Matías Rivero Marines es maestro en Derecho Constitucional y Amparo, está próximo a defender su tesis para obtener el Doctorado y se desempeña como catedrático en la Upaep y la Universidad Iberoamericana plantel Puebla. Pertenece a la generación 1996-2000 por lo que contabiliza 20 años legislando.
A la par se declara un apasionado del rock, la pintura y colección de acetatos de sus bandas preferidas, cuyas portadas reproduce al lápiz, lo mismo que sus logotipos, de los personajes de comics y de Star Wars, del que se declara fan.
En el marco del Día del Abogado, que en México se celebra el 12 de julio, reconoce que en la preparatoria contemplaba estudiar una licenciatura que tuviera relación con el diseño luego de que tomara un curso de dibujo.
“Todavía lo hago y me apasiona, pero al llegar al último año de preparatoria tomé una materia de derecho y me gustó”.
Destaca que su padre también es abogado y por ello, mucha gente piensa que por eso se decidió por esa carrera.
“Acordé con mi papá en un acto total de libertad, que se lo voy agradecer toda la vida, sin absolutamente ninguna presión, hacer un semestre de diseño. Hay una carrera que se llama Diseño y Producción Publicitaria, y acordé que iba a hacer un semestre y si me gustaba iba a seguir y si no probaba en la carrera de derecho, porque me gustó la asignatura en preparatoria”.
Narra que por azares del destino se definió de último momento inscribirse en la Facultad de Derecho, aunque se volvió a plantear que en caso de que no le gustara se iría a diseño.
“Desde el primer semestre me apasionó (…) me gustó esta parte social y el estudio del gobierno, que es una de mis grandes pasiones, el estudio de la administración pública de los tres poderes”.
Señala que de manera irónica decidió empezar a ejercer pero sin participar en el despacho de su padre, donde tenía las puertas abiertas.
“Decidí aventurarme a otra entidad federativa, como lo es la Ciudad de México e internarme en el sector público”.
Por ello, aclara que su formación no es el litigio sino más bien la administración pública combinada con el estudio de los derechos fundamentales de los derechos humanos, “y, por supuesto, la Constitución”.
Indica que otra de sus pasiones es la cátedra, en la que contabiliza 12 años, espacio desde el cual les aconseja a sus alumnos evitar frustrarse y buscarse espacios para cumplir con sus gustos, tal y como él lo hizo al no apartarse del dibujo.
“Y esto lo puedes desarrollar a través de espacios de tiempo, de hobby, de distracción y eso a mí me ha resultado padrísimo”.
Presume que otro hobby que tiene es la colección de figuras y comics, así como de discos “del rock duro. Yo soy abogado de día y metalero de noche”.
Apunta que es amplia su colección de heavy metal, gusto que desarrolló en su adolescencia en los 80’s y 90's, donde el rock estaba en pleno apogeo.
“La prepa fue un intercambio de discos y elepés. Muchos de los discos de esa época los guardé. Mi primer disco me lo compró mi papá creo que a los doce años y todavía lo conservo. Es una colección de discos bastante grande”.
Acepta que de ningún modo fue un estudiante modelo y que invirtió mucho de su tiempo de estudio en el tema del dibujo. “Practiqué mucho en las aulas mientras había clases de matemáticas”.
Destaca que aunque le gustan varias bandas, entre las que se encuentran Mötley Crüe, Scorpions, Iron Maiden, Metallica y Poison, también algunos intérpretes del rock europeo, como el pop metal, trans metal y power metal.
“Pero mi top, top desde que tenía once años es Guns N' Roses, ese es mi súper grupo, lo he visto cinco veces. Fui a Guadalajara el año pasado a verlos y, por supuesto, que tengo toda su discografía, tengo memorabilias de revistas de ellos. Es mi grupo top (…) a todo le entro, pero no me gusta tanto lo más pesado, lo más fuerte que oigo es thrash, power y derivaciones europeas no tanto”.
Asevera que hace reviews de discos y conciertos. “Nos encanta resetear, lo que falta es tiempo para hacer lo que a uno le gusta”.
Cuenta que se desenvuelve en la defensa de los derechos humanos por su desempeño laboral.
“A los 21 años tuve la oportunidad de trabajar en el Instituto Nacional de Migración donde tuve una visión amplia de lo que es el fenómeno migratorio que tiene que ver directamente con los derechos humanos no solo de los migrantes sino los que van en tránsito en nuestro país”.
Asimismo, tuvo oportunidad de laborar en el Poder Judicial de la Federación, “que es el órgano garante de los derechos humanos a través del juicio de garantías que es el juicio de amparo”.
De igual forma, resalta la cercanía que tuvo con la ciudadanía cuando cumplió como regidor en el Ayuntamiento de Puebla en la administración de Eduardo Rivera, donde le tocó la reforma al Artículo 1 de la Constitución.
“Que nos cambió toda la visión de los derechos humanos en el país y a partir de ahí cambia toda la configuración jurídica constitucional y ha sido todo un reto para los abogados adaptar este fenómeno de los derechos humanos al actuar cotidiano de la defensa de las personas”.
mpl