La zona centro de Tampico siempre ha estado rodeada de peligros. Eso lo saben muy bien los comerciantes del primer cuadro, quienes aún se estremecen al recordar aquel estruendo en Olmos 207 que rompió de tajo la tranquilidad de una tarde de marzo.
La tragedia del Emir es uno de los casos más impactantes en el corazón del centro de la ciudad. El día 9 de este mes se cumplen ya 21 años de aquella explosión que vino a desnudar las condiciones en que operaban algunos negocios. El rostro de la negligencia y del terror.
El reloj marcaba las 14:40 horas, cuando dos explosiones provenientes de un tanque estacionario en la azotea del restaurante y cafetería Emir (donde hoy es Modatelas) cimbraron 26 edificios de ocho manzanas del sector. La onda expansiva fue impactante.
La movilización de los cuerpos de emergencia no se hizo esperar. De la sorpresa se pasó a la acción y la ayuda ciudadana fluyó también para auxiliar a los heridos. El recuento fue de por lo menos 42 lesionados dentro y fuera del inmueble.
Pero la peor parte se la llevaron dos jovencitas empleadas del lugar, una de ellas de tan solo 15 años de edad, que sufrió quemaduras de tercer grado hasta en el 60 por ciento de su cuerpo.
Los trágicos hechos…
Hubo dos estallidos, uno seguido del otro tan solo por segundos. El estruendo provocó pánico entre las personas que se encontraban de compras en el centro; muchos corrieron para alejarse del sitio de la explosión y se congregaron en las plazas de Armas y de la Libertad.
Los efectos de la segunda detonación se pudieron sentir en un radio de hasta 400 metros de distancia, narra el cronista porteño Josué Picazo Baños.
Al interior del restaurante, se escuchaban los quejidos de dolor de aquellas empleadas y comensales que fueron alcanzados por la onda expansiva, sufriendo quemaduras graves.
Otros más fueron presas de crisis nerviosas por la desesperación de querer salir de ese infierno. Aún en medio de sus lesiones, hubo quienes lograron retirarse por su propio pie y pedir auxilio, mientras que frente al inmueble otras personas que iban pasando al momento de los hechos quedaron tendidas sobre el suelo semiinconscientes.
Testigos narraron que muchos de los heridos traían la ropa desgarrada o pegada a la piel, otros lucían ensangrentados, por lo que algunos transeúntes así como un agente de tránsito no dudaron en correr a auxiliarlos, llevándolos cargados hasta la esquina que forman las calles Olmos y Díaz Mirón, donde fueron atendidos por la Cruz Roja.
Entre las historias de heroísmo que se observaron ese día, se encuentra la del agente Antonio Cruz Chaires quien rescató a una joven empleada que estaba gravemente lesionada por las quemaduras. Ella se encontraba en el tercer piso del café y en medio de su desesperación, pretendía saltar hacia el techo de un microbús para escapar del fuego.
Algunas personas la convencieron de no hacerlo y el uniformado logró subir a auxiliarla, siendo trasladada a un hospital.
Otro de los actos de heroísmo fue protagonizado por el ciudadano Andrés Ramírez Martínez, quien tras la primera explosión, no salió corriendo del lugar, donde se encontraba comiendo, sino que trató de cargar a su amigo Indalecio Navarro Aguilar, vendedor de billetes de lotería.
Este último, por su condición de discapacidad al carecer de extremidades inferiores no había reaccionado a tiempo, quedando a merced de un segunda estruendo.
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Casino Tampiqueño y Hotel Inglaterra también resienten daños...
Al interior del Casino Tampiqueño, el comedor se llenó de escombros, narró a los medios de comunicación el ex alcalde Diego Alonso Hinojosa Aguerrevere, quien realizaba una reunión con el Club Rotario ya que había visitantes de Victoria, Mante y Matamoros.
El cronista porteño comenta que el entonces presidente municipal José Francisco Rábago Castillo se encontraba en su oficina, ubicada en el ala norte del palacio municipal sobre el cruce de las calles Carranza y Colón, en donde escuchó el primer estallido, y luego sintió la vibración del segundo.
Por lo que salió de inmediato de la presidencia y al ver la confusión que reinaba en la plaza de Armas, intentó comunicarse con la entonces secretaria general de Gobierno, Laura Alicia Garza Galindo.
En los minutos siguientes a los estallidos que provocaron que se rompieran 45 ventanas del Hotel Inglaterra, el riesgo persistía debido a que un segundo tanque de gas de 500 litros de capacidad se encontraba a solo 6 metros del que explotó.
22 bomberos comandados por Luis Humberto Camacho Mora, se dedicaron a extinguir las llamas y enfriar el depósito. En estas tareas también participó personal de emergencias de la refinería Francisco I. Madero.
Además, se sumaron grupos como Radioayuda, Grupo Delta e infantes de Marina. Coordinó el operativo el director de Protección Civil municipal, Eduardo Zamorano Riestra, sobre quien cayeron los cuestionamientos por lo sucedido.
Por los lamentables hechos el Ejército Mexicano activó el plan DN-III, llegando al sitio de desastre 92 elementos a bordo de cuatro unidades, quienes acordonaron el área y desalojaron la calle Olmos.
En una rueda de prensa realizada a las 18:30 horas de ese día, el alcalde informó que la causa probable del accidente era una falla en la válvula de relevo o por fatiga del material de este depósito de gas.
Explicó además, que la primera explosión dañó la instalación eléctrica del edificio, lo que provocó un cortocircuito que, a su vez, dio lugar al segundo y más fuerte estallido, ya por la tarde fueron dadas de alta 15 personas lesionadas.
Para el viernes 10 de marzo, solo once de las personas lesionadas en la explosión continuaban internadas; cuatro de ellas en estado grave por presentar quemaduras en más del 40% del cuerpo. Pero la más delicada seguía siendo Elvia Ortega Maya, quien recibió el impacto directo en el 60%.
El entonces gobernador, Tomás Yarrington Ruvalcaba, acompañado por el presidente de Tampico, visitó el sitio de la tragedia, en donde se anunció como prioridad el atender a las personas heridas e informó que Ortega Maya iba a ser trasladada vía aérea a Galveston, Texas, con gastos cubiertos por el gobierno estatal ya que tan solo el costo del traslado aéreo fue de 15 mil dólares.
Elvia Ortega, jovencita de 15 años originaria de Pueblo Viejo, era mesera del Emir. La menor fue apoyada por la Fundación Michou y Mao y la Fundación Mary Jones de Edgar. Antes de su traslado, se le practicó una traqueotomía de urgencia.
Durante décadas, el Emir fue uno de los cafés preferidos de la población porteña. Quienes eran sus clientes, aún recuerdan con agrado los tamales y panes que ahí preparaban.
En el lugar se exhibían fotografías y pinturas alusivas a la actividad del puerto. Además de que en la década de los 60, fue uno de los pocos cafés que contaban con rockolas o sinfonolas.
EMPIEZAN LOS PERITAJES
Tras el peritaje, el entonces procurador Eduardo Garza Rivas dijo que el accidente pudo haber sido causado por una fuga de gas. Pese a que estaba a la intemperie, en la azotea, el combustible pudo haberse acumulado en un ducto, pues el gas es más pesado que el aire, argumentó.
El comandante de bomberos, Luis Humberto Camacho Mora, a su vez, sospechaba que el accidente se debió a una “represión” debido al fallo de una válvula en el tanque dañado.
Luciano Santo, gerente de la empresa Hilda Gas, expresaba que el estallido tuvo como causa un incendio que inició en la cocina.
El tanque tenía una capacidad de 1000 litros y el que quedó intacto era de 500 litros, ambos estaban al 50% de su capacidad y aseguró que eran relativamente nuevos.
Dos días después de los hechos, dos negocios presentaron denuncias ante el MP por daños en propiedad ajena, a causa de la explosión.
Tras lo ocurrido, al municipio le tomó casi dos años elaborar un Plan Estratégico y Programa de la Subdirección de Protección Civil para establecer medidas de prevención y evitar riesgos.
LOS HERIDOS
Al IMSS se trasladó a 10 lesionados, entre estos el hombre discapacitado de nombre Indalecio Navarro, quien vendía boletos de lotería en la entrada del local, así como cinco jovencitas empleadas del propio Emir, farmacia El Fénix y Paola Novias, algunas tenían apenas entre 12 y 13 años de edad.
Al Canseco se canalizaron 11 lesionados en total. Dos de estos, graves: Elvia Ortega Maya, de 15 años, con quemaduras en el 60% del cuerpo y en vías respiratorias y Gabriel Roberto Pérez Steer, de 61 años, con quemaduras en el 45% del cuerpo.
Al Issste se condujo a 5 heridos, entre ellos un niño y una niña de 4 y 5 años de edad, quienes se encontraban en la nevería La Minerva ubicada frente al Emir y sufrieron heridas cortantes.
El Hospital Regional de Pemex recibió a 3 lesionados, mientras que al Hospital Militar, se trasladó a 6 lesionados con heridas superficiales, entre estos: Sergio Pérez Vargas, síndico de Pueblo Viejo; Margarito Azúa Torres, regidor de allá también; y Patricio González Ochoa, de 65 años, ex alcalde del citado municipio. Además, 2 mujeres que sufrieron crisis nerviosa y una niña de 5 años.
En el Hospital Civil de Ciudad Madero fueron atendidos 2 lesionados. En la Beneficencia Española se brindó apoyo médico a 3 lesionados, que comían en el restaurante Inglaterra y resultaron con lesiones cortantes.
El negocio era propiedad de Gonzalo Ortiz Hernández y administrado por sus hijos, comentó el historiador tamaulipeco Francisco Ramos Alcocer.
Tras la explosión no volvió a abrir sus puertas ya que destruyó sus instalaciones, solo sobrevive una sucursal, ubicada frente a la Central Camionera, en la calle Rosalío Bustamante.
Una más ubicada en Alfonso G. Alarcón, entre Altamira y Obregón, frente al antiguo Hospital Civil, también fue cerrada.
SJHN