“Nos tratan como si no valiéramos nada”, narra víctima de violencia laboral

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Doña Rosa, originaria de Puebla, ha tenido que trabajar desde sus 10 años y reveló que ha sufrido amenazas, insultos y regaños injustificados.

Doña Rosa | Andrés Lobato
Abigail García
Puebla /

Insultos, amenazas y regaños injustificados es lo que la señora Rosa, quien prefirió mantener el anonimato, sufre desde que inició a laborar como trabajadora doméstica; se dedica a este oficio desde sus 10 años.

Narró que, a los 7 de edad, su madre la regaló a una familia, ya que en casa no había recurso para mantenerla. Rosa extrañaba a su madre, por lo que la regresaron a su hogar, sin embargo, no fue bien recibida.

A sus 10 años, su madre la metió a trabajar de niñera a una casa donde cuidaba de 7 niños de diferentes edades, unos más grandes que ella; además, realizaba las labores del hogar como cocinar, lavar, trapear, barrer, lavar los baños y llevarlos a la escuela. Explicó que por más de 5 años laboró en este lugar sin recibir un sueldo, ya que éste lo reclamaba su madre.

A sus 15 años se salió de trabajar de la casa, y aunque regresó con su madre, no dejó de laborar como empleada doméstica; comentó que “es lo que sé hacer y lo que siempre he hecho”. Rosa recorrió varias casas, en algunas la trataron bien, pero mencionó que en su mayoría fue duramente agredida.

En una pareja sentimental vio el camino fácil, decidió juntarse para dejar de trabajar en este oficio en el que vivió agresiones, no obstante, su sueño no se cumplió.

“Dije, es mi salida fácil, dejar de trabajar, pero no, resultó peor para mí, viví una vida peor a lo que se debe vivir”.

A sus 22 años se separó y volvió a trabajar limpiando casas; con un sueldo que iba de los 600 a los mil pesos semanales, cuidó de sus hijos. Detalló que, aunque al ejercer este oficio se ha encontrado con gente que la ha tratado bien y la han apoyado, han sido más los que la han tratado mal.

Comentó que este trabajo es difícil, pues en ocasiones ha laborado de las 6 de la mañana hasta las 9 o 10 de la noche, cargando pesado, comiendo a medias, sin tener un buen descanso ni seguro social; compartió que incluso su trabajo ha sido denigrado por sus patrones y las personas a las que sirve, pero por necesidad ha tenido que aguantar.

“Nos hablan mal, no importa si nos esforzamos por hacerlo bien o por darles gusto, siempre hay algo que no les gusta y nos regañan o nos amenazan que nos van a correr”.

La señora Rosa expresó que le gustaría que hubiese alguna dependencia o sindicato que viera el respeto de sus derechos, para que quienes se dedican a este oficio tengan mejores condiciones laborales. Agregó que la mayoría de las mujeres que se dedican a este trabajo inician a edad temprana y sufren desde abuso físico hasta violación.

CHM

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