La empresa productiva del Estado, Petróleos Mexicanos (Pemex), acusa desde hace poco más de un año a César Vernet de ser huachicolero; de cara al juicio por robo de combustible, que comenzará aproximadamente en tres meses, asegura que “le arruinaron la vida”.
El ingeniero encargado de controlar la presión y el flujo del poliducto Tuxpan-Tula en el que trabajó 28 años, se enfrenta a una pena de hasta 45 años, por un delito que jura no cometió y que se estima en una pérdida cercana a 60 millones de pesos.
Luego quedarse sin una fuente de sustento para su familia y ser acusado legalmente, César ahora conduce un taxi, empleo que le permite ir a firmar su libertad bajo palabra cada semana; su familia sobrevive con los pocos ingresos que genera como chofer y el trabajo de su esposa.
“No puedo dormir de tan solo imaginar caer en la cárcel, cuando jamás he tenido ningún problema con la ley, en lo absoluto, siempre me he conducido por el lado derecho”, sostiene en una entrevista en la que, de vez en vez, lucha por contener el llanto.
También perdió las prestaciones que compartía con su familia, por ejemplo el servicio médico: su madre, que era atendida por cáncer de hígado en un hospital de Pemex, se quedó sin tratamiento y falleció en mayo.
La vida de César empezó a desmoronarse la noche del 18 de diciembre de 2018, cuando llegó al trabajo para cubrir el turno nocturno; llegó a las 22:30 horas y sin que él lo supiera para ese momento se habían registrado problemas en el turno que salía. El lugar estaba en crisis.
De acuerdo con la carpeta de investigación FED/SEIDO/UEIARVMEX/0001141/2018, a las 18:45 horas, cuatro horas antes de que César apareciera en el lugar, vino un cambio en la presión del flujo, había más presión, como si alguien estuviera succionando el combustible o como si se estuviera derramando por accidente. Así continúo hasta las 5 de la mañana.
El cálculo es de 2 millones 895 mil litros de los que nadie sabe adónde fueron a parar, pues de acuerdo con el relato de César, personal en campo no reportó irregularidades en un patrullaje que hizo esa noche, cuando comenzaron los problemas.
“Se necesitaría un ejército de pipas (para llevarse todo el producto), si fueran de 20 mil litros serían 144 pipas. Si fueran de 10 mil litros serían 289, si fueran en tambores de 200 litros se requerían 14 mil 477, si fueran bidones de 20 litros serían un millón 447 mil”, matiza cuando relata esa parte de la acusación intentando demostrar con el cálculo escrito en una hoja que la acusación en su contra es absurda.
Para su abogado, Isaac Razo, es ilógico que si Seguridad Física de Pemex “va y verifica el asunto, te dice que no hay un rastro de fuga en el subsuelo no hayan visto ciento y tantas pipas o personas con 14 mil tambos de 200 litros”.
La acusación dice que César y sus dos compañeros están involucrados en la pérdida. En concreto a él lo acusan de ser autor material de robo de combustible; sin embargo, asegura que se siguió el procedimiento que dicta el protocolo; en cambio, señala que sus superiores fueron quienes ordenaron proseguir, a pesar de que perdían miles de barriles.
MILENIO tuvo acceso a un chat de WhatsApp que consta en la carpeta y en donde el supervisor encargado de esa noche le explica a uno de los superiores de Logística y Control, que exigía una investigación contra los controladores, que se les había pedido “aguantar la operación para privilegiar el abasto”.
Su abogado asegura que César es un chivo expiatorio de algo más grande, pues señala que coincidentemente todo sucedió cuando en México se vivía el desabasto de combustible al inicio de la actual administración.
“Son chivos expiatorios de la política, porque si fueran del huachicol, los hubieran encontrado por lo menos con alguna cuestión que los vinculara; por ejemplo, hubieran encontrado una camioneta en una carretera circulando con unos bidones de gasolina”, sostiene.