La pandemia de Covid 19 le cambió la vida a Juan, de 18 años, cuando su papá perdió gran parte de sus ingresos al dejar de trabajar por motivos de salud.
Juan estudiaba el quinto semestre en el Colegio de Ciencias y Humanidades Oriente, pero a inicios de marzo, su padre fue enviado a casa por sus jefes porque padece diabetes y enfrenta un mayor riesgo si llega a contraer covid-19. Y aunque sigue percibiendo su sueldo íntegro, perdió las propinas, el principal ingreso para sostener un hogar, compuesto por su esposa y tres hijos que estudian desde nivel secundaria a la universidad.
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Así que Juan y su hermano, de 21 años, decidieron trabajar más para apoyar a su familia. Dejó en pausa su educación y ahora no sabe cuándo habrá de retomarla.
El nivel medio superior, en el que estudia, es el que tiene una mayor tasa de abandono escolar, con un registro de 12.9% durante el ciclo escolar 2018-2019, la más alta del sistema escolarizado en México. Y este año, la Secretaría de Educación Pública calcula que 800 mil de los alumnos que concluyen secundaria no se inscribirán al nivel bachillerato, lo que representa cuatro de cada 10 jóvenes.
“La exclusión escolar trae consecuencias catastróficas en la vida de los jóvenes, pero también para el país. Por un lado en el desarrollo económico, ya que limita las oportunidades de obtener un empleo mejor remunerado y limitando la movilidad social. Por otro lado, también afecta los espacios de formación en ciudadanía y participación en soluciones comunitarias de los jóvenes”, advierte Ana Razo, profesora e investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
María Elena Ortega Hesles, doctora en Educación, explica que los jóvenes que están en comunidades rurales o más vulnerables acaban ayudando al trabajo familiar y, muchas veces, esto no ayuda a romper este círculo de pobreza.
En las crisis económicas de 1995 y de 2008, bajó el número de alumnos inscritos. “En México, casi todos los jóvenes se van al mercado informal (empleos sin contrato ni prestaciones) y eso tiene implicaciones de largo plazo porque es difícil que pasen al formal y más, que regresen a las escuelas”, dijo.
De los jóvenes que dejan la escuela por trabajos con la idea de regresar, sólo 1 de cada 10 se reintegra al sistema educativo al cabo de un año, documentaron Rafael Hoyos, Miguel Székely y Halsey Rogers, en una investigación de 2016 para el Banco Mundial.
“El abandono escolar no se da de la noche a la mañana”, explica Rafael Hoyos, socio- fundador de Xaber —una OSC especializada en educación—. “Las calificaciones comienzan a bajar, faltas un día a la semana, alguien te ofrece un trabajo que, para ti, representa un buen ingreso a tus 16 años y cuando ves, ya dejaste la escuela. Casi todos se salen con la idea de que van a regresar”, comenta. “Si les preguntas a los chavos, ellos no han salido del sistema escolar”.
“Pensar en el dinero inmediato por un empleo que va a permitir salir del apuro no es la solución para un mejor futuro para los jóvenes”, advierte.
La educación de las mujeres
Adriana tiene 17 años, estudia cuarto semestre de bachillerato en el municipio García, en Nuevo León y con la pandemia tuvo que suspender sus estudios. Está segura de que esto es temporal. Su mamá dio a luz a inicios de marzo, dejó de trabajar, y en la casa no hay recursos suficientes para pagar un servicio de internet.
Pero Adriana es una joven entusiasta, forma parte de un programa de jóvenes de bachillerato que acompaña en sus trabajos escolares a estudiantes de secundaria. Esta actividad le dio una beca, pero no es suficiente. Así que se volvió emprendedora.
A sus 17 años, comenzó a hacer pedidos de maquillaje por internet y los promueve en las páginas de Facebook de la zona en donde vive. De esta forma, no tiene que viajar mucho para dejar los pedidos en la puerta, “sin contacto” porque tiene que proteger a su abuelita y a su hermano recién nacido.
¿Cómo se anuncia si no tiene internet? Paga el servicio de datos en su celular por días o períodos cortos que dan acceso libre a las redes sociales. El plan de Adriana es ayudar a los gastos de su hogar, donde vive con su mamá, la pareja de ella, su hermanito recién nacido y su abuela, mientras las cosas regresan a la normalidad para continuar con sus estudios.
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En el caso de las jóvenes mujeres también pueden ver interrumpidos sus estudios no sólo para trabajar, señala Ana Razo, sino por dedicarse al cuidado y apoyo en las labores domésticas, el cuidado de sus hermanos mayores, enfermos o adultos mayores porque la madre tendrá que salir a un empleo remunerado.
“El éxito de los hijos en la escuela está muy fuertemente asociado a la escolaridad de la madre. Imagínate lo que va a pasar si detenemos estas trayectorias educativas que de detenerse ahora, es bajísima la probabilidad de que se reincorporen posteriormente y lo harían con brechas de aprendizaje tremendas”, advirtió.
¿Las becas ayudan a frenar el abandono escolar? Spoiler alert… no
Las becas no pueden sustituir las deficiencias de los conocimientos básicos en los alumnos y que son fundamentales para que puedan continuar con su trayectoria educativa y tener acceso a mejores oportunidades en su vida.
El estudio de Hoyos, Székely y Rogers documenta que las becas Probems (para la educación media y superior) —el antecedente de las becas Benito Juárez que implementó el gobierno de Andrés Manuel López Obrador— no tienen ningún efecto en la continuidad escolar de alumnos de secundaria a nivel medio superior.
“Es una solución que no tiene nada que ver con el fundamento detrás del problema”, señala Rafael Hoyos, “tiene que ver con que los jóvenes no aprenden y no tienen las habilidades mínimas necesarias ni el acompañamiento de un adulto en sus primeros años de estudio”.
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En ello coincide Ana Razo, al explicar que hay una distinción entre retener a los alumnos en la escuela con las becas de apoyo, pero eso no significa que estén involucrados en las actividades de aprendizaje o interesados en aprender. “Si en la escuela ni siquiera le importa si estoy ahí, el dinero sirve de poco y muchas veces el dinero no va a alcanzar”.
Juan es beneficiario de las becas Benito Juárez, pero afirma que no es suficiente porque él se hace cargo de comprar su ropa, los libros y otros materiales que ocupa en la escuela. Sus padres lo apoyan con sus alimentos en casa y los pasajes, pero apenas y le alcanza.
Pero la culpa no es de los jóvenes, coinciden los especialistas. “Hay una caída en las trayectorias educativas que tiene que ver con que la educación media superior pierde sentido porque muchos estudiantes de bachillerato se desenganchan muy fácil porque no encuentran en la escuela una institución para la vida”, explica la investigadora del CIDE.
El impacto de la pandemia en los próximos años
El académico del ITAM Rafael Hoyos advierte que uno de los impactos de la pandemia será una reducción en los aprendizajes, que se va a manifestar en abandono escolar en el futuro.
Un estudio reciente de la organización Xaber (Link) documenta que quienes están sufriendo el peor impacto de la pandemia suelen ser quienes no tienen a un adulto a su lado que los oriente y los acompañe en su proceso de aprendizaje. “Son estos niños los que van a sufrir más, en términos de aprendizaje, y en tres años son los que más van a abandonar en secundaria. Y en seis años, los que más van a abandonar a nivel medio superior”.
Suspender los estudios crea un efecto de desvinculación de la escuela, en donde las y los jóvenes van perdiendo el sentido de pertenencia y ven menos la necesidad de volver.
La investigadora Ana Razo advierte que la pandemia es una oportunidad para que la escuela realmente sea una institución para la vida y refleje a los jóvenes que puede ayudar en muchas situaciones en la vida.
Mientras había clases, Juan se levantaba temprano, caminaba un tramo hasta tomar su camión RTP en Xochimilco y que lo deja justo frente al CCH Oriente, en avenida Periférico.
Su materia favorita es derecho. Le atrae la forma en que su profesora da clases y le interesa conocer más de la Constitución y los derechos de las personas
“Mi idea es dejar el próximo semestre y recursar el próximo año porque quiero tomar las clases y reforzar mis conocimientos”, dijo.
Juan carga una cangurera y en su muñeca derecha tiene amarrada una pulsera de tela con la leyenda: Soy CCH Oriente. Él confía en volver a la escuela en el 2021 y llegar a la universidad a estudiar derecho, como su hermano mayor.
EB