La mayoría de los indecisos –unos ocho millones de mexicanos– esperan “iluminación” en los debates presidenciales para identificar “ideas claras” antes de definir el sentido de su voto en las elecciones que medirán el potencial electoral de Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez. Estos agarrones podrían ser la llave que abre o cierra la distancia entre las punteras.
Desde el arrojo de Vicente Fox, en 2000, –”hoy, hoy, hoy”–, pasando por la ausencia de Andrés Manuel López Obrador en un debate de 2006 y “el escote de la edecán” que eclipsó el contenido de la discusión en 2012, hasta el Ricky Riquín Canallín de 2018, las confrontaciones directas han tenido un rol protagónico en el devenir político de México.
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Aunque el segmento de votantes indefinidos es más estrecho que hace seis años, pasó de un rango de entre 25 y 30 por ciento en abril de 2018 a un segmento de 10 a 15 por ciento en marzo de 2024, el interés por los zafarranchos entre candidatos constituye un “resorte crucial” entre los ciudadanos titubeantes, quienes buscan “iluminación” en la recta final de las contiendas, principalmente a través de debates (70 por ciento), identificar ideas claras (70 por ciento), publicidad política (60 por ciento), entrevistas (60 por ciento), considerar honestidad e integridad (55 por ciento) y propuestas de campaña (45 por ciento).
Cuatro de cada 10 indecisos se decantan a partir de lo que recomiendan amigos y familiares, un dato que muestra la intensidad de las cadenas de chats por WhatsApp.
Tras alimentar dos herramientas de Inteligencia Artificial (IA) con resultados de encuestas electorales y estudios del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), los robots de Bing CoPilot y Chat GPT identificaron que la mayoría de los indecisos están esperando las escaramuzas televisadas entre las alternativas presidenciales para decidir por quién votar.
El reporte semanal de MienIA, Central de Datos e Inteligencia Artificial también revela que el peso contemporáneo de las redes sociales –el cual saltó de 75 millones en 2018 a 109 millones en 2024– deja a la televisión mexicana en segundo plano, dando relevancia nodal al consumo de contenido político por medio de YouTube, TikTok, Facebook, X (antes Twitter) e Instagram, en ese orden de impacto.
En una elección con una definición temprana del voto, dos tercios de los definidos ya están muy seguros de su preferencia y sólo una tercera parte podría cambiar de opinión, el 10 o 15 por ciento del electorado –esos ocho millones de mexicanos– puede cerrar o abrir la contienda presidencial, consideran los análisis de las plataformas consultadas.
Y es que descartando los sondeos que presentan las ventajas más extremas hacia la aspirante del oficialismo, las encuestas de Enkoll, Consulta Mitofsky, El Financiero y Áltica refieren una diferencia de entre 24 y 13 puntos de preferencia bruta entre la morenista Claudia Sheinbaum y la panista Xóchitl Gálvez.
En tanto, la expectativa por los debates puede medirse a través de la curiosidad de los internautas por informarse sobre noticias recientes. Por primera vez desde que arrancaron las precampañas –20 de noviembre de 2023–, las búsquedas en Google con las nociones “debate 2024” y “debate México” superaron el interés por la “mañanera de AMLO”: 46 frente a 29 puntos en el índice de consultas.
Desde la alternancia que puso fin a 71 años ininterrumpidos de partido único, los simpatizantes del “cambio” lograron sustituir a la clase política gobernante en 2000 (PAN por PRI), 2012 (PRI por PAN) y 2018 (Morena por PRI), mientras que los “continuistas” se impusieron en 2006 (Felipe Calderón).
Debates: abren o cierran comicios
“Aunque el porcentaje de indecisos es bajo (entre 10 y 15 por ciento), el impacto de los debates puede ser significativo si se inclinan hacia un candidato específico”, plantea el ensayo de Bing CoPilot, el asistente virtual de Inteligencia Artificial desarrollado por Microsoft, el cual presenta tres escenarios ante los debates que se realizarán el 7 de abril, 28 de abril y 19 de mayo de 2024:
- Escenario 1: Si los debates logran “iluminar” a los votantes, podrían inclinar la balanza a favor de una de las principales candidatas. Esto podría afectar al tercio que aún podría cambiar de opinión y posiblemente a algunos votantes previamente decididos.
- Escenario 2: Si los debates no logran impactar significativamente a los votantes, es posible que la mayoría de los votantes mantengan sus decisiones previas.
- Escenario 3: Si los debates se vuelven polarizados o no ofrecen respuestas claras, podrían confundir aún más a los indecisos y no cambiar las opiniones de los votantes ya decididos.
Durante los comicios de 2018, los debates incrementaron la ventaja que tenía Andrés Manuel López Obrador (Morena) con su más cercano perseguidor, Ricardo Anaya Cortés (PAN), principalmente por el impacto de haberlo llamado Ricky Riquín Canallín, mientras que la confrontación directa entre Francisco Labastida Ochoa (PRI), Vicente Fox Quesada (PAN) y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (PRD) alteró en 2000 el devenir de la primera alternancia en el poder presidencial, sobre todo en el “pre debate”, cuando el guanajuatense pronunció su célebre “hoy, hoy, hoy”, interpretado como un llamado decidido a discutir entre los tres.
En 2006, en cambio, diversos analistas concluyeron que AMLO cometió un error al no acudir al primer debate. La confrontación de 2012 es más recordada por la mirada del aspirante Gabriel Quadri al atuendo de la joven que entregó los sobres de la orden de intervención de los candidatos.
En el caso de esta elección, la retadora Xóchitl Gálvez apuesta por reducir la diferencia que le lleva la candidata de Morena, al tiempo que Claudia Sheinbaum ha planteado que el objetivo de su campaña no sólo es ganar por unos 35 millones de votos –cinco millones más que los obtenidos por López Obrador en 2018–, sino ganar la mayoría de las nueve gubernaturas en disputa, así como dos tercios de las diputaciones y senadurías, en concordancia con la meta trazada desde Palacio Nacional: el famoso Plan C.
El aspirante de Movimiento Ciudadano (MC), Jorge Álvarez Máynez, también tiene vela en este entierro, ya que es el menos conocido (sólo 22 por ciento ha oído hablar de él) y, por tanto, la opción con más umbral de crecimiento, principalmente entre los indecisos y los ciudadanos sin preferencia partidista.
Así, en una contienda polarizada, donde 96 por ciento de quienes se identifican con Morena aprueban al gobierno de López Obrador y por tanto la continuidad de su proyecto, y el 94 por ciento de quienes se dicen simpatizantes de PAN, PRI y PRD desaprueban la gestión presidencial, los apartidistas tienen un peso que puede abrir o cerrar los comicios: 51 por ciento de este sector reprueba a López Obrador, 49 por ciento lo avala.
El Chat GPT de Google plantea que “las reacciones en tiempo real de la audiencia y la cobertura mediática posterior a los debates también jugarán un papel crucial. Si los medios destacan momentos clave y análisis sustantivos, esto podría reforzar la influencia de los debates en la toma de decisiones de los indecisos”.
Los opositores han mostrado especial entusiasmo por el análisis de Gabriel González-Molina, autor del libro Switchers S2. El segmento de la orfandad, el cual plantea que el sector de los ''leales' (voto duro AMLO) representa un 21 por ciento de los votantes y los 'switchers 1' (muy pro-AMLO) equivalen al 21 por ciento; en cambio, los 'antis' (voto duro anti-AMLO) traen 23 por ciento y los 'switchers 2' (huérfanos, sin casilla elegida) representan un 35 por ciento.
Un factor clave radica en convencer a este último segmento con características volátiles. Y aunque las encuestas no se han movido más allá de los márgenes de error (+/-3 por ciento) entre diciembre y marzo, lo seguro es que llegó el tiempo de los indecisos, ese 10-15 por ciento de potenciales votantes que representan unos ocho millones de boletas por cruzar, tomando en cuenta una participación electoral de alrededor del 60 por ciento, un porcentaje similar al de 2018.
Desde el cuartel de campaña de Xóchitl Gálvez se escucha que una apuesta importante es “jugar al error del contrario”, esperando que alguna provocación haga tropezar al presidente López Obrador o a la candidata presidencial de Morena, PVEM y PT. Algo similar al “cállate chachalaca” que endilgó el candidato AMLO al entonces presidente Vicente Fox durante la campaña de 2006.
En el cuarto de guerra de Claudia Sheinbaum han privilegiado lanzar un centenar de propuestas, resaltar logros de seguridad en la Ciudad de México y repetir palabras optimistas como “pueblo”, “mujer”, “transformación”, “México” y “vamos”, aunque también han cruzado la líneas enemigas al buscar acercarse a un sector conservador de la población a través del encuentro con el Papa Francisco. Consideran que un segmento de católicos que simpatizan con el PAN pueden saltarse la cerca. También se han mostrado cautelosos con temas de índole progresista, como la legalización de la mariguana.
De acuerdo con el análisis de Keyhole, una herramienta de escucha digital, pasado por el procesamiento de datos de Bing CoPilot, la candidata morenista puede presumir al “Ejército en tareas de gobierno”, “el Tren Maya” y “la austeridad republicana”, al tiempo que la aspirante de la coalición PAN, PRI, PRD debe prometer regresar “el Seguro Popular” y “las estancias infantiles”, así como continuar con su lucha en “defensa del INE”.
Los “abrazos, no balazos” dividen aplausos y rechiflas, dependiendo del lado de la tribuna desde donde se esté viendo el partido.
A cuatro semanas del primer debate –domingo 7 de abril–, los operadores de Sheinbaum, Gálvez y Máynez ya afinan las estrategias para sacar ventaja de la mayor exposición masiva de talentos y debilidades políticas. Se les ve inquietos: preguntan, analizan, estudian
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