¡México, lo único que les pido es que sigamos estas instrucciones, presentemos un frente unido como nos consta lo hemos hecho antes!
¿O ya se nos olvidaron los terremotos del 2017 donde vimos de primer instancia las manos cadena de kilómetros removiendo y limpiando escombro, gente de todos los estados donando y transportando despensas, rescatistas pasando días sin dormir, hombro con hombro con quien se prestara?
Todo por ayudar al prójimo, por dar un respiro a nuestra capital derrocada y en aquel doloroso y glorioso momento vimos por el país que somos, nos desbordábamos de orgullo por nuestra nación.
En Italia a los médicos se les asignó la tarea de escoger a quien tratar; y esto no lo hizo el Covid-19, tristemente lo impuso su gente por falta de solidaridad ciudadana; por tomar las cosas a la ligera y no aislarse.
Desgraciadamente ellos son quienes sentenciaron a los médicos con vocación de ayuda y entrega, aquellos que pasaron años estudiando para salvar vidas, quienes tomaron el juramento hipocrático de ver por sus pacientes a convertirse en verdugos por falta de empatía, sensatez, fraternidad y solidaridad.
Por su lado, en Estados Unidos van diez días atrás que Italia en la evolución del Covid-19, y tristemente el dialogo que empelaron fue uno de indiferencia, diciendo: “es una gripa normal”, “a nosotros no nos va a pasar eso.”
Hoy sus casos entraron en esa curva exponencial, la cual pone a temblar su infraestructura de salud, pone a temblar a su gente y su nación. Esto les aseguro también nos pone a temblar a los mexicanos, aceptando con humildad que nuestra infraestructura y sistema de salud tienen sus deficiencias. El amor, entrega, compasión de nuestros doctores y nuestra infraestructura no podrá ver por nuestros paisanos y muchos sufrirán.
Pero hoy, vamos diez días atrás de Estados Unidos y 20 atrás que Italia en la evolución del Covid-19 y aún tenemos la oportunidad de escribir nuestra historia o nos lamentemos diciendo “si tan solo hubiéramos...”.
Mejor gritemos como nación: “¡Lo logramos!" y todo está en tomar acciones ahorita mismo y unirnos; dejar esta visualización que somos individuos y que cada quien ve por sí mismo y que realmente nos veamos como un mismo mexicano.
Somos mexicanos de herencia guerrera, lo llevamos en la sangre, y es hora de pelear, de irnos a la guerra contra un enemigo en común que nos da la oportunidad, no tan solo cambiar como viviremos nuestro futuro, sino de reivindicar una parte importante de nuestro pasado. De pelear y vencer aquella mentalidad que llevamos cargando desde la conquista: fatalista, llena de cinismo que nos detiene a convertirnos en lo que sabemos podemos ser.
Hoy somos más educados, aprendimos del pasado. Escúchame México querido, si logramos manejar el canto de “¡sí se puede!” dejará de ser canto que simplemente “cree que puede” a uno que “sabe que puede” lleno de convicción y asertividad, con el cual dejaremos claramente asentado el ejemplo a las generaciones por venir; un ejemplo que somos un país que nos desvivimos por nuestros paisanos, que trabajamos más que nadie, orgullosos de quienes somos, entregado en vida hacia esta hermosa nación mexicana.
¡No como partidos políticos, no como religiones, no como clases y no como razas, ya basta de divisiones, somos mexicanos carajo!
Y por ello, México querido, tan solo nos pido dos semanas de disciplina, compasión, hermandad, entendimiento, empatía, entrega, solidaridad y sacrificio.
Tan solo dos semanas, hermanos mexicanos, para cambiar nuestro futuro, para reescribir nuestro pasado, para despertar de esa opresión que llevamos en la mente y corazón, darnos cuenta que juntos somos invencibles, sacrificándonos en este momento podemos cambiar la realidad de nuestro alrededor, y empezar por fin a crear el México que somos capaces de ser, aquel país que todo mexicano lleva en el corazón.
Paisano, la esperanza es lo último que muere, ya que de la esperanza todo nace.
De mi parte, estoy esperanzado de que comprendas que estamos en esto juntos y aunque no sé quién eres, ni cómo te llamas, quiero que sepas que del otro lado de esta pantalla estoy contigo dejando todo en la raya, sacrificándome por ti y por nuestra hermosa nación para que no tan solo perdure, sino que crezca y evolucione, por medio de nuestro amor y entrega incondicional hacia ella.
Si te decides y te unes, ya eres uno más; si lo compartes y logras que otros digan “viva México”, ese es el momento en que nace el heroísmo, cuando se entiende que todo suma, cuando cada quien a su manera, con su habilidad o su amor a este país contribuye y así todos contamos con la capacidad de contribuir al futuro que vivirán nuestros hijos, sobrinos, nietos, seres queridos y a quienes podremos dejarles un legado de hermandad sin igual.
Es hora de regresarle a las generaciones que nos antecedieron tanto que nos dieron, darles el respeto merecido por haber forjado con sus manos este territorio, este hogar al que le cantamos sin cesar “México lindo y querido...”.
Y si alguna vez entonaste la primer línea del Himno Nacional que dice: “Mexicanos al grito de guerra…” y tu piel se puso chinita, te suplico unirte a este ejército, convoca a cuantos más soldados puedas y luchemos, hombro con hombro, por nuestra nación ante este enemigo mundial.
Me consta podemos lograrlo, pero también me consta que sin ti no podremos. Tan solo te pido dos semanas, el riesgo de no hacerlo es catastrófico, el resultado de sí hacerlo puede ser glorioso.
¡Vamos, todos somos México! Por lo pronto aquí estoy contigo paisano, hermano y mexicano.