El 19 de septiembre de 2017 un sismo cimbró la zona centro del país, cobrando la vida de cientos. Nuevamente la tragedia en un día conocido, pero también nuevamente reflejando la solidaridad de los mexicanos, de héroes que con uniforme o sin él salieron a las calles a salvar vidas.
Con el puño levantado, militares, marinos, bomberos, policías y la sociedad civil se unieron en la búsqueda de sobrevivientes. Entre los fierros retorcidos y los muros colapsados volvimos a ver agrupaciones conocidas por su voluntad de ayudar, en muchos casos arriesgando sus propias vidas. Una de ellas son los Topos, quienes nacieron tras el sismo de 1985 y ahora son reconocidos a nivel internacional.
“Yo empecé con una edad de 32 años en 1985, ahorita tengo 69, en el 2017 volví a participar con 64 años en Coquimbo, en Lindavista. Esto es bien hermoso porque llegamos a algún lugar, a un desastre, lo primero que dice la gente es 'ya llegaron los que saben', entonces es un compromiso tan fuerte, moral, emocional, que te obliga, te compromete a dar todo por ayudar”, comentó a MILENIO, Benjamín Isunza, integrante de los Topos.
El terremoto de 1985 unió a este grupo de personas, pero al paso de los años la voluntad de ayudar ha hecho que nuevas generaciones se sumen a Los topos y en el 2017 se enfrentaron a algo que nunca habían vivido.
“Hubo muchos elementos nuevos que estaban preparándose y les tocó el 2017, entonces les tocó inclusive ese impacto de llegar a una zona de desastre, de saber que había gente atrapada, todavía no asimilaban bien el hecho de lo que tenían que hacer en el sentido de: me meto, no me meto, les daba esa como incertidumbre y es lógico sobre todo cuando pones tu vida en riesgo”, refirió Daniel Flores, otro integrante por 22 años del grupo más famoso de rescatistas en el país.
Con 30 años de edad y seis en Los Topos, Marlene Lozada buscó desde joven aportar algo a la sociedad. Encontró no sólo cómo ser rescatistas sino a un equipo que se ha convertido en su familia. En 2017 tuvo su prueba de fuego.
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“A mí me tocó participar en Chimalpopoca y en Coquimbo posteriormente, fue una experiencia difícil porque por mi tamaño por mi complexión era a quién metían primero entonces entraba a los lugares. En este caso Benja me apoyaba dándome seguridad, él se encargaba de darme la seguridad y decirme: entra, cualquier cosa me avisas”, relató en entrevista.
Estos rescatistas destacan el empuje de los mexicanos en momentos de crisis.
“Cuando oímos por la radio que había una escuela donde había al parecer niños atrapados estábamos lejos para trasladarnos, de la Condesa a Coapa. Con el tráfico, la ciudad era un caos impresionante. Paramos ahí a unos bikers, unos motociclistas, y les pedimos el apoyo, pero éramos 15 y ellos tres. Empezaron a hablar y de repente se dejaron venir toda la caravana de motociclistas y cada topo se subió a una moto, nos fuimos directo y llegamos en 15 o 20 minutos y obviamente llegamos a prestar la ayuda.
“Lo hemos visto en otros lados, por ejemplo, en Indonesia. Tú no veías esto de la gente, se quedan viendo en lo que trabajas, en lo que buscas a las personas, pero no se mueven. Lo llegas a ver en otros países pero no como en México es muy particular la solidaridad qué caracteriza al pueblo mexicano”, agregó Daniel.
Con silla de ruedas, se suma a labores de rescate
La emergencia movió a muchos, incluso a quienes con alguna discapacidad rompieron barreras, es el caso de Eduardo Zárate, que en silla de ruedas se sumó a las labores.
Desde Morelia, Michoacán, Eduardo, quien ahora es consultor y conferencista, recuerda lo sucedido y cómo tras enterarse del sismo y el nivel de la emergencia, el mismo 19 de septiembre se trasladó a la capital, en donde fue captado por el fotógrafo Jorge Zubillaga, con un costal retirando escombro en un edificio de la colonia Del Valle. La imagen se volvió viral e inspiró a muchos, lo que le valió reconocimientos.
“No lo pensé, yo creo que fue en automático, fue como lleno de gusto y solamente la adrenalina de querer ayudar porque en ese momento lo único que quieres es sumarte a las labores, es ser parte de esto que se estaba viviendo y ser parte en positivo.
“Me deja de experiencia el saber que hice lo que me tocaba en ese momento, que hice lo que estuvo en mis manos y en mis ruedas para así poderme sumar a la reconstrucción de este país”.
Eduardo busca aprovechar la fama que le dio la viralización de la fotografía, pero intenta canalizarla para llevar su mensaje de superación a los jóvenes.
“Los límites se encuentran aquí en la mente, y la mayor discapacidad, siempre he dicho, es el no querer y no sumarse, el no aventarse”.
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