Omar García Harfuch duerme poco, camina mucho y come —cuando puede— dentro de su camioneta blindada. En la última milla para ganar la nominación morenista al gobierno de la Ciudad de México su vida ha cambiado radicalmente: ya no trabaja acorazado en su oficina en la colonia Juárez ni come a solas en su escritorio.
Como cuando era treintañero, ha vuelto a las calles, pero ya no para patrullar, sino para rodearse de multitudes que lo escuchan hablar de temas que parecían lejanos para él, como movilidad o programas sociales.
El policía que se puso placa y uniforme para resolver secuestros se ha mantenido, incluso para sorpresa propia, como el favorito en las encuestas para representar al oficialismo en tierras chilangas.
“En Morena tenemos un proyecto que es apoyar a la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Así que si yo gano la encuesta, y todo resulta favorable para mí, con los primeros con los que me voy a sentar es con mis compañeras y compañeros que también participaron en esta contienda”, cuenta a MILENIO el egresado de la carrera de Seguridad Pública, quien desde ya piensa en una operación cicatriz para que lo arropen las bases más radicales de Morena que ven con malos sus ojos su pasado policial.
Su perfil parece, en papel, todo lo contrario a una nominación de izquierda: un policía de reciente militancia en Morena que creó un estilo propio de arrestos a importantes cabecillas del crimen organizado.
—¿Qué piensa de que en su partido lo llamen policía como un insulto?—
"Hay personas de izquierda o de derecha que de manera despectiva se refieren a mí como ‘el policía’, pero yo me siento muy orgulloso de representar a más de 80 mil mujeres y hombres que son policías. Es mi máximo orgullo. Yo me metí a la policía porque tuve la oportunidad de combatir las injusticias sociales, disminuir la violencia y quitar generadores de violencia.
"Para un sector de Morena, de la oposición y de las clases medias en general, García Harfuch aparece como una opción atractiva para hacer mancuerna con Claudia Sheinbaum, en una urbe que representa 8.6 millones de votos. Lo halagan hasta los alcaldes opositores —como Adrián Ruvalcaba, de Cuajimalpa, y Santiago Taboada, de Benito Juárez— y atrae aglomeraciones de mujeres que le avientan besos y le cantan “Omar, amigo, ¿te quieres casar conmigo?”.
Él mismo se defiende y se ve como un policía de izquierda, lo que para muchos es un oxímoron, aunque disminuyó en más de 50 por ciento los delitos de alto impacto, incrementó el presupuesto de la Dirección de Derechos Humanos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana capitalina, otorgó más ascensos a mujeres policías que ningún otro titular de su ramo y nombró al primer director general abiertamente gay de la institución.
La conversación con MILENIO sucede minutos después de que Harfuch se despide de mil jóvenes en la alcaldía Cuauhtémoc que le han jurado lealtad.
Algunos serán primeros votantes en 2024 que participaron en la Consulta para Niñas, Niños y Adolescentes 2022, organizada por el Instituto Electoral de la Ciudad de México, cuyo diagnóstico arrojó que el problema más urgente en la ciudad es la inseguridad. Esos centenares de muchachos se hacen llamar Juventudes Harfuch y se presentan a sus mítines con máscaras de Batman, el antihéroe que pacifica con métodos controversiales a una ciudad sin ley.
Harfuch tiene buen ánimo en las últimas horas antes de la aplicación de la encuesta. Aunque, por primera vez, admite que hay algo que lo inquieta: existe una posibilidad de que, incluso ganando, pierda a un paso de la victoria. Un accidente distópico en “Ciudad Gótica”.
Una tormenta perfecta que se avecina al mismo tiempo que él conversa con MILENIO.
Si Morena lo pide, Harfuch apoyaría a Clara
“Nosotros en Morena vamos en unidad total. Si el INE resuelve el tema de paridad de género y Morena decide que en la ciudad toca mujer, me toca apoyar a mi compañera”, reconoce el ex jefe de la policía.
Nuestra charla ocurre mientras el Consejo General del Instituto Nacional Electoral debate un acuerdo que obliga a los partidos políticos y alianzas a postular un mínimo de cinco mujeres para las ocho gubernaturas y la Jefatura de Gobierno capitalina que se disputan en las elecciones del 2024.
Este martes, el acuerdo fue aprobado, lo que estrecha el camino para los hombres: sólo pueden competir cuatro varones de Morena y de cualquier partido o coalición en las nueve entidades federativas.
Harfuch sabe que ese tecnicismo podría obligar a la dirigencia de su partido a darle la candidatura a Clara Brugada. En Morena, encuesta mata currículum, pero paridad de género puede matar encuesta.
¿Está consciente de que podría perder la candidatura por la decisión de paridad de género?
"Yo estoy enfocado con el objetivo muy claro que es ganar la encuesta. Pero en Morena no vamos a poner los intereses personales por encima de un interés superior. Vamos a esperar a ver qué pasa, pero yo estoy dispuesto a apoyar a quien el movimiento decida".
El tono del ex secretario capitalino no es sombrío. Tampoco de resignación. Habla de ese cambio de reglas con la tranquilidad de quien sabe que, si cede su lugar, tendrá asegurado un gran premio de consolación. Una recompensa del tamaño de su lealtad al presidente López Obrador, a su anterior jefa Claudia Sheinbaum y a la militancia guinda que demanda unidad para enfrentar a la oposición.
Si gana la encuesta, pero le niegan la candidatura, ¿se iría con la oposición? Lo halagan mucho hasta sus adversarios.
"En ningún escenario me verás aceptar una candidatura que no sea la de Morena. No me inscribiría a ningún otro partido".
Harfuch no lo llama por su nombre, pero es claro que toma distancia de acciones de morenistas de altos vueltos, como el otro ex jefe de la policía capitalina, Marcelo Ebrard, quien coquetea con Movimiento Ciudadano para ser postulado el próximo año.
¿Cómo planea empoderar a la policía de la CdMx, si es que uno de ellos llega a ser jefe de Gobierno?
"Mira, la doctora Claudia Sheinbaum aumentó en 54 por ciento el sueldo a los policías. Eso es verdaderamente fortalecer una institución. Yo buscaría un aumento de sueldo. Y también egresar a más generaciones de investigadores, de jóvenes que saliendo de la universidad se vengan a la policía. Además de dar trabajo, queremos incorporar perfiles científicos".
Los policías en la ciudad siguen peleando contra La Unión Tepito o el Cártel Jalisco…
En el caso de los grupos que comentas han sido debilitados en sus estructuras criminales, pero de ninguna manera han sido totalmente erradicados. Ni la secretaría ni la fiscalía pueden bajar los brazos. A eso me refiero con continuidad: no que vayamos a hacer lo mismo, sino que vamos a profundizar el trabajo ya hecho.
—¿Cómo planea ganar el voto de la clase media?—
"Es una oferta muy simple: vamos a tener la ciudad más segura de la historia. Y eso va a detonar el crecimiento económico".
Prefirió el cuartel al show business
Antes de aspirar a ser jefe de Gobierno o superpolicía de la Ciudad de México o de sobrevivir a un atentado de más de 400 balas que le escupió el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Omar García Harfuch soñó con ser un cantante famoso.
Animado por la vocación artística de su madre, la actriz María Sorté, y el rigor casi militar de su padre, el ex titular de la Dirección Federal de Seguridad, Javier García Paniagua, el joven Omar confió en que obtendría lo mejor de cada uno de ellos para desarrollar una carrera en el show business: linaje y disciplina.
Él aportaría otros atributos personalísimos: el talento y la galantería que desde adolescente lo convertía en el centro de atención de las fiestas. Una cuádruple amenaza en los escenarios.
Sus padres pagaron clases privadas en la casa familiar de San Jerónimo, un barrio acomodado en el poniente de la ciudad, con el maestro de canto conocido como Russell, quien ha trabajado con Ricky Martin, Yuri o Ana Gabriel y transformó la voz del actor Diego Boneta en la de Luis Miguel. Nadie en su círculo íntimo dudaba de que, si el joven Omar se lo proponía, sería una estrella.
“Pero muy pronto me di cuenta que ese no era mi camino. Luego, durante un tiempo, quise ser militar y luego me di cuenta que quería servir a mi país desde la Policía Federal. Me acuerdo mucho en que en esos años se escuchaban muchos secuestros y me llamó mucho la atención las imágenes de policías liberando a víctimas. Y yo dije ‘eso quiero hacer’”, recuerda.
Harfuch sigue cantando, pero sólo deja que sus más cercanos lo escuchen. Hace unos 20 años, en 2008, convenció a su familia de apoyarlo en la certeza de que lo mejor para él era una carrera en la Policía Federal Preventiva y enterrar las expectativas de cómo sería como artista o militar.
Su círculo más cercano cree que aquel joven Omar aún vive dentro del hoy político de 41 años: es estricto, disciplinado y poseedor de una coquetería experta que lo hace el centro de atención de los templetes. En Morena seduce con la promesa de que ganará cómodamente a la oposición en las urnas y que su candidatura es la única capaz de hacer que la izquierda vuelva a sus años de gloria ganando 13 —o más— de las 16 alcaldías y la mayoría de los 33 distritos electorales.
La fascinación que sienten en Morena por su nueva estrella en la política hace que algunos olviden, aunque sea momentáneamente, que sería el primer gobernante de la capital del país sin experiencia ejecutiva, legislativa, judicial o de dirigencia partidista, pero con placa.
Experto en seguridad pero… ¿y lo demás?
La vida cotidiana de Omar García Harfuch es un misterio desde las 6:38 de la mañana del 26 de junio de 2020, cuando fue atacado por 58 sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación en avenida Paseo de la Reforma, a unas cuadras de su casa en la exclusiva colonia Lomas de Chapultepec.
Desde entonces, sólo un puñado de personas sabe la dirección de su casa y la de sus familiares. Si no es porque acude a un encuentro con simpatizantes o futuros votantes, no acude a restaurantes, cines o estadios. Su agenda es privada. Sus rutas son desconocidas. Incluso, sus amigos desconocen cómo y dónde localizarlo, si no es un evento publicitado en su cuenta de X que ya roza el medio millón de seguidores.
Sus adversarios plantean dudas sobre su idoneidad como candidato de Morena: ¿sabía que sus subalternos, cuando era coordinador estatal de la Policía Federal, tenían tratos con criminales? ¿Se reunió con la Fiscalía Especial para el caso Ayotzinapa al arribo del presidente López Obrador al gobierno federal? ¿Qué ha aportado para ubicar el paradero de los 43 normalistas? ¿Por qué el Cártel Jalisco Nueva Generación quiso asesinarlo?
Y hasta sus amistades tienen incertidumbres, pues no saben qué piensa el ex jefe de la policía sobre soluciones de movilidad urbana, el problema de la escasez de agua, el arreglo al sistema de salud local o su visión para que la capital aporte al combate contra el cambio climático.
“Creo que nunca le he escuchado hablar de esos temas”, contó a este diario una de sus amigas desde que ambos estudiaban en la Universidad del Valle de México; “Omar es un obsesivo de la seguridad pública, a veces es complicado que hable de otras cosas”, dijo un ex compañero de la Agencia de Investigación Criminal.
A cambio de esas dudas, el aspirante morenista ofrece sus certezas: es el titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana que más ha golpeado a La Unión Tepito, el que tiene una vendetta personal contra el Cártel Jalisco Nueva Generación, el que frenó a ‘Los Chapitos’ arrestando al primo de Ovidio en la alcaldía Venustiano Carranza.
El que ha liderado a la fuerza policial más grande que ha tenido la capital en su historia —83 mil personas— y el que mejor conoce el funcionamiento de las 63 mil cámaras de videovigilancia y los 11 mil 295 botones de auxilio.
Y en un territorio como la Ciudad de México, a veces ser experto en seguridad es suficiente para atraer al electorado.
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