Fortunata, la jirafa más longeva, que ha sido madre y abuela de otros ejemplares en el zoológico de Chapultepec de la Ciudad de México, celebrará sus 33 años de edad este año, lo cual es motivo de orgullo para médicos veterinarios, biólogos y, sobre todo para su cuidador, Alejandro González Torres, pues ha superado la expectativa de vida que es de 25 años.
“La conozco desde hace tiempo, es uno de los ejemplares más viejitos y la verdad hay que dedicarle mucho tiempo y atención, claro está, no nomás a ella sino a todas las demás jirafas también”, expresa Alejandro.
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A su cargo está la zona de la sabana africana, localizada en el bioma de pastizales del zoológico de Chapultepec, y orgulloso asegura que en esta etapa donde Fortunata ya es un ejemplar de edad muy avanzada.
“Vivir su proceso de envejecimiento ha sido difícil porque conforme va transcurriendo el tiempo, Fortunata va haciéndose más vieja y lo más importante es el cuidado que tenemos nosotros especialmente con ella. Si veo cualquier cosa, cualquier cambio por lo mismo de su vejez, se lo reportamos a los médicos veterinarios, ellos vienen para atenderla”, menciona.
Basta un chiflido de Alejandro para que la abuelita de Keyla, otra jirafa que habita en el centro de conservación de la fauna silvestre del Zoológico de Chapultepec, disfrute de un pastel nutricional, elaborado por los médicos veterinarios y supervisado por el área de nutrición hecho a base de alfalfa achicalada, concentrado alto en fibra, jugo de manzana y grenetina para darle consistencia.
Este tipo de complementos alimenticios son preparados para diversos animales silvestres del zoológico que tienen una edad avanzada (gerontes) y que requieren una alimentación especial.
Fortunata, al perder algunas piezas dentales por la edad, ya no puede masticar bien sus alimentos, por lo que se les balancea su dieta incluyendo algunos ingredientes más suaves, palatables y se asegura que el aporte nutricional que reciban es el adecuado. Incluso se pueden usar como vía para dar algún medicamento, en caso de requerirse.
A González Torres, quien desde hace 29 años trabaja en el Zoológico de Chapultepec, le ha tocado ser partícipe de la larga vida de Fortunata, de vivir con ella esta etapa de la vejez.
Para Alejandro, las jirafas son ejemplares dóciles que le han permitido, con el paso de los años, crear un vínculo de confianza. A cada una le habla por su nombre y lo reconocen, acercándose cuando así se los pide. Las jirafas saben quién les da de comer, quién limpia su hogar y quién las cuida.
“Mi labor es atenderlas, darles de comer agua y comida, hacer la limpieza y darles mucho amor, hay que hablarles bien, ese es mi modo de trabajar aquí y darles todos los cuidados que requieren. Cada mañana cuento a mis jirafas, 7 hembras, dos machos, un oryx, tres ñus, dos avestruz, dos cebras y una grulla. Todas se acercan ahí conmigo y es cuando empiezo a hablar con ellas, observarlas, atenderlas y a darles de comer”, expresa.
Como su nombre lo dice, “Fortunata” es muy afortunada de vivir en el Zoológico de Chapultepec y es muy querida y consentida por todo el personal, incluyendo los jardineros que le cortan especialmente para ella forrajes frescos dentro del zoológico que incluyen diversas plantas y árboles.
Este es el tipo de atención especializada que reciben las diferentes especies silvestres que habitan en este centro para la conservación de la fauna silvestre en el Bosque de Chapultepec.
UFH