Muy poca gente puede imaginar o considerar que desplazarse en transporte público o por las banquetas puede ser para algunos toda una odisea. Una discapacidad por nacimiento ha obligado a Enrique Alfredo Bermúdez Hernández y Claudio Adalberto Pacheco de la Torre a enfrentarse a una realidad incómoda: la carrera de obstáculos que a menudo supone para las personas con problemas de minusvalía física el tener que viajar en autobús, combi o la Ruta. Esto a pesar de los planes de accesibilidad universal aprobados desde hace años por administraciones gubernamentales.
Los dos cuentan de las trabas con las que se encuentran de manera frecuente las personas que se desplazan en silla de ruedas por el transporte público, la calle y en los edificios públicos, donde esta situación se supone que por ley ya debería de estar atendida y resuelta.
“Es muy difícil transportarse por esta ciudad porque aunque haya rampas para discapacidad muchas veces son bloqueadas por los vehículos, muchas veces no toman en cuenta la movilidad de las sillas de ruedas y en muchos lugares no hay rampas”, detalla Enrique Alfredo Bermúdez, quien es el encargado del área de estacionamiento en la Unidad Deportiva Mario Vázquez Raña (Udsep), donde tiene que luchar de forma constante con los usuarios para que respeten las áreas asignadas para las personas que como él, emplean silla de ruedas.
“Hay de todo, hay gente que sí te cede el paso, pero también hay gente que al transitar por la calle te avienta el vehículo o no se arrima”, comenta tras ser cuestionado si los transeúntes y automovilistas le permiten desplazarse.
Incluso bromea cuando narra a lo que se enfrenta de manera cotidiana.
“Mira, hay veces que hasta parece que fueron hechas con especial atención. Hay veces que vas a los baños en los centros comerciales y te encuentras con que hay rampas para llegar a los baños y llegas al baño y hay un escalón. Entonces muchas veces es eso, que no puedes ingresar a pesar de que hay rampa o se supone que hay rampa en el baño pero no te permite pasar donde termina”.
Otra situación que vive es la discriminación y falta de respeto de los usuarios en el transporte.
“En la Ruta (Red Urbana de Transporte Articulado) que sí trae los lugares para las personas con discapacidad no falta que ya vienen ocupados por la gente y no te permiten usar el espacio, se molestan si les dices que tienes que usar el espacio con la silla y hasta hay gente que te dice una grosería o te tacha de que para qué te dejan subir, así me ha tocado mucha gente”.
Por lo que respecta a los edificios públicos, asegura que cuentan con implementos pero omitieron ponerlos a los niveles en los que deben ser.
“No deben de exceder de un grado de inclinación y en algunos lugares por cumplir con el hecho de que tengan rampas ponen un pedazo de lámina con una inclinación muy grande y no es viable para alguien con silla el poder llegar. Muchas veces es eso”.
Otro punto que omiten considerarlos es en las alturas de los mostradores, agrega.
“No en todas partes. Pero sí hay algunos, incluso en bancos me ha tocado llegar y te ponen una caja para que puedas estar al nivel para que te vea bien la cajera, pero en la mayoría de los casos no lo hay”.
Lamenta que exista todavía mucha discriminación y eso se extiende a lo laboral.
“Muchas veces nos tachan de que nada más estamos viendo cómo podemos conseguir una pensión y no valoran o consideran si podemos o no hacer el trabajo. Hay veces que aunque puedas hacer el trabajo igual o mejor que otra persona te pagan menos que a una persona que está bien (físicamente)”.
Añade que cuando ocurre una situación así no les dan una explicación o justificación, solo les indican que si desean o no el empleo.
En su caso suma diez años laborando en la Udsep pero percibiendo un salario menor que la persona que cumplen la misma función que él.
“No me dicen nada, no me dan ningún argumento. He hablado con diferentes personas que han estado aquí (en la administración) y no me dicen nada. Solo me han dicho que van a ver y hasta ahí queda. Hubo un jefe que fue el que más me acercó hacia el sueldo de los demás compañeros, pero hasta ahí”.
De igual forma carece de prestaciones, motivo por el cual ha intentado conseguir otro empleo, pero en todos lados le indican que lo aceptarían pero con un salario menor que el resto de los trabajadores.
Para complementar sus ingresos, Enrique, quien tiene 50 años de edad y tres hijos, desde los 15 años de edad se ha desempeñado como hojalatero y pintor, pero los clientes, la primera vez que requieren sus servicios, al conocer su condición física desconfían.
“Muchas veces se quedan pensando, ‘no va a poder manejar’, ‘no va a poder hacer las cosas’, porque muchos piensan que el trabajo de la hojalatería es algo muy pesado, y sí es pesado, pero una vez que lo desempeñas te acostumbras”.
Por último, dice: “Nunca me he rendido ni lo haré. Siempre camino y veo para adelante”.
Cabe mencionar que en Puebla, 246 mil personas tienen alguna discapacidad, según datos del último Censo de Población y Vivienda, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2010.
De esta población, 47 mil viven en el municipio de Puebla. La discapacidad visual es la más común, y la padecen 24 mil 327 personas; trece mil 623 tienen una discapacidad intelectual y seis mil 985 tienen dificultades de lenguaje y auditivos.
mpl