Su mente ingenieril está procesando todo el día caminos para intentar ganar la elección presidencial, por eso a su equipo no le sorprende que de estar preparando una pizza de frijoles con salami en la cocina, salte a donde está su equipo y les diga: “¿Saben qué?, tiene que ser Germán [Martínez] el que dé la batalla en el INE, lo quiero de representante. Hablen con él y luego con los partidos”.
De pronto se va y regresa: “Si no, yo hablo con él [Germán], con Marko [Cortés], Alito [Moreno] y [Jesús] Zambrano. Pero sí, debe ser él”. A lo que su equipo asiente como si se tratara de una revelación divina.
O de pragmatismo riguroso, que es el aprendizaje del que al parecer los políticos de todos los bandos han agravado durante los últimos años.
Por ello no extraña que, en las últimas semanas, Xóchitl Gálvez haya tejido acuerdos privados con los ex gobernadores Mario ‘Malova’ López Valdéz (Sinaloa), Manlio Fabio Beltrones (Sonora), Pedro Joaquín Coldwell (Quintana Roo), Francisco Ramírez Acuña (Jalisco), Miguel Márquez Márquez (Guanajuato) y Silvano Aureoles (Michoacán).
Los pactos con ex mandatarios del PRI, PAN y PRD se dieron mientras vibraba en la opinión pública un debate sobre la inclusión en las listas de plurinominales de figuras tradicionales de la clase política en detrimento de espacios para liderazgos de la sociedad civil.
En sus casi 60 días de precampaña, donde visitó 28 entidades, aprovechó el tiempo para acercarse a operadores políticos que ya han ganado elecciones. Y lo sigue haciendo.
Socia del PRI
En su gira por Sinaloa, a pesar de las negativas o refunfuños de Alejandro Moreno y Marko Cortés, se reunió con el ex gobernador Mario López Valdez, quien pertenece a esa primera generación de alianzas entre PAN y PRD.
En 2010, ‘Malova’, junto con Rafael Moreno Valle en Puebla y Gabino Cué en Oaxaca, rompieron las rachas de gobiernos priistas en sus entidades. De esa camada precisamente es Xóchitl Gálvez, quien no tuvo el mismo éxito en Hidalgo ante la aplanadora del Grupo Pachuca.
Por ello, el pasado 8 de enero, como parte de su “agenda privada”, dispuso de un espacio para desayunar con ‘Malova’ y su esposa Alma Sofía Carlón, para pedirle “hacer labor de tierra” en Sinaloa.
Lo anterior no es para menos: el dueño de la Ferretería Malova tiene buena imagen con ciertos sectores de la entidad. Cuando lo ven en Los Mochis, por ejemplo, sus paisanos lo saludan, le piden fotos y hasta “una ayuda les da”.
En Sonora, aunque no tuvo agenda pública con él, Gálvez palomeó las aspiraciones de Manlio Fabio Beltrones al Senado, quien de inmediato reactivó sus redes sociales y recordó sus campañas a gobernador, senador y diputado federal.
La aspirante presidencial reconoce que si alguien puede arrebatarle la Tierra de los Caudillos a Morena, es este par: el estratega priista y su ex compañera de bancada, la hoy panista Lilly Téllez.
La influencia de Beltrones data de hace más de 30 años, pero ha sido más poderoso desde que la oposición llegó al gobierno federal, como se lo dejó claro a los ex presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes tenían que negociar directamente con el sonorense.
Asimismo, en Quintana Roo, Gálvez tuvo acercamientos con el último dirigente priista que ganó unas elecciones presidenciales, Pedro Joaquín Coldwell, quien supo operar la estructura tricolor para arrastrar el voto en favor de Enrique Peña Nieto.
Proclive al PAN y al PRD
Pero si con los priistas ha coqueteado, también lo hace con panistas y perredistas. Con los primeros avaló la inclusión en las listas al Senado a Francisco Ramírez Acuña, primer secretario de Gobernación de Felipe Calderón y ex gobernador del quinto padrón más grande del país: Jalisco.
La importancia del panista se da por la reciente división del voto de Movimiento Ciudadano debido a la fractura entre la dirigencia nacional de Dante Delgado y el gobernador Enrique Alfaro, que puede ser capitalizada por la alianza Fuerza y Corazón por México.
En Guanajuato, Gálvez cobijó al oriundo de Purísima del Rincón, Miguel Márquez, quien tras unos años sabáticos regresó al reflector nacional para operar políticamente una de las entidades más ‘calientes’ del sexenio. El ex mandatario goza de una buena opinión entre una amplia base de seguidores guanajuatenses que podrían ser el fiel de la balanza en los comicios de 2024.
Por último, Silvano Aureoles quiere ser aprovechado por Gálvez para tejer fino en Michoacán, donde el crimen organizado y las autodefensas han mostrado su poderío. Luego de salirse de las mesas del proyecto de nación, la aspirante presidencial lo convenció de regresar y recorrer su estado para tratar de granjearse “el voto del miedo”.
Así, Gálvez no sólo se siente cómoda en el templete, en las caminatas, en los recorridos a pie, sino que está explotando una faceta negociadora con pesos pesados que, de tener éxito en las urnas, le servirían como colaboradores con experiencia de gobierno.
El pragmatismo de las alianzas estratégicas, está visto, se impone rumbo a las elecciones próximas.
FR