Enfermeras, médicas y policías, así luchan ellas contra el covid-19

Todos los días y desde diferentes trincheras combaten al coronavirus enfrentándose a diversos retos como largas jornadas, material escaso y el miedo a llevar el virus a casa.

Médicas, enfermeras, policías, ellas así luchan contra el covid-19 / Óscar Ávila
Nancy Corro, Luis Madrid, Gustavo Pacheco y Guadalupe Barbosa
México /

La Mujer Maravilla, Capitana Marvel, Batgirl, La Bruja Escarlata son algunas superheroínas que luchan contra villanos. En la realidad son enfermeras, policías y doctoras las que desempeñan ese papel, enfrentando una enfermedad que ha dejado miles de fallecimientos en el mundo.

Ellas son amas de casa, hijas, hermanas, madres o esposas, pero al salir de casa, luchan todos los días contra el covid-19 desde diferentes trincheras. Desde atender a pacientes que llegan con los primeros síntomas, hasta dar seguimiento a los que están conectados a un respirador artificial; cada una de ellas colabora para que superen la enfermedad.

Estas son seis historias de algunas de las muchas mujeres que día con día se enfrentan al covid-19, una nueva enfermedad para la cual no existe tratamiento ni vacuna.

Yazmín pasa más de 8 horas sin tomar o comer nada

Desde que se registraron los primeros casos de coronavirus en el Estado de México, Yazmín Omaña, enfermera general en el Hospital Regional No 72 del IMSS ha sido parte del personal que atiende pacientes con covid-19 en dicho centro de salud, labor que le ha resultado desgastante, ya que debe permanecer en aislamiento por ocho horas continúas.

Todos los días se traslada en su automóvil hacia el hospital, por lo que nunca ha sufrido de algún tipo de agresión en la vía pública; sin embargo, sus compañeros sí lo han padecido. “Les ha pasado discriminación en el transporte donde se llegan a subir, insultos verbales más que nada”, recuerda.

Respecto a su trabajo en el hospital, Yazmín considera que “no es tan complicado”, ya que se enfoca en mantener el confort de los pacientes; sin embargo, debe procurar que el paciente no se deteriore con la enfermedad; pero pese a que parece algo sencillo, se complica al no poder quitarse el equipo de protección durante toda la jornada.

“Te tienes que preparar psicológicamente y antes de entrar hacer tus necesidades, porque no podemos hacerlo hasta que podemos salir, al menos yo trato de no tomar agua o comer algo para que no tenga que salir del área covid”, de lo contrario tendría que usar un equipo nuevo y eso es algo que ella y sus demás compañeros procuran hacer lo menos posible, ya que es escaso.
“El instituto nos da un kit con batas, cubrebocas, botas y guantes, pero el resto del equipo lo compramos nosotros”.

No obstante, una de sus mayores preocupaciones es poder llevar el covid-19 a su hogar, debido a que puede contagiar a alguien que sea vulnerable a la enfermedad, por lo que ha tenido “un desgaste mental de que tú puedes contagiar y que no puedes hacer mucho, porque no hay cura todavía y uno trabaja con lo que tiene”.

“Todo el tiempo se piensa en eso, y más si vives con gente vulnerable y eso lo hace más complicado. Yo salgo del hospital, me baño, me cambio de ropa, llego a casa y de nuevo hago una desinfección de mi auto afuera, llego, me cambio, meto mi ropa a lavar y me baño de nuevo, todos los días siempre que llego de trabajar”.

Yunuen busca salvar vidas y ayudar a los pacientes a sobrevivir 

La vida de Yunuen Lugo Reyes, enfermera general del Hospital la Raza Especialidades ha cambiado drásticamente. Ella junto a otro grupo de especialistas busca salvar vidas y atender de la mejor manera a los pacientes.

"Trato de relajarme antes de entrar a trabajar, alimentarme e hidratarme bien porque sabes que una larga jornada laboral nos espera", refirió.

Además de tener miedo de contagiarse, la enfermera se enfrenta a ver cómo muchos pacientes pierden la batalla por el coronavirus.

"Es duro el tener que aceptar que esta enfermedad no distingue género, edad ni estatus económico y que en algunos pacientes la enfermedad es terrible, el tener que hacerse a la idea que diariamente muchos pacientes pierden la batalla", comentó.

Para evitar los contagios por coronavirus utiliza un pesado equipo de protección. De acuerdo con su testimonio es agotador portarlo, pues les hace sudar mucho y les lastima la cara.

El traje especial para evitar contagios "está compuesto por botas Qx, bata desechable, gorro cubrebocas N95, dos pares de guantes y gogles que se encajan en la piel".

Una de las dificultades a las que se enfrenta diariamente es ver cómo varios pacientes pierden la batalla.

"Es muy difícil cuando nos avisan que ya no se puede hacer más por ellos. El tener que aceptar que esta enfermedad no distingue género, edad ni estatus económico y que en algunos pacientes la enfermedad es terrible", compartió.

Además del cuidado, su papel es darle ánimos y el mejor trato y cuidados a los pacientes, "hacerles sentir que no están solos y que pueden salir de esta enfermedad".

Otra de las labores que desempeña es bañar a los pacientes, cambiar la cama, administrar los medicamentos, dar terapia de infusión, cuidar pacientes, apoyo emocional.

"Platicamos con ellos, dejamos que nos digan sus preocupaciones".

Con los pacientes que tienen apoyo ventilatorio ella y otras enfermeras aspiran secreciones por cánula y boca; realizan monitorización cardio pulmonar y hemodinámica; cuidado de su acceso venoso central, "manejo de aminas y medicamentos, aseo ocular, cambio de pañal y medidas de higiene".


Ariadna, la policía que lucha contra la delincuencia y el covid-19

Ariadna Guzmán trabaja todos los días en vigilar que las calles de la Ciudad de México sean seguras; sin embargo, por la pandemia de covid-19 las cosas no han cambiado para ella, salvo el kit de protección que lleva consigo diariamente. Alcohol, cubrebocas, gel antibacterial y sana distancia son sus herramientas para enfrentar al SARS-CoV-2, el virus que ha provocado miles de muertes en todo el mundo.

Para la oficial nada ha cambiado ante esta pandemia, la delincuencia sigue a la orden del día y su tarea es preservar la seguridad de todos los mexicanos, pues cada día se puede enfrentar a robos, homicidios, persecuciones, entre otras tareas.

La elemento de la Secretaría de Seguridad Ciudadana cuenta que cuando sale todos los días a trabajar se mentaliza de la mejor manera, sin tenerle miedo al SARS-CoV-2.

“Tú te mentalizas de que tú estas en tus horas de trabajo y es normal porque creéme, si tú sales con esa idea de que sí me voy a enfermar muchas veces es mental de que uno se enferma, de que ya se empieza a sentir mal o que ya tiene dolor. Al menos yo siempre salgo y digo hoy que voy a aprender de nuevo”, narra.

En las estaciones de policía de la Ciudad de México, Ariadna ha tomado medidas con el fin de que se disminuyan los contagios. Los elementos que entran son pocos, las actividades se hacen con poco personal y las medidas de higiene han sido más estrictas.

“Nosotros tratamos de que en nuestras estaciones de policía no haya tanta aglomeración de compañeros. Antes hacíamos la formación de subir, bajar la bandera, dábamos las recomendaciones para el turno, entonces todo eso tratamos de evitarlo para no tener aglomeración de compañeros, mantener nuestra distancia”, comenta.

Una de las cosas que Ariadna ha notado en el cambio de su trabajo durante esta pandemia es el incremento de llamadas para atender a personas que tienen una enfermedad.

“Nosotros nos entrevistamos con familiares y ya cuando nos indican cuáles son los síntomas se le llama al personal de ERUM que son los que nos apoyan, pero ellos vienen con su equipo especial, entonces nosotros nada más ahora sí que tenemos contacto con familiares, pero de igual forma a cierta distancia”.

Cuenta que es triste ver a una persona con covid-19 porque no se cuidó y no siguió las recomendaciones necesarias para no contagiarse.

“Te da tristeza porque hay veces que las personas tomaban como que muy a la ligera la situación y te pones a platicar con sus familiares y decían no es que él no nos hacía caso, porque la realidad es cuando las personas tienen un familiar cercano en esta situación es cuando hacen conciencia y es cuando empiezan a tomar sus medidas”, dijo.


Es adrenalina pura trabajar con pacientes con covid-19: Lorena, enfermera 

“Es adrenalina pura, es que no te lo puedo explicar, yo a veces digo que a mí me encanta este servicio porque no todos los pacientes llegan igual, no todos los pacientes son graves. Día a día se presenta un nuevo síntoma, día a día una nueva complicación, entonces durante estos tres meses ha sido una experiencia en la que ves cómo la naturaleza es tan grande que somos como una fruta, si no te cuidas te vas pudriendo y te puedes deshacer en un momento”, cuenta Lorena Pineda, enfermera del IMSS que atiende a pacientes con covid-19.

Para trabajar todos los días, la profesional de salud con más de 30 años atendiendo pacientes, dice que lo hace con la bendición de Dios, ya que las jornadas de trabajo son pesadas, hay veces que a la clínica llegan todos los enfermeros contagiados de hospitales.

“Ahorita en la clínica nos están llegando todos los enfermeros de los hospitales contagiados, entonces imagínate si les están dando incapacidad por contagio cómo están cubriendo sus áreas, cuántos pacientes se están quedando por enfermería o por médico, entonces es ahorita en los hospitales una sobrecarga de trabajo que ahora sí en tu profesión es amor al trabajo te hace ser fuerte”, cuenta Lorena.

Uno de los obstáculos que han tenido que enfrentar médicos y enfermeras es la escasez de material de trabajo, algunos como Lorena han tenido que comprarlo de su bolsillo, ya que en ocasiones no se destinan tantos para la clínica en donde ella trabaja, sino en los hospitales donde se atienden a las personas con covid-19.

Caretas, googles, overoles, botas, cubrebocas son algunos de los aditamentos que tiene que usar día con día para atender, en primer nivel, a los pacientes con covid-19; sin embargo, eso no se los proporciona el instituto.

En sus 30 años de carrera como enfermera, Lorena ha visto muy de cerca otras tres pandemias: VIH, cólera e influenza, para ella las tres han sido mortales y desconocidas en su momento, por lo que en momentos puede llegar a compararlo con la actual pandemia por covid-19.

“Yo les platico a mis compañeros cuando fue la epidemia del VIH era lo mismo, todo mundo tenía miedo de agarrar a los pacientes, de convivir con los pacientes porque es algo desconocido, algo que nunca en tu vida habías visto o escuchado. Era un pavor horrible en donde nadie quería tocar a nadie y todo mundo se sentía con síntomas de VIH. Si uno se prepara psicológicamente diciendo es mi trabajo, es mi profesión, yo estudio para esto, vas hacer con alegría lo que haces y a salvar vidas”, cuenta.

Lo más difícil para Lorena frente a esta pandemia es el no poder saludar ni abrazar a la gente, ya que para ella es una forma de calidez ante todo lo que sucede en el mundo.

“Yo creo que cuando tú saludas a una persona con un abrazo, con un saludo de mano, es satisfactorio porque sientes ese calor humano y el simple hecho de sólo alzar la mano y decir hola, pues es algo muy frío y en estos tiempos necesitamos un apapacho, sentirnos bien, sentirnos protegidos dentro de nuestra comunidad”.

Después de 16 años, Celia regresó a las trincheras 

Hace casi 16 años, Celia dejó su trabajo de enfermera quirúrgica en un hospital para dedicarse a ser madre y esposa. Cambió de residencia de Ensenada, Baja California, a León, Guanajuato, donde, dice, se tomó un descanso.

La Secretaría de Salud, a través de las conferencias de prensa vespertinas para dar a conocer la situación actual de covid-19 en el país, invitó a través de una convocatoria a médicos y enfermeras a volver a ocupar sus lugares para librar esta pandemia contra covid-19, Celia lo intentó e ingresó a un hospital de León.

"Cuando surge esta idea del gobierno de hacer este hospital covid estatal para pacientes, me animé, dije bueno por qué no, es mi oportunidad de regresar a los hospitales que es algo que siempre me ha apasionado. Fui presenté mi currículum y me contrataron", comentó.

La experiencia de Celia ha sido muy buena por todas las oportunidades que ha tenido de salvar una vida, de ver cómo una persona se puede recuperar de un "monstruo como lo es el covid-19", sin embargo, a veces las malas noticias no se pueden evitar.

Todos los días se prepara para trabajar su jornada nocturna, de 20:00 horas a las 08:00 horas, tres días a la semana, pues es fundalmental iniciando por un descanso, una buena alimentación y una buena hidratación, ya que al entrar al área crítica la permanencia es de seis horas continuas.

"Tenemos seis horas de permanencia y nos dan una hora para hidratarnos y para volver a entrar al área, otras seis horas estando adentro, pues no podemos beber agua ni mucho menos ir a sanitarios, entonces sí es prepararte desde horas antes con una buena hidratación y un buen descanso para tolerar estar adentro del área y sin otras necesidades", comenta.

Celia trabaja en el frente de batalla, en el área crítica, básicamente en la atención directa con el paciente, en los cuidados, los medicamentos y en colaboración con el médico para que el tratamiento sea eficaz; sin embargo, hay momentos en los que por más que lo intente, un paciente puede fallecer.

"A veces sí te desmoraliza cuando llegas y que uno de esos pacientes cuando puedes hablar con ellos antes de una intubación, antes de que sea grave, antes de que caigan en una situación grave, tan crítica que ya no se puedan levantar y que por más que luches y por más que quieras poner todo de tu parte, pues no lo logras y que hay pacientes que con la mirada te dicen ayúdame".

Comenta que son más los pacientes que sobreviven que los que desafortunadamente mueren y eso para ella es muy satisfactorio, pues pone algo de su parte para que salgan adelante.

La situación que viven constantemente los profesionales de salud es compleja, por lo que tienen que prepararse psicológicamente para cualquier situación que pudiera ocurrir.

"Yo cuando salgo de mi casa, rezo, me pongo en las manos de Dios , pongo en la mano de Dios a los pacientes que voy a tener a mi cargo, pido por mi familia, pero cuando sales de ese turno y dices sabes qué ya dejé a tantos pacientes, la verdad en condiciones muy deplorables, que probablemente no se van a recuperar es triste".

Para mantenerse estable emocionalmente, asegura, hay que ser positivos, pues la vida sigue adelante y de ella dependen otras personas, "es primeramente protegerte tú y cuidar a los que dependen de ti, no es que sea uno inhumano, pero al salir la puerta del hospital eso se queda ahí".


Desde un hospital, Karina lucha contra el coronavirus

Karina Morales Corro es médico Familiar del Hospital General de Zona No. 30 en el IMSS, en la Ciudad de México, ella nunca pensó que le tocaría ver lo que la pandemia ha puesto en su camino, desde ver morir a amigos, también médicos contagiados mientras hacen su trabajo, hasta sentir miedo por ejercer su profesión y no necesariamente por las implicaciones del contagio, sino por las agresiones que al inicio de la crisis del coronavirus vivió el personal de salud.

“El principal problema a superar en cuanto esto vaya pasando es devolver la salud mental a los médicos”, dice, y narra poco a poco el día a día de un médico que desde que sale de casa, tiene presente que el enemigo acecha en todos lados.

“Lo primero que tenemos que hacer es quitarnos el estrés y el trauma psicológico de no poder atender a un paciente sin sentir que en ello se te puede ir la vida a ti o peor aún llevar el contagio a casa. Cambio radicalmente las dinámicas y siguen cambiando todos los días”, cuenta.

Antes de la pandemia el personal de salud en una consulta de Medicina Familiar tal vez no reparaba tanto en las medidas de protección, la bata y tal vez un cubrebocas eran suficientes para explorar a los pacientes y hacer el diagnostico, pero ahora, pasan largas jornadas dentro de equipos que los deshidratan y les consumen la energía.

“Los médicos estamos cambiando mucho”, dice la doctora Morales, quien es consciente de que “la normalidad no va a volver”, pues aún con la vacuna, la curva de aprendizaje sobre el virus será prolongada.

“Trabajamos con cubrebocas, googles, careta y pijama quirúrgica, a temperaturas que te deshidratas y no puedes ni tomar agua”, narra y a eso se suma que todo eso que lleva puesto va por su cuenta, pues el IMSS apenas ha brindado lo elemental para protegerse en la consulta. En lo que va de la emergencia sanitaria, Karina ha invertido al menos 10 mil pesos en cubrebocas, guantes de nitrilo, overoles, googles herméticos y caretas entre otras herramientas, ella sabe que la inversión y las incomodidades valen la pena si así da un poco de seguridad de no llevar contagios a casa, ni de arriesgar a algún paciente.

Poco a poco el desgaste se ha vuelto parte de lo cotidiano y ella que es mujer de ciencia, sabe que el camino aún es largo, pero espera que pronto todo el personal que enfrenta en la primera línea la batalla contra el coronavirus pueda tomar un respiro.

“Yo creo en lo personal lo primero que quiero hacer cuando todo vuelva un poco a la normalidad es viajar y tratar de olvidar todo lo que hemos visto. Tratar de buscar un poco de paz”, concluye.

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