La contingencia generada por el coronavirus está mostrando problemas en el manejo de residuos sólidos y hospitalarios en el país y en estados como Puebla para evitar que los desechos sean focos de contagios, expresó María Eugenia Ibarrarán Viniegra, directora del Instituto de Investigaciones en Medio Ambiente Xabier Gorostiaga, SJ (IIMA) de la Universidad Iberoamericana Puebla,
Señaló que el coronavirus llevó a la conjetura de que “el virus somos nosotros, los seres humanos” y que se requiere de nuevas políticas verdes y de mejorar la movilidad para reducir el impacto ambiental de las personas.
“Las semanas de guarda nos han permitido vislumbrar un planeta en el que la contaminación impacta en niveles mínimos. La apertura a políticas verdes podría llevarnos hacia un nuevo modelo. El mundo entero se ha integrado a una cuarentena que restringe el traslado y abandono de los hogares. En un lapso de tres meses, los biomas que coexisten con la urbanidad se han beneficiado visiblemente de la reclusión de los seres humanos. Las imágenes más populares muestran destinos turísticos con aire y agua limpios, así como el regreso de la fauna al territorio que les fue arrebatado”, explicó la investigadora.
Comentó que la contingencia se tradujo en múltiples beneficios de reducción de la emisión de contaminantes; sin embargo, la basura que se genera en el hogar y los residuos hospitalarios se siguen generando con la necesidad de nuevos esquemas de confinamiento.
“Los hábitos de consumo pueden representar un incremento en el uso de desechables con la finalidad de evadir tareas de limpieza. De igual manera, los residuos hospitalarios representan una preocupación para el sector ambientalista. Por un lado, se trata de desechos que deben ser manipulados de manera especial; por otro, su producción y uso ha crecido exponencialmente a raíz del brote de la pandemia”, apuntó.
Ibarrarán Viniegra comentó que la cuarentena se traduce en un respiro para el planeta y la necesidad de establecer nuevos esquemas en el manejo de residuos sólidos y de desechos que se generan en los hospitales.
“En cierta medida, el planeta no nos necesita: nosotros lo necesitamos. En ese sentido, mientras menor impacto tengamos, el planeta se verá beneficiado. En el área de la movilidad, se muestra una clave: cuando las personas no se desplazan, generan menos contaminantes en el aire”, agregó.
Resaltó que las enfermedades asociadas con la contaminación urbana afectan a millones de personas y la mejora en el oxígeno que respira la población, así como la reducción de efluentes por parte de las industrias, propician la restauración de los ecosistemas al tiempo que mejoran la calidad de vida de las personas.
“Mucho se habla de lo que cambiará en el mundo cuando la vida cotidiana sea restaurada, pero ahora, estamos obligados a un replanteamiento de las dinámicas de convivencia: debemos aprender que hay otras formas de interactuar que no deben de ser tan intensivas en recursos ni en contaminación. Esto queda de manifiesto en las múltiples reuniones virtuales celebradas desde el confinamiento”, finalizó.
mpl