Es un rincón al sur de la quinta ciudad más habitada de México; sin embargo, no es garantía de modernidad. Todo lo contrario, aquí no hay servicios básicos y se vive en el rezago, tan es así que las chozas de palma aún son el hogar de varias familias.
Es San José Xacxamayo, una inspectoría en Puebla capital, donde los habitantes llevan esperando más de 30 años por un servicio indispensable y que para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es un derecho humano, el acceso al agua potable.
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Aunque se localiza a diez minutos en vehículo de la presa más grande de Puebla, la Manuel Ávila Camacho o Valsequillo, las más de 300 familias de la comunidad se valen de métodos rudimentarios para contar con un poco de agua en sus casas.
Cuando los niños salen de las únicas primaria o secundaria que hay en el pueblo, vuelven a sus casas para luego irse acompañados de un burro de carga y dos toneles vacíos de 35 litros cada uno. Recorren la calle principal de terracería, y después descienden al fondo de una barranca.
Cabe destacar que, esta localidad está enclavada al interior de varios cerros que dan la bienvenida a la Sierra del Tentzo, cuyas laderas forman escurrimientos de agua natural que más adelante se convierten en uno de los lugares favoritos de los turistas y locales: las cascadas de San Agustín Ahuehuetitla.
Sin embargo, eso no les sirve a los habitantes de San José Xacxamayo, que pagan entre 40 y 50 pesos por viaje a los niños que se atreven a bajar la cañada para tener un poco de agua para beber o bañarse, porque a la fecha, tanto el ayuntamiento de Puebla como el gobierno estatal han sido incapaces de proveerlos de tuberías, pozos o algún otro sistema que retenga las aguas fluviales o pluviales de la zona.
También es común que las mujeres desciendan al río para lavar su ropa, pero esa actividad solo es posible después de la temporada de lluvias, debido a que cuando hay temporal, su vida está en riesgo y si es al revés, el afluente se seca por completo debido a la sequía.
Carencias de un pueblo
José Isabel Merino es el inspector de San José Xacxamayo. Tuvo la amabilidad de frenar su trabajo como albañil para platicar con MULTIMEDIOS Puebla sobre las carencias que enfrenta su comunidad, que no rebasa los 2 mil 300 habitantes.
“He metido escritos con el gobierno saliente y ahora con el entrante, pero nada. Ojalá ya nos hagan un poco de caso y nos volteen a ver porque necesitamos agua”, acusó.
Por ahora, logró un acuerdo con sus vecinos de Los Ángeles Tetela para que les presten los tres pozos que almacenan el agua que se filtra de los cerros, pero es insuficiente, porque apenas reciben 200 litros por mes para todo el lugar.
No es porque se nieguen a compartir más, sino que la poca infraestructura que hay para llevar a cabo este proceso ha sido costeada por los propios habitantes de San José Xacxamayo, porque apoyos gubernamentales no reciben.
“El presidente Pepe (Chedraui) ya vino y ya sabe de este problema. La diputada Nora (Merino) también vino en la campaña con el diputado José Luis (Figueroa), pero no han regresado. Eso sí, cuando pidieron el apoyo se les dio”, lamentó.
Por su parte, don Apolonio Reyes y doña Teresa Hernández también le abrieron las puertas de su casa a MULTIMEDIOS Puebla. Toda su vida y sus más de 55 años de matrimonio los han pasado en San José Xacxamayo.
Comparten la vivienda con sus hijos, nueras y nietos, quienes cooperan y pagan hasta mil 600 pesos cada 20 días a cambio de 10 mil litros de agua para llenar a medias la cisterna de su casa con la carga de una pipa.
“No hay drenaje, no hay agua y usamos cubetas para agarrar el agua que cae en el techo cuando llueve. Esa la usamos para el baño o para lavar los trastes”, contó doña Teresa, de 77 años.
Como si la suerte no acompañara a Xacxamayo, su única obra para proveer agua potable terminó siendo un “elefante blanco”: un colector pluvial en la entrada, construido en el gobierno de Mario Marín, que ahora no sirve más que como depósito de basura, almacén de aguas pestilentes y que se asemeja a una pista de skate.
AAC