La sastrería es el oficio que lucha todos los días para seguir vigente, ya que en la actualidad es un lujo para los caballeros contar con un traje que le queda a la perfección; sin embargo, para Ricardo González Rojas, quien es sastre desde hace más de 50 años, es su pasión y su fuente de ingresos.
En entrevista con Multimedios Puebla, destacó que como sastre se ha enfrentado a diferentes adversidades, como son; las tiendas que venden trajes a precios bajos, así como la pandemia provocada por el covid-19.
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Narró que ingresó a este oficio con su hermano mayor a los nueve años de edad, debido a que se quedó huérfano, pero ya de adolescente, comenzó a trabajar en una sastrería ubicada en la 2 Oriente en el Centro Histórico.
Al realizar trazos de un saco, en su mesa de trabajo de la sastrería, resaltó que fue en 1973 cuando comenzó con su negocio con una máquina y un mostrador, en un local ubicado en avenida Juan de Palafox y Mendoza 1406, donde actualmente sigue trabajando.
“Me empezó ir muy bien y en 10 años de comenzar con mi negocio, varios maestros sastres de gran prestigio me buscaron para que me integrara a la Asociación de Maestros de Sastres, pero la verdad no me animaba, porque yo no me sentía con ese compromiso de los maestros, y no acepte, pero fue tiempo después cuando acepté la invitación”, puntualizó.
Agregó que durante años estuvo en la asociación y gracias a su trabajo, después fue elegido como presidente de la organización a nivel estatal y luego nacional, al referir que en esta época destacó este oficio.
González Rojas indicó que al ser presidente de la Asociación de Sastres, le abrió las puertas para conocer a colegas a nivel mundial y que reconocieran su labor.
Abundó que por su trayectoria recibió el nombramiento de visitante distinguido en Veracruz, Campeche y Puebla.
El entrevistado comentó que en este oficio también hay especialidades, por ello, hay quien se dedica hacer trazos, cortar, hacer costuras, sacos, pantalones y chalecos.
Asimismo, refirió que su negocio le ha dado mucho, pues en sus momentos más fuertes, sus clientes le solicitaban demasiados casimires, por lo que contrató a 10 trabajadores y, actualmente cuenta con una empleada, de nombre Guadalupe.
Aunado a esto, mencionó que el trabajo ha disminuido y es por dos factores, la pandemia los afectó demasiado, ya que las fiestas se suspendieron y la gente no necesitó un traje para una ocasión especial o para salir a trabajar.
Además de la existencia de tiendas que ofrecen este tipo de ropa a bajo precio, aunque no quede a la medida, no obstante, expresó que cuenta con sus clientes, quienes acuden con frecuencia a la hechura de uno nuevo o a la composturas de algún pantalón, saco o chaleco.
Para finalizar, subrayó que el ser sastre se trata de habilidad y que le guste la costura para hacer suyo este oficio que lucha por seguir vigente, pues en el régimen de contribuyentes del SAT ya desapareció el giro.
CHM