitaria
El Igavim también reveló que solo 23 de los 94 tiraderos de Puebla cumplen con la Norma Oficial Mexicana (NOM) número 083, impuesta por la Semarnat a partir de 2003, para el manejo y tratamiento de residuos sólidos urbanos.
Se trata de los depósitos de Huehuetla, Teziutlán, Aquixtla, Francisco Z. Mena, Hermenegildo Galeana, Zacatlán, Guadalupe Victoria, Quecholac, Ciudad Serdán, Puebla, Calpan-Cholula, Huejotzingo, San Martín Texmelucan.
También Atlixco, Tepemaxalco, Izúcar de Matamoros, Jolalpan, Cohetzala, Chiautla, Tehuitzingo, Tlacotepec–Tepanco, Tehuacán y Ajalpan.
No obstante, a decir de la activista Verónica Mastretta, estos lugares cumplirían “a medias” con la NOM-83 porque operan con irregularidades, no cuentan con un plan integral para el tratamiento de los residuos y no cuentan con infraestructura adecuada para los lixiviados, lo que genera gases de efecto invernadero, enfermedades para comunidades aledañas y fauna nociva, sobre todo en el relleno sanitario de Puebla.
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MILENIO Puebla buscó entablar comunicación con José Luis García, ingeniero de Rellenos Sanitarios RESA SA de CV, a quien la empresa designó como encargado del relleno sanitario de Puebla, para conocer su punto de vista al respecto, pero dijo no tener indicaciones de hacerlo.
En tanto, Mastretta aseveró que tanto Semarnat como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) son instituciones “débiles” para obligar a los municipios y sus rellenos sanitarios a operar con regularidad.
Señaló que el gobierno del estado podría exhortar a los 217 municipios para que sus sistemas de recolección promuevan la separación de la basura entre la población y, de esa manera, ampliar la vida de los rellenos sanitarios.
“Ya están los recolectores voluntarios y hay empresas que se dediquen a eso, pero que ya no lleguen desechos que pueden ser reutilizados y reciclados, como el vidrio y el pet; o residuos orgánicos, que con el debido tratamiento, se convierten en biogás y dotarían de energía eléctrica a una o dos colonias”.
Indicó que la mayoría de los residuos que arriban a los depósitos aún cuentan con vida útil, pero al ir mezclados con desechos higiénicos como pañales, toallas sanitarias, condones y hasta cubrebocas con covid-19, “se vuelve imposible separar lo bueno de lo malo”.
Rellenos sanitarios son obsoletos
Raciel Flores Quijano, director de la Facultad de Química de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), consideró que los rellenos sanitarios en el estado, el país y el mundo se han convertido en una propuesta obsoleta para el tratamiento de los residuos sólidos urbanos.
“La experiencia por estar participando en algunos proyectos internacionales es que la opción del relleno sanitario ya está quedando obsoleta, ya no es una alternativa ni económica ni ecológica, es un punto que al final de la vida útil queda inutilizado totalmente”.
Dijo que ciudades en México como Monterrey o Tlaxcala ya sacan provecho de los materiales reciclables que antes llegaban a los depósitos y que ahora sirven para proveer de energía a oficinas gubernamentales o el metrobús, o para la creación de fibras para la elaboración de cobijas, cobertores y tapetes, como la madera, el papel, el cartón, el vidrio y los metales.
“Imagínate que el día de mañana desaparecieran los rellenos sanitarios y que se implementara un programa de manejo para todos los tipos de subproductos, encontraríamos empresas que puedan estar tomando los residuos como subproductos y como materia prima en algún proceso productivo”.
Consideró que Puebla tendría la capacidad suficiente para llevar a cabo este modelo de aprovechamiento de los residuos, siempre y cuando no se priorice lo político y lo económico sobre lo ambiental.
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Municipios deben obligar a ciudadanos a separar la basura
Por su parte, Juan Luis Bolaños Berruecos, especialista en Residuos Sólidos de la Universidad Iberoamericana, manifestó que rellenos sanitarios como El Chiltepeque, en Puebla capital, ganarían vida útil si la gente aprendiera a separar adecuadamente la basura.
Indicó que los gobiernos municipales ya no deberían generar campañas de información para “pedirle por favor” a la ciudadanía que separe la basura, sino que debe reglamentar “la obligatoriedad” de estas medidas porque “el ambiente y el planeta ya no están en condiciones de esperar”.
Mencionó que municipios como San Andrés Cholula hacen algo al respecto, pero no es suficiente si no hay intervención de autoridades federales y estatales para exigir a los 216 ayuntamientos restante que se apeguen a lo que la NOM 083 establece respecto al funcionamiento de los rellenos sanitarios.
De acuerdo con el Igavim, el 35 por ciento de las mil 700 toneladas diarias de basura que llegan a El Chiltepeque podrían ser recicladas, mientras que 46 por ciento más, que corresponden a residuos orgánicos, servirían como biogás o composta, es decir, el 81 por ciento de los desechos tendrían aprovechamiento con el tratamiento adecuado.
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