El Día de Muertos es una tradición ancestral que aún se mantiene viva entre los mexicanos; en Tochimilco, municipio ubicado en las faldas del volcán Popocatépetl y a solo una hora de la capital poblana, esta celebración está impregnada de un profundo respeto por los difuntos. Su único fin es recordar y celebrar a los muertos.
Los habitantes de Tochimilco se describen como un “pueblo viejo” porque siguen respetando el Día de Muertos, ya que es el único momento donde los familiares se reúnen espiritualmente con los fallecidos para recibir sus almas y, por unas horas, convivir a través de anécdotas, música, rezos y un altar dedicado a ellos.
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Magdalena Rangel Oaxaca, cronista de la región, compartió para MILENIO Puebla que cada año, las familias preparan un banquete como forma de agradecimiento hacia sus seres queridos.
Resaltó que los altares de Tochimilco son una expresión única y característica de la comunidad. Son en forma piramidal, construidos con una estructura de madera forrada con papel blanco, y cuentan con cuatro niveles que representan el recorrido del alma hacia su salvación.
El primero de ellos simboliza la tierra; el segundo nivel representa el paso de la vida a la muerte; el tercero refleja el limbo; y el cuarto y último, el cielo.
“Nuestra vida no termina aquí; solo pasamos a otro nivel, y como personas seguimos viviendo en la mente y el corazón de quienes se quedan”, expresó.
Resaltó que todos los altares están decorados con papel picado hecho a mano en colores blanco y dorado, donde se colocan velas, dulces de azúcar y de alfeñique, panes salados y chocolate, además de cazuelas con guisos y bebidas.
La cronista expuso que la tradición dicta que familiares y amigos cercanos del fallecido salgan a la calle a recibir el alma de su difunto a las 12 horas del 1 de noviembre, para guiarlo hacia el altar preparado a través de un sendero de flores de cempasúchil, acompañado del aroma de copal o incienso quemado en un sahumerio.
Mencionó que, durante esta acción, las campanas de las iglesias y capillas de la localidad acompañan el recibimiento, junto con el sonido de cohetones.
“Es una gran fiesta porque en todas las casas se coloca la ofrenda, con lo que les gustaba a los difuntos. Es un banquete para quienes van a venir y con el sahumador les damos la bienvenida”, dijo.
AAC