¡Hasta siempre! Santa Lagunero parte al cielo en su trineo

Jesús Octavio González Coronado, el famoso Santa Lagunero, falleció a los 58 años la noche del 15 de septiembre. En MILENIO te contamos su historia.

Santa Lagunero falleció a causa de un infarto fulminante.
Lili Figueroa
Torreón, Coahuila /

Fueron 22 años ininterrumpidos los que el Santa Lagunero se dedicó en cuerpo y alma a llevar alegría y amor a los niños de escasos recursos de Torreón, a través de su trineo tan bien elaborado, con muchos sacrificios y apoyo de amigos, familiares y vecinos.

Jesús Octavio González Coronado, el famoso Santa Lagunero, falleció a la edad de 58 años la noche del 15 de septiembre, a causa de un infarto fulminante, ya que tenía tiempo padeciendo hipertensión, a partir de ahora, desde el cielo se encargará de abogar por los chiquitines para que nunca se borre la sonrisa de sus rostros.

A Jesús Octavio le sobreviven su esposa Rosa Elvira Yáñez Encarnación, así como sus cuatro hijos, Alma, Rosa Iveth, María de los Ángeles y Jesús Octavio González Yáñez.

En entrevista para MILENIO al concluir la misa de cuerpo presente en una funeraria ubicada sobre la avenida Allende, Rosa Iveth dijo que su papá estaba a punto de cumplir 59 años de vida.

"Ya no alcanzó a festejar su cumpleaños, los celebraría este 23 de septiembre, hace dos años le dio un EVS y pues lo deterioró mucho en su salud, a pesar de que tomaba sus medicamentos, realizaba sus terapias, si recuperó al 100 por ciento su movilidad, pero decía 'yo ya no soy el mismo, no me puedo mover como antes, correr', decía que se le entumían sus manos, tenía que descansar bastante, ya no podía continuar con el mismo ritmo", señaló.

Su labor como Santa Claus empezó hace 22 años, porque quería brindarles una ilusión a sus dos hijas más pequeñas, por lo que Jesús Octavio cubrió un carrito con papel metálico y fue de modo que les llevó bolos, patos y regalos a sus hijas.

"Eran regalos muy sencillos, pero muy bonitos, nunca dejó de ser una ilusión ver llegar a mi papá con esos regalitos, una ilusión muy bonita con la que en lo personal me voy a quedar para toda la vida y siempre la llevaré en mi corazón", detalló entre lágrimas Rosa Iveth.

Al paso del tiempo, Jesús fue ahorrando poco a poco, con ayuda de algunos amigos, familiares y vecinos, fue construyendo un trineo mucho más especial, ya que le donaban diversas cosas para poder armarlo.

"Si él necesitaba una reparación de alguna pieza o cualquier otra cosa, siempre estaban en la mejor disponibilidad, le daban juguetes, zapatos, ropa, bolos, todo lo que le donaban, mi papá con gusto lo recibía porque sabía que haría felices a muchos niños", agregó.

Este sueño que inició para agradar a sus hijas, fue creciendo y al paso del tiempo quiso continuar esta misión de alegrar a los infantes, a partir de ahí ya no se detuvo y decidió continuar con esta noble causa.

Visitaba colonias, hospitales y la cárcel

"Mi papá tuvo necesidades desde muy pequeño, fue de escasos recursos y por lo mismo comenzó a trabajar desde muy chico, su ilusión era llevarles alegría a los niños laguneros, por eso decía que deseaba compartir con el necesitado y fue la manera como se interesó en personificar a Santa Claus, siempre llevar una ilusión más allá, mejorar el trineo, su vestimenta, siempre emocionado por hacerlo cada año", recordó.

El Santa Lagunero recorría en su atractivo trineo colonias muy necesitadas, además visitaba a niños en los hospitales y a los que estaban con sus madres en la cárcel, de ese modo les obsequiaba un juguete.

"Él a veces no sabía por lo que estaban pasando ciertos niños, hubo algunos que se acercaban con mi papá y le decían, 'Santa yo no te pido nada, pero regrésame a mi mamá, o regrésame a mi papá, o a mis abuelitos, llévales una piedra como muestra de nuestro de amor'", palabras que sensibilizaban mucho a González Coronado.

Con una parte de sus ingresos, Santa compraba bolos, juguetes piñateros, entre muchas cosas más, gente que conocía de su labor, le donaba juguetes, zapatos, ropa, comida, incluso despensas.

"Todo lo brindaba a la gente necesitada, nunca le dio mal uso a nada, ayudaba a personas indígenas que están en la calle, llegó un momento en que no sólo pensaba en los niños, sino en la gente en general", recalcó.

Al preguntarle a Rosa Iveth cómo describe a su padre, contestó que como alguien maravilloso, un padre amoroso, alguien que pensaba primero en los demás que en él, que se quitaba el pan de la boca por dárselo a los demás, callando su sufrimiento en enfermedades, él decía que estaba bien, pero por dentro sabía que andaba mal, por fuera siempre mostró una sonrisa para no ver triste a nadie.

Sin duda alguna, Jesús, quien ejerció una profesión dentro de la mecánica, les deja a sus seres queridos un gran vacío, pero a la vez un gran legado, un amor que les enseñó a vivir y compartir, porque a pesar de que él ya descansa, continuarán con esta noble labor.

"Desafortunadamente la imagen de Santa no estará, pero sí vamos a seguir llevando su obra, su amor, su ilusión, llevar la alegría de Navidad, esa magia a los niños que la necesitan, tal vez no será la imagen que quieren ver, pero llevaremos un poquito de su amor, un poco de él en nosotros y que lo sigan viendo y recordando siempre como el Santa Lagunero, esos niños que más lo querían y que más lo necesitaban", explicó.

Cada diciembre era total actividad para Jesús Octavio, era una emoción total poder llevar alegría a los menores al entregarles un juguete, que aunque fuera pequeño o grande, siempre se preocupaba para que ningún niño se quedara triste.

"Estamos muy agradecidos por todo el apoyo y cariño que le brindaron a mi padre, porque a pesar de que los niños eran los que recibían los regalos, mi papá se llevaba mucho más al recibir tantas muestras de afecto, esas sonrisas que llenan, sin duda, él ganaba mucho más y agradecemos tanto apoyo, así como a la gente que nos manda mensajes en la página de Facebook de mi papá, Santa Lagunero", finalizó Rosa Iveth, quien posteriormente se dispuso junto con su familia, a darle el último adiós al Santa Laguero, QEPD.

GERR

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