El Congreso del Estado aprobó realizar las medidas necesarias para que la sala de redacción del honorable Poder Legislativo de Nuevo León lleve el nombre de Enrique Ávila Rubí, locutor de la XET, recientemente fallecido.
Durante la sesión ordinaria ante el pleno, el diputado del PAN, Juan Carlos Ruiz García, y presidente del Congreso, narró que el pasado viernes don Enrique Ávila Rubí, decano y maestro de periodistas y locutores emprendió el viaje sin retorno.
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Con 59 años de carrera en la locución, 54 de ellos en la XET, la T Grande de Monterrey, agregó el legislador, don Enrique siempre se distinguió por su preocupación de buscar la solución a los problemas de aquellos que recurrían a él porque sabía que serían escuchados y alzaría la voz ante quien fuera necesario para ayudarlos.
“No resulta extraño que el pasado viernes decenas de personas se comunicaron a la cabina de Enlace 99 para expresar su sentido dolor por la partida de don Enrique, consternados agradecieron la ayuda que recibieron de don Enrique quien siempre estuvo dispuesto a escucharlos para ser un enlace ante la autoridad y buscar la solución de algún problema que por alguna causa se había olvidado.
“Es por ello que los integrantes del grupo legislativo del PAN proponemos que el nombre de don Enrique Ávila Rubí se inmortalice en este Congreso de Nuevo León; para ello proponemos que la sala de redacción, que utilizan los reporteros de la fuente legislativa lleve su nombre”, dijo Ruiz García, a lo que fue minutos después avalado por unanimidad por parte de los diputados.
Durante la aprobación se solicitó que la Comisión de Coordinación de Régimen Interno determine la logística a seguir.
El diputado indicó que desde hace 40 años cada mañana y medio día decenas de personas le llamaban a su noticiero Enlace 99 para reportar fallas en algún servicio público, falta de medicinas en alguna clínica del IMSS, corrupción de los elementos de tránsito, desatención en los programas para adultos mayores, entre otros.
“Y lo hacían porque tenían la certeza que serían escuchados, que en muchas ocasiones los servidores públicos no hacemos, y sabían que don Enrique haría llegar la queja de los ciudadanos ante quien le correspondiera y demandaría una justa solución.
“Tanta era la afabilidad de don Enrique que muchas personas le llamaban para pedirles consejos por situaciones muy personales, porque sabían que era un buen conciliador, pero sobre todo un buen amigo que los ayudaría”, concluyó.