Ángel Mario García Guerra es un hombre respetado dentro del Poder Judicial.
Pese a su carácter confrontador, el magistrado del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) se ríe al recordar cómo cazaba mariposas y lagartijas cuando era niño en la colonia Anáhuac. Cuenta que en los veranos jugaba al “emprendedor”: tomaba un camión hacia el centro de Monterrey y llegaba al Mesón Estrella para comprar los insumos necesarios para su vendimia de raspados, dulces y tostadas con harta salsa.
Estudiante de la Facultad de Contaduría Pública y Administración (Facpya) de la UANL por un año, movió su vocación hacia Derecho en 1982. Su motivo: en la secundaria fue conocido por bronquearse con los profesores y directiva exigiendo justicia para sus compañeros.
Cuestionado sobre la negativa del Congreso a ratificarlo (polémica que duró más de dos años), afirma que fue un intento de controlar al Poder Judicial.
¿A qué jugaba cuando era niño?
Yo viví en la colonia Anáhuac, en un vil monte. Mis amigos y yo andábamos todo el día en la calle. Recuerdo también que íbamos a cazar mariposas y lagartijas, con una vara que tuviera muchos picos en el monte; por desgracia nunca cacé un conejo, no tuve esa habilidad.
¿Los deportes fueron lo suyo?
Nombre, siempre fui gordito, aunque jugaba futbol, y nadie me quería en su equipo. Me acuerdo mucho porque cuando solo quedaba yo hasta volvían a hacer Piedra papel o tijera, y el que perdiera pues se chingaba y ni modo, yo les tocaba.
¿Qué nos puede decir de sus padres?
Mi papá tenía 6 caballos en un establo que construimos. En aquel entonces los norteamericanos que se quedaban en el hotel Ramada Inn pagaban un dólar por ir a dar una vuelta montados. En lugar de tener bicicleta, yo tenía un caballo llamado Gis, porque era blanco. Actualmente vivo con mi madre en García, ella tiene 87 años.
¿Qué piensa de las opiniones sobre el lugar donde vive usted?
No me importa, construí mi casa en Cumbres, en García, y está preparada para que mi madre pueda caminar o para que las camillas puedan caber.
Creo que la gente de aquí del norte en su mayoría somos un poco clasistas. He leído que cuando los regiomontanos vamos a otra ciudad siempre decimos que vamos de Monterrey y no de Nuevo León.
¿Qué paso con su ratificación?
Lo que pasó conmigo tiene que ver con ese intento de querer controlar al Poder Judicial. Yo en lo personal no permito la interferencia de otro poder. Como juez jamás permití que me dijeran cómo resolver y mi carácter siempre ha sido medio confrontador. Nadie me dio línea, no se atrevían.
¿Vivió 30 meses sin sueldo por injusticias legislativas?
Yo creo que por una combinación de soberbia con ignorancia, me pagaron desde que regresé 4 millones 910 mil pesos, por cierto que ya pagué todo lo que debía. Soy una persona que vive de su sueldo, no tengo gastos importantes.
Cuentan que todos quieren entrar a su clase en Derecho...
Les gusta la mala vida, los traigo en friega, se pelean porque les dé clase. Soy muy estricto como maestro, el 40 por ciento de mis estudiantes reprueba, hasta de postgrado.
¿Batalló para adaptarse a la nueva normalidad escolar?
Un poco, porque soy un maestro de pizarrón, no me gusta el Power Point, yo necesito ver qué cara están poniendo los alumnos.
Tengo que ver que no se estén durmiendo.
¿Cuál es su gran pasión?
Los autos. Llegué a tener hasta tres carros de manera simultánea. Mi primer carro de agencia lo compré a los 17 años. Ahorita tengo un Honda Accord color negro, desde enero. También me gustan los autos azules, blancos… ahorita me gustaría tener un carro color gris, me recuerda un Audi A7 que tuve.
Platillo preferido...
La hamburguesas, el día que me quieras envenenar, ¡dame una! Antes me comía una triple con sus papas grandes, aros de cebolla grande y hasta postre, pero ahorita me como solo una y chica porque en 2016 me hice el bypass gástrico.
¿Quiénes son sus autores favoritos?
Mario Vargas Llosa, Isabel Allende y Gabriel García Márquez.