Pese a las décadas de poder desde la Presidencia de la República, en 1997 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se enfilaba a subir al ring de las primeras elecciones por la Jefatura del Distrito Federal (D.F.)— un cargo que ostentó por años a través de los titulares designados por 'dedazo' del Jefe del Ejecutivo.
El escudo del tricolor adornó las calles, postes y espectaculares de la urbe. Pero sus colores ya competían con el amarillo del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el azul de Acción Nacional (PAN) y demás tonalidades de otras cinco agrupaciones políticas dispuestas a poner fin a la gobernanza priísta en la capital.
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Fue un año antes del inicio de las campañas que las y los ‘chilangos’ adquirieron formalmente el derecho a votar por su gobernante. Ello gracias a la reforma electoral de 1996, derivada del “mal manejo priísta” a la tragedia por el terremoto de 1985 y el supuesto fraude en las presidenciales de 1988.
Así, y casi una década después de perder ante Carlos Salinas de Gortari, Cuauhtémoc Cárdenas (del PRD) se convirtió en uno de los más fuertes de la elección junto al priísta que buscaba defender el legado de su partido en la capital: Alfredo del Mazo González.
Los principales titulares los posicionaron como los punteros de la contienda. Aunque las hordas de militantes del PAN pusieron en el ojo público el nombre y retrato de Carlos Castillo Peraza; cuya campaña trascendió los spots que se diferenicaban por sus consignas como “Ya no queremos palabras, lo que necesitamos es PAN”; y escenas de legisladores imitando el balido de un borrego o de comensales que repetían una y otra vez “PAN”.
El ‘monopolio’ del debate
Corría la noche del 6 de julio de 1988, cuando el sistema de cómputo electoral aún contabilizaba los millones de votos emitidos en la elección para la Presidencia de la República.
Las ventaja preliminar por Cuauhtémoc Cárdenas (del Frente Democrático Nacional (FDN)) pronosticaban el fin de ‘la dinastía priísta’, hasta que la transmisión televisiva del conteo se interrumpió y Manuel Bartlett, entonces Secretario de Gobernación, anunció una supuesta caída del sistema.
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Aquel acontecimiento trascendió como una de las mayores polémicas electorales de México, pues los resultados oficiales declararon como ganador a Carlos Salinas de Gortari (del PRI); un veredicto que puso en duda la legitimidad del proceso y abrió la discusión para reformar el sistema electoral.
De ese modo llegaron las reformas de 1989-1990, 1993 y la de 1994. Pero no fue hasta la de 1996 que se determinó, de manera oficial, someter el cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Federal al escrutinio ciudadano. En ese tenor, el Diario Oficial de la Federación (DF) del 22 de agosto de 1996 estableció que las elecciones se llevarían a cabo en 1997 a fin de ejercer el poder, como única ocasión, por tres años: del 5 de diciembre de 1997 hasta el 4 de diciembre del 2000. Los siguientes mandatos serían de seis años.
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Así, en mayo de 1997, Carmen Aristegui dio la bienvenida a las y los televidentes al debate entre Cuauhtémoc Cárdenas y Alfredo del Mazo González. Este último presentado como “un hombre de afectos duraderos, honesto, preparado y de carácter exigente” de acuerdo a su semblanza.
En tanto, esa misma noche Carlos Castillo Peraza— excluido por el perredista y el priísta— obtuvo su derecho de réplica en el espacio informativo de Javier Alatorre en TV Azteca, donde respondió a la no invitación de sus dos rivales: “Creo fundamentalmente que porque yo no iba a leer un informe de gobierno de ex gobernador priísta”, inició su discurso.
“Se reunieron solos y nos dejaron solos: a ustedes y a mí. (...) Por ello monopolizaron el debate. (...) Ellos no saben lo que se siente cuando lo dejan a uno afuera. Pero son ellos dos los que siempre han estado adentro y hoy solo hablaron de lo que pasa allá adentro, no de lo que nos pasa aquí afuera”, aunó.
El primer Jefe de Gobierno
Durante los siguientes meses Cuauhtémoc Cárdenas se enfrentó polémicas y acusaciones, entre ellas la demanda en su contra interpuesta por el ex Jefe de asesores de Salinas de Gortari, Córdoba Montoya; o la distribución en videotapes de un audiovisual que buscaba desacreditar al PRD y su candidato.
Respecto a este último, fue Rosario Robles en su calidad de coordinadora de las brigadas del Sol Azteca la que desmintió los videos y acusó “una guerra sucia” contra la candidatura del hijo de Lázaro Cárdenas.
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Una semana antes de las elecciones, la explanada del Zócalo Capitalino se pintó del amarillo del Sol Azteca con globos y pancartas. Al día siguiente, el rojo, verde y blanco del PRI tapizó la plancha, mientras un cartel con la frase “Todos hacia la victoria” se extendió a lo largo de Palacio Nacional.
Llegó el domingo 6 de julio de 1997. Miles de votantes salieron a las casillas en una elección inédita para el entonces Distrito Federal, y eventualmente para el PRI— cuyo último gobierno tendría los días contados a partir de los resultados preliminares.
“Los conteos rápidos que ha efectuado mi partido hasta el momento podemos apreciar una tendencia que favorece al Partido de la Revolución Democrática”, adelantó Del Mazo esa misma noche desde las oficinas del partido. “Si esto se confirma así ante los órganos electorales, deseamos al ingeniero Cárdenas éxito en su gestión por el bien de la capital de todos los mexicanos”, atajó.
Pocos minutos después, Castillo Peraza también reconoció la derrota. Finalmente, a las 23:30 horas del 6 de julio, el Presidente Ernesto Zedillo confirmó a Cuauhtémoc Cárdenas como el ganador de las primeras elecciones para la Jefatura de Gobierno de la CdMx.
“Mi reconocimiento al Doctor Zedillo por esta actitud que asume frente al avance electoral y triunfo electoral”, respondió Cárdenas al pronunciamiento del Jefe del Ejecutivo antes de congregarse en el Zócalo capitalino, donde fue recibido con gritos de “Ahora presente, mañana Presidente”.
El líder del partido centroizquierdista ganó las elecciones de 1997 tras recibir el 47.7% de los votos. En tanto Alfredo del Mazo quedó muy por detrás con 25.5%, mientras que Acción Nacional y Castillo Peraza terminaron en tercero con el 15.9% de los sufragios.
“Tres años para las tareas por realizar es poco y es mucho tiempo. (...) Arrancar el cambio de nuestra capital no puede esperar, pues en la pasividad los tiempos mejores nunca llegarán”, pronunció el perredista en su toma de protesta.
ASG