Investigadores del Colegio Nacional de Ciencias y Tecnología (Conacyt) trabajan en la conformación de un inventario minero, a fin de identificar los daños que esta actividad deja en la región del Valle del Mezquital.
Lo anterior como parte del Proyecto Nacional de Investigación e Incidencia (Pronaii) 318998, denominado “Evaluación de riesgo para la salud humana por agentes tóxicos de origen antrópico como herramienta de empoderamiento social en la región estratégica ambiental de la zona norte del estado de México y la región Tula”, y para ello el equipo de especialistas encabezados por Raquel Hinojosa, recaba datos en diversos puntos de la zona.
En estos días el equipo ha efectuado levantamientos topográficos, vuelos fotogramétricos, así como reportes de características morfológicas, geológicas, de vegetación, uso de suelo, procesos erosivos en las minas, entre otros.
La líder del equipo apuntó que este trabajo permitirá no sólo identificar plenamente el impacto de la actividad minera en la región del Valle del Mezquital, sino que servirá también de referente para conocer las modificaciones morfológicas y las del paisaje.
De igual manera servirá para medir el impacto en el equilibrio ecosistémico de la zona, y será una herramienta que permita valorar a detalle qué proyectos de recuperación pueden aplicarse en los bancos de material en abandono.
Esto para impulsar un rescate de los espacios y que no se amplíen los procesos erosivos, con la intención de generar un equilibrio en distintos rubros, entre ellos el hidrológico, el de la fauna y el de la flora.
Los datos que resulten del trabajo del equipo de la doctora Hinojosa serán integradas a la investigación que previamente realizó Edisson Chávez Landeros, investigador de la Facultad de Geografía de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), y quien también está adscrito al proyecto.
Chávez dio a conocer recientemente, tras un intenso trabajo documental, que entre 2003 y 2013 se extrajeron en el Valle del Mezquital más de seis millones de metros cúbicos de material pétreo.
Esto equivaldría, según dimensionó, a diecinueve veces la capacidad del estadio Azteca, según los volúmenes reportados al Servicio Geológico Mexicano (SGM), cifra que representa un grave daño al ecosistema pues estas áreas no pueden ser restauradas o recuperadas.
El investigador expuso que gran parte de la actividad minera no está debidamente reportada ante las autoridades, pues a la fecha hay bancos cuya información no se tiene registrada de forma total.
Además, en su reporte, reveló que el 51 por ciento de este volumen de material de piedra y caliza se extrajo en bancos ubicados en Atotonilco de Tula; un 26 por ciento en minas de Apaxco, estado de México, y el 23 por ciento restante, en bancos situados en Tula de Allende.