Desde este fin de semana, los nombres de Irpin y Bucha se han unido a los de Srebrenica, Katyn, Guernica, Nyamata, Non Pen y otros lugares que forman parte del mapa global de los horrores bélicos contra los civiles. El ejército ruso ha dejado atrás un catálogo de crímenes de lesa humanidad, ya documentados por la prensa internacional, que revelan su brutalismo, frustración y sensación total de impunidad. Nadie en estas ciudades podrá dormir igual después de esto.
Civiles ejecutados en mitad de las calles, con las manos atadas a la espalda, como si hubieran sido víctimas de una matanza casa por casa, grabados primero por las unidades de vanguardia ucranianas que liberaron aldea tras aldea y documentados después por fotógrafos.
Es una práctica ya vista antes en el ejército ruso desplegado en Chechenia en los años 1999 y 2000, conocida como “zachistki”o “limpieza”, es decir, matar a todo hombre en edad de empuñar un arma aunque no pertenezca a ninguna milicia.
Las tropas de la “Z” han matado personas, animales de granja y todo perro o gato que han encontrado como si fuera un macabro tiro al blanco. Las imágenes de pastores alemanes, labradores y mastines abatidos hablan solas. Es la tierra quemada rusa en la llamada “carretera de la muerte”, como la llaman los ucranianos. Si no pueden controlar un territorio, que no quede nada.
Aunque las mujeres tampoco se salvaron. Múltiples testigos aseguran que hay cadáveres de mujeres desnudas por toda la ruta de la muerte que siguieron las tropas de Moscú desde las afueras de Kiev hasta los alrededores de la zona de exclusión de Chernobil.
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Todos estos asesinados civiles conviven con los cuerpos de muchos de sus ejecutores, también muertos y carbonizados por los ataques ucranianos para liberar las ciudades, algunos de ellos a la intemperie desde que comenzó la supuesta “operación militar especial”, en la tóxica denominación del Kremlin, sin que sus compañeros hicieran nada por recogerlos y enterrarlos.
Human Rights Watch ha documentado muchos casos de “violaciones de las leyes de la guerra” por parte del ejército ruso en las áreas de Chernigov, Jarkov y la región de Kiev. Estos casos incluyen violaciones de mujeres, ejecuciones sumarias y violencia contra los civiles.
“Los casos documentan una inexplicable y deliberada crueldad contra los civiles por parte de las fuerzas armadas de Rusia, que deben ser investigados como crímenes de guerra”, termina el comunicado de la organización.
A eso hay que unir a los muertos que sí han sido enterrados por vecinos, y que ocupan jardines comunales por todos lados, señalados solo por una cruz de madera.