Un paseo por Avenida Desolación

La vialidad de las palmeras en la Bella Airosa, no solo es una de las más transitadas de la ciudad, sino que por su cantidad de restaurantes y bares pareciera ser de las pocas zonas de gran actividad nocturna

Librería. (Archivo)
Pachuca /

   CRÓNICA  



Los libros se asoman por un aparador viendo las calles semivacías, ven a las personas pasar por fuera de su confinamiento. Títulos clásicos, infantiles, de ciencia ficción, historia, romance; un sin fin de historias albergadas en sus páginas y a su vez impedidas para ser disfrutadas por los lectores potenciales, todos ellos observan a las personas pasar, sin poder moverse, apilados en estantes, algunos con la fortuna de al menos dejar ver sus portadas y el arte que viene en ella, dejando que el peatón imagine un poco de su contenido, pero solo reciben la intermitentemente sombra generada por una palmera.

Palmeras en Pachuca, parece ridículo en un primer momento, pero incluso el Paseo de la Reforma en Ciudad de México las tiene, una extraña forma de recordar a los paseantes que no hay lugar como la playa, sobre todo cuando se tiene una situación sanitaria en la que la mayor parte de los habitantes debe estar resguardado en sus hogares, por lo que un pequeño paseo por esta avenida llamada Revolución en la Bella Airosa sirve para trasladarse por un tiempo a otros espacios más agradables y en tiempos menos riesgosos.


Esta vialidad no sólo es reconocida por esas palmeras que la adornan en sus camellones, sino que también es uno de los espacios que contiene más comercios en toda la ciudad, una avenida llena de restaurantes, bares, tiendas de ropa, calzado, computo, entre muchos otros giros; por lo que es hasta cierto punto deprimente caminar por ella en tiempos de la contingencia sanitaria, pues todo está vacío, incluso algunos lugares son cerrados al público solo para ofrecer servicio a domicilio.

Al caminar por la acera los pasos parecen hacer eco en toda la extensión de esta vialidad, pues al disminuir la oferta de productos y servicios también ha bajado la cantidad de personas que circulan en sus banquetas, pues la circulación de los automóviles no se detienen al ser una arteria principal para acceder al primer cuadro de la capital de Hidalgo, pero eso únicamente resalta aún más la desolación de este espacio, pues al igual que un pueblo fantasma únicamente es evitado por todos para seguir rápidamente a sus destinos.

Los comercios cerrados únicamente dejan recuerdos de lo que eran apenas hace poco menos de un mes, cuando decenas de personas caminaban por su pavimento y sus aceras, cuando los bares resonaban de gritos y canciones por algún evento deportivo que es disfrutado con una cerveza en la mano, cuando los productos no se quedaban en los aparadores y las personas cruzaban los umbrales de todos los comercios ubicados en esta zona; ahora todos se han desvanecido, solo son recuerdos en la mente de quienes circulan por la avenida Revolución, quienes habitan en sus inmediaciones y quienes laboran en sus entrañas.

En esta desolación se mantiene solo un órgano vivo, colorido por su última renovación pero no deja de ser un espacio olvidado; entrar al mercado municipal Revolución no es comparable con otros inmuebles similares en Pachuca, pues siempre ha tenido menor afluencia, pero en esta contingencia sanitaria el panorama no mejora, es aún más desolador, pues cuando el que vende las películas pirata ha decidido abandonar su digna labor de llevar entretenimiento en estos tiempos de necesidad se sabe que hay algo mal.

Pocas son las personas que circulan sus pasillos, el único establecimiento que se mantiene con una fuerte afluencia es la carnicería, siempre hay gente comprando alimentos en ese espacio, aun así son pocas personas las que acuden a comprar en sus instalaciones, por lo que una vez que han adquirido sus productos salen nuevamente a la avenida Revolución donde únicamente se mantienen en movimiento las palmeras que sucumben poco a poco al ritmo que les dicta el viento de la Bella Airosa.

Un hombre rompe la triste y aburrida rutina de este espacio cuando se acerca a uno de los comercios instalados, ante esta situación los libros parecen temblar de emoción pues entre más avanza este personaje más se acerca al umbral que los separa de su confinamiento al aire libre que inminentemente destruirá sus páginas a lo largo de los años. El joven estira su brazo con la intención de abrir las puertas de cristal de par en par, pero no ceden, la falta de intentos de abrir las puertas no es algo de lo que carezca este personaje, pero no logra tener éxito. Los libros admiran los esfuerzos del hombre para remover la limitante que permita acceder a sus páginas, a sus historias, pero cada una de ellas tiene un villano y en este caso es una hoja de papel en el cristal de la puerta, el joven lo observa, parece leerlo detalladamente y después abatido se retira del lugar.

"Cerrado hasta nuevo aviso debido a las medidas sanitarias emitidas por la autoridad. Nos quedamos en casa para evitar contagios de 'coronavirus'. Reabriremos pronto", se leerá en cada ocasión que una persona busque liberar de su cárcel a estos libros, mientras tanto ellos únicamente podrán observar a la gente transitar por las calles y aceras sin poder hacer más por ellos, con sus historias atrapadas, sus héroes y villanos atrapados anhelando un mundo que no huela a desolación.

  • Teodoro Santos

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