Maribel, una mujer de aproximadamente 50 años regresó a su casa triste porque no logró vender nada en el tiradero del mercado sobre ruedas de la colonia Dos de Junio en Tampico, su deseo era llevar flores a la tumba de su madre.
Salió de su casa ubicada en la colonia Insurgentes a las seis de la mañana, cargando una bandeja y una bolsa llena de cosas usadas para poder vender en el mercado rodante.
Pero no todo el día fue así para la madre de familia pues en un acto de bondad, el taxista que la llevó de regreso a su hogar le hizo el primer regalo por el Día de las Madres al no cobrarle el servicio de la "carrera".
Llegó temprano, solo tomó un café por la mañana y salió con la bendición de Dios. Justo un día antes del Día de las Madres.
“No hombre, oiga, hoy estuvo muerto, no vendí ni siquiera para pagar el taxi de regreso a mi casa y todos estamos así, hay poca venta, hay mucha competencia, pero no sé por qué hoy no se vendió”, dijo doña Maribel, una mujer que no se da por vencida ante lo difícil de la vida que puso a muchos a prueba con una pandemia, que todos los días lucha con ventas de artículos de segunda mano para poder sacar el gasto del día.
“Hoy vine a éste rodante, los martes voy a la Borreguera, también acudo al del Polvorín en Madero y al de la Niños Héroes, y así recorro varios rodantes a la semana”.
La vendedora ambulante, no es nueva en este negocio, cuenta ya con una gran experiencia de por lo menos tres años ofertando productos para vestir o calzar, incluso algunos juguetitos para niños.
“Tengo varios años vendiendo y es como todo, a veces hay buenas ventas de 200 ó 300 pesos, pero, hoy de verdad estaba muerto”.
Platica, que no sacó ni para las flores que quería llevarle a su mamá al cementerio.
“Mi madre ya no vive, pero, mire ni siquiera saqué para las flores… estoy muy triste”, dijo.El taxista solo sonríe mientras conduce la unidad al punto destinado y después de varias cuadras de recorrido. “Mire, ahí está mi casa, dé la vuelta en u y ahí me deja, ¿cuánto es?, dígame”.
El taxista contesta y le da una sorpresa, “no se preocupe, es su regalo del Día de las Madres”.
“¡Ay señor de verdad! que, mire, me sacó las lágrimas, me dejó para mis tortillas”.
“No se apure señito, ese regalo se lo manda Dios”.
Y así Doña Maribel, con sus ojos llorosos y una sonrisa en su rostro entró a su casa con el primer regalo del Día de las Madres, con la esperanza de que hoy todo irá mejor.