El rap de la policía contra los corridos del narcotráfico

Una veintena de uniformados da voz a agentes y soldados con la narración de historias en el campo de batalla y perfila a los nuevos próceres de una guerra contra las bandas criminales... así suena el ritmo justiciero

Gorrix es uno de los oficiales que ha logrado llevar su música de las redes sociales a los escenarios. Javier Ríos
Ciudad de México /

En la región alterada, los topones entre empecherados y pixeleados se dan con ritmo; con un flow que llaman “rap bélico”, que ya suena en los cuarteles e inspira a soldados, marinos, guardias y policías.

Con su música, una veintena de raperos bélicos han logrado darle voz al pueblo uniformado, narran las historias del campo de batalla y construyen los nuevos próceres de una guerra que supuestamente no existe, aunque sus canciones inciten a portar un M16 y una Beretta.

“Verde nuestra vestimenta, cargadores abastecidos y en la camioneta un rifle 50… listos para hacerle frente, se les apareció el diablo… traigo botas, chaleco y casco (…) guarden municiones, que el tiro sea certero, mi cuerpo se estremece, tumbaron a un compañero”, relata la canción titulada “En Acción”, interpretada por Ese Gorrix, Mc Razo y Jr Bélico, exponentes de este “rap de motivación militar”, hallado así en plataformas digitales como Spotify, YouTube o Facebook y que evoca las cacerías del Ejército mexicano, de la Armada de México y, más reciente, de la Guardia Nacional.

De “sangre pixeleada” y familia militar, Alan Galván está “en la operativa” y es elemento activo de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México; le dicen el rapero policía. Pero quienes lo conocen bien —patrocinadores y followers— le llaman “Ese Gorrix, el del Flow blindado”, y es uno de los adelantados que ya logró sacar su música de las redes a los escenarios, con un primer concierto el pasado 5 de diciembre, y con una presentación la semana pasada en el 100 aniversario de la policía de la subsecretaria de Control de Tránsito.

“Fui entrenado para atrapar delincuentes, y de este lado se respira la muerte… adicto a las armas y a la adrenalina, y sin dudarlo yo arriesgaría la vida… Voy patrullando, bien pilas, bien atento para el enfrentamiento”, dice la canción “Fui entrenado”, que hasta hace unos días solo se escuchaba en los audífonos de los uniformados y en “los topones contra malandros”.

En entrevista con MILENIO, Ese Gorrix habla de su público y de sus “rolitas bélicas”, en las que agradece a los grandes elementos y recuerda a quienes han caído en los enfrentamientos. Las letras, explica, surgen en el cuartel y las rimas en el rondín, con un cuaderno y una pluma, ya sea a petición de algún mando militar o naval, de alguna unidad, o como homenaje para los que ya no están: “Cocina droga auditiva” para la primera línea de batalla contra el crimen organizado.

“Los que me escuchan son compañeros que están desplegados, que ahorita están patrullando y que hoy les tocó hacer esa labor que es servir a la nación”, dice el rapero policía, agradecido con su público a quien él llama familia.

Los versos también construyen a los nuevos íconos de de esta guerra, como El Marino Loko, un supuesto Infante de Marina temido por los criminales que usa un martillo y viste a los malosos de señoritas: “Todos lo conocen en cada regimiento, saben de su vida, de todo su talento, pocos lo han visto y saben de su rostro, pero accionando se considera un monstruo, forjado entre comandos no le pesa matar, el terror de los malandros en cada ciudad, nacido en Reynosa él no se sabe rajar, es El Marino Loko está listo para accionar”, dice la canción.

O “El wero de la Semar”, canción que relata la vida de un marino hoy comisionado a la Guardia Nacional: “Loqueras, peloteras mi amiga es la catrina… si hay un topón en cortito me parapeto, la mirada no me tiembla, soy gente de respeto, soy gente de la Semar, ahí me la ando rifando, me dicen El Wero y soy un perro bravo, quien quiera toparme a mí díganme en dónde, en dónde le atoramos, no soy de los que se esconde”.

En sus rimas, Ese Gorrix afirma que su mano no le tiembla al disparar, habla de su entrenamiento para la guerra, y sabe bien que “el corazón blindado” no es para cualquiera; “el uniforme piensan que es fácil ganárselo, y no, tienes que pasar por muchas pruebas, lo más difícil para muchos es dejar a su familia”, confiesa.

Ya “sin miedo a la muerte”, ni al reclamo de sus jefes, hace un reproche: “Aparte de enfrentarte con los problemas como el delincuente, existe esta parte que es derechos humanos… y no me da pena decirlo, porque derechos humanos no es para la gente, es para el delincuente”. 


  • Amílcar Salazar Méndez

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