Estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex) diseñaron un proyecto para recuperar 600 metros de un bajopuente de Paseo Tollocan, en Toluca. La estrategia contempla abatir la sensación de inseguridad y mejorar la imagen urbana a través de la construcción de espacios culturales, comerciales y deportivos.
Los 26 estudiantes que participan en principio ingresaron proyectos y, de ellos, el ganador fue la propuesta de mejoramiento de esta área que va desde Casart, a un costado del Parque Urawa, hasta la intersección de un restaurante de comida rápida, en la calle Salvador Díaz Mirón.
Mala imagen
La zona es conocida porque a pesar de que abajo del puente hay espacios recreativos, es considerado un “foco rojo” por su aspecto e índices de inseguridad, además de formar parte de un punto neurálgico en materia de movilidad, ya que hay centros comerciales, escuelas, bancos, restaurantes y tiendas.
Al respecto, Mirna Ocadiz Soto, docente de la Facultad de Arquitectura, señaló que lo que desean es rescatar el espacio y convertirlo en una opción de urbanismo importante en la capital mexiquense.
“Aquí podemos ver la vulnerabilidad del lugar, cómo está abandonado, las rejas deterioradas con piedras por todos lados que pusieron de relleno y que no dan luz cálida para el peatón, los cruces son muy pocos. Realmente es muy largo el trayecto para poder cruzar, en algunos retornos está deshabilitado y abandonadas las fuentes, las plantas secas, las canchas que se utilizaban”.
La estructura tiene 15 claros de 30 metros de largo cada uno y actualmente está prácticamente en desuso. Fue entregada en el 2000 como una alternativa para el entretenimiento con espacios deportivos, pero poco a poco fue adueñada por expresiones relacionadas con la mendicidad.
En uno de los espacios destinados al deporte, se aprecia que hay una serie de grafitis. Al respecto, Emanuel Sánchez Vieyra, uno de los alumnos participantes, comentó que a pesar de ser expresiones artísticas, estas rompen con la idea de los espacios de convivencia atractivos.
“Esta es una zona muy conflictiva porque viendo desde el lado del diseño, el lado arquitectónico, esta región en vez de integrar o de buscar que tú puedas entrar, es una barrera visual en la que muchas veces, por todas las zonas aledañas, puede generar cierta sensación de inseguridad y que en realidad esta clase de espacios no te invita mucho entrar o a poder interactuar con el espacio, sino que al contrario, te empuja fuera de ellos”.
Rescate con cultura
En términos generales, la imagen gráfica está inspirada en parte en virados otomíes y mazahuas, ambas culturas con asentamientos importantes en el Estado de México. Austin Aguilar González, uno de los estudiantes, explicó que el proyecto busca formar una zona con tintes artísticos.
Contará con espacios culturales, un skate park, esculturas, áreas comerciales, gastronómicas, de artesanías y zonas verdes.
Sobre este último punto, Ángel Laguna Soto indicó que los pilares serían recubiertos con naturaleza, como sucede en otras estructuras de Ciudad de México.
“El recubrimiento de las columnas que sostienen el puente con el sistema que utilizó el arquitecto Fernando Ortiz Monasterio, que a través de los residuos de pet se trabajó y se pulverizó para que se pudiera aprovechar ese plástico residual que generamos en las columnas, entonces ese es el objetivo de convertir el espacio público en un espacio verde”.
Aunado a ello, las seis secciones que contemplan el proyecto están divididas por temática y nombres de animales, por lo que fueron bautizadas como Mapache, Gato Montes, Ajolote, Coyote, Teporingo y Gecko.
Punto conflictivo
Cabe señalar que esta región cuenta con serios problemas de movilidad, ya que por un lado es inaccesible para los usuarios por tratarse de una vialidad de alta velocidad, al tiempo en que adicionalmente hay un congestionamiento habitual y cotidiano porque hay una parada de autobuses.
MMCF