El Fray Andrés de Olmos: de invasión al parque más bello

Edición Fin de Semana

Tesoro tampiqueño. Es un punto de visita obligado para propios y extraños, es un patrimonio natural de Tampico donde se conjuga la naturaleza con la urbanidad, donde los atardeceres se vuelven únicos

Parque Fray Andrés de Olmos en Tampico. (Yazmín Sánchez)
Antonio Campos
Tampico /

Uno de los más hermosos atractivos turísticos con que cuenta Tampico es el parque Fray Andrés de Olmos, puerta de entrada a la Laguna del Chairel, donde la naturaleza permite asomarse a un paraíso rodeado por la urbanidad.

A los jóvenes les asombra escuchar de sus abuelos que esa zona tan bella, en una época se encontraba invadida por familias de escasos recursos que se habían refugiado en el lugar tras perder su casa en las inundaciones del 55.

Después de varias décadas, esas personas fueron reubicadas hacia el norte de la ciudad y el lugar tuvo un desarrollo que hoy en día es orgullo de los tampiqueños y punto de visita obligada para los visitantes, quienes son esperados en las próximas vacaciones de Semana Santa.

¿Dónde se ubica?

Se encuentra a la orilla dela Laguna del Chairel en la calle Tancol en la Colonia Santo Niño.


Riqueza Natural

El parque Fray Andrés es hoy en día uno de los lugares favoritos de las familias, por la belleza natural que lo rodea, porque es el marco perfecto para hacer ejercicio y divertirse a la vez, o simplemente para ir a meditar o romancear.

Un sitio ideal para descansar. (Yazmín Sánchez)

El atardecer ahí es único, ya que el cielo se vuelve rojizo y se refleja en el espejo que forman las aguas de la Laguna del Chairel. La flora y la fauna complementan el paisaje, inolvidable para propios y extraños.

Actualmente se mantiene cerrado al público, después de casi un año de no permitirse el acceso debido a la pandemia de covid-19Hoy los parques están a la espera de que el Consejo de Salud anuncie que se permite el aforo del 50% ya que genera un ambiente propicio para poder salir del estrés causado por el confinamiento domiciliario.

Hay un espacio delimitado en donde los paseantes, principalmente jóvenes, pueden nadar, mientras los pequeños disfrutan la alberca pública para menores de once años. Otra opción es rentar lanchas y kayak para quienes prefieren navegar en las apacibles aguas.

Este lugar es parte del patrimonio natural que tiene el puerto de Tampico, y que muchas ciudades envidiarían al conjugar cuerpos de agua con zonas urbanas, comenta el historiador Francisco Ramos Alcocer.

Tiene una alberca. (Yazmín Sánchez)


Tras pandemia retomará su esplendor

La larga espera no fue en vano. Durante el tiempo en que permaneció cerrado al público, el parque tuvo algunas remodelaciones para hacerlo aún más hermoso y agradable a los visitantes.

En octubre del año pasado, el alcalde Jesús Nader dijo que cuando la pandemia lo permitiera, el sitio retomaría su esplendor. Y se espera que en Semana Santa vuelva a brillar.

“Por esa razón, trabajamos para ampliarlo y embellecerlo con andadores, palapas, puentes peatonales, asadores y bancas, enriqueciendo así este espacio de recreación que estará esperándonos cuando superemos la contingencia”.
Los niños pueden divertirse en los columpios y las resbaladillas. (Yazmín Sánchez)

Las familias ya han empezado a acudir y se muestran fascinadas. La contingencia sanitaria obliga a hacerlo tomando todas las precauciones necesarias, como el uso de cubrebocas, gel antibacterial y guardando la sana distancia.

Su historia

Hacia principios del siglo XIX, la Laguna del Chairel y el río Tamesí contaban con una riqueza extraordinaria de población de especies, por lo que familias y personas que vivían de la pesca acudían con frecuencia. Fue entonces que en ese periodo se crearon los primeros balnearios desde el Cascajal.

El sitio era en esa época más popular que la propia playa de Miramar, ya que no había fácil acceso para llegar a lo que ahora es el máximo paseo turístico de Ciudad Madero.

Un cartel informa a los visitantes la historia de este sitio recreativo. (Yazmín Sánchez)

Ya en el siglo XX se empezaron a construir sobre las partes elevadas del sector, las colonias Águila, Altavista y Las Flores, narra el cronista porteño Josué Picazo Baños.

Entre los años 20’s al 50’s, esta zona fue agarrando fama por los balnearios que ahí operaban y que eran conocidos por los nombres de Piratas, El Rojas y el Regatas, ubicados frente a la llamada Isla de la Pitaya, el área más visitada por los tampiqueños.

Los dos primeros estaban abiertos para toda la población, mientras que el último únicamente era frecuentado por familias con un mayor poder adquisitivo, lo que les permitía mejores comodidades a quienes acudían al club.

Empiezan las invasiones

Picazo Baños menciona que en esta zona de la laguna, hubo algunas invasiones de personas, principalmente aquellas que resultaron damnificadas tras las inundaciones de 1955, que causaron gran dolor a las familias del sur de Tamaulipas. 

Hubo quienes fueron apoyados para poder reubicarse en otras partes de la ciudad, pero muchos que se dedicaban a la pesca, al no tener otra forma de generar ingresos para la manutención de sus hijos, decidieron quedarse en las márgenes del vaso lacustre.

Fue así como se instalaron de manera irregular muchas familias que, como pudieron, establecieron sus viviendas en el sector Fernando San Pedro y Fray Andrés de Olmos; hubo quienes por necesidad pidieron trabajo en el Club Campestre, donde aprendieron golf y se dedicaron como caddies (entrenadores).

La presencia de los paracaidistas generó una gran insalubridad en la zona y el problema fue creciendo hasta volverse insostenible. El gobierno municipal empieza por pedir a los residentes que aceptaran una reubicación.

Fue en la administración de Fernando Azcárraga (1993-1995) cuando se procede al desalojo de los pobladores y se les lleva a la colonia Nuevo Amanecer, donde les ofrecieron una vivienda a precios accesibles.

Para mayo de 1997 (gobierno de Diego Alonso Hinojosa), la Comisión Nacional del Agua concedió al Ayuntamiento de Tampico el uso para fines recreativos del terreno donde hoy se ubica el parque Fray Andrés de Olmos, lo que marcó el inicio de la historia de este bello sitio.

Fue hasta octubre de 1998, cuando el municipio lanzó la licitación para que un particular se hiciera cargo del proyecto del parque, el cual fue adjudicado a Oscar Casanova Sánchez.

Sin embargo, la Conagua se inconformó debido a que la obra contemplaba la construcción de un restaurante bar, de tal manera que la siguiente administración municipal (ya en el trienio de José Rábago) canceló la concesión el 26 de agosto de 1999.

Finalmente, el parque Fray Andrés de Olmos, se concluyó durante el trienio de Arturo Elizondo (2002-2004), su proyecto original era muy parecido a lo que vemos hoy, que es un centro recreativo con palapas, asadores, rampa, jardines, árboles.

Familias visitan el Parque Fray Andrés de Olmos. (Yazmín Sánchez). (Yazmín Sánchez)


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