Era una misión en tierras desconocidas, eso le agregaba una mezcla de emoción pero de mucha responsabilidad, explica el coronel piloto aviador, Héctor Iván Espejel Estrada, encargado de las dos misiones de rescate para repatriar a mexicanos atrapados en la guerra contra Ucrania.
Mientras todos duermen en un vuelo de más de 20 horas, el coronel muestra a MILENIO la cabina del Boeing 737-800 que él mismo pilotea. Es el último tramo de más de seis horas de Irlanda a Canadá, para finalmente llegar a la Ciudad de México, con connacionales repatriados junto a sus familias ucranianas.
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"Estoy emocionado por poder ayudar a compatriotas para que regresen a nuestro territorio nacional. Es muy importante porque se tuvo que planear bastante bien los vuelos hasta un país para nosotros desconocido, y tuvimos que viajar bastantes horas de vuelo".
El rayo del sol pega de frente. De las pocas horas donde no atraviesa la lluvia o la nieve. Él da indicaciones por radio sobre el vuelo: "en 80 millas iniciamos descenso, eso va a ocurrir a las 22:35, vamos a aterrizar poa la pista 24 y a plataforma". Revisa coordinadas, tiempos y reporta si estiman retrasos por las condiciones climatológicas.
En total son 13 personas las que integran la tripulación. Para cada misión se asignaron seis pilotos con él al mando. En el trayecto se turnan para tener cada detalle otro control bajo control. Otros duermen en los primeros asientos para estar listos para relevar a sus compañeros.
"Somos seis pilotos, nos estuvimos organizando volando tres cada pierna de cuatro o cinco horas, son piloto, copiloto y un piloto de seguridad que va verificando que no se omita ningún paso, que no se esté durmiendo ningún compañero que en algún momento lo puede relevar también".
El coronel tiene 32 años de servicio en la Fuerza Aérea Mexicana, ha recibido muchas asignaciones importantes, pero esta misión a Rumania la considera "un viaje a tierras desconocidas" y en condiciones poco sencillas. Personas de otras nacionalidades, con bebés casi recién nacidos y personas de la tercera edad que podían presentar complicaciones durante el largo viaje; niños, niñas, perros y gatos que podrían volver más complejo el traslado.
Cuenta que las particularidades del viaje, por complejas que parecieran, lo mantenían emocionado. Y se dice contento de haber cumplido con la misión: poner a sus connacionales a salvo.
Volvieron 24 mexicanos y 33 ucranianos, cinco peruanos, tres perros y tres gatos. El coronel piloto aviador pide empatía para las familias ucranianas que llegan a México huyendo de la guerra, dejando en la zona de conflicto a sus familiares hombres y llegando a un país donde ni siquiera hablan el mismo idioma.
"Debemos de tener empatía hacia ellos, como son su familia, también son parte de nosotros".
Sabe que hay 30 personas de nacionalidad mexicana que siguen en la zona del conflicto armado pero se niegan a salir. Si cambian de opinión, está listo para volver a recorrer casi 11 mil kilómetros de distancia durante 20 horas de vuelo para traerlos a casa.
"Si es necesario volver a ir, nosotros estamos cumpliendo órdenes y de acuerdo a las indicativas que nos den o a las instrucciones que nos dé la superioridad, podría ir yo u otros compañeros que también están igual de preparados".
Al tocar suelo mexicano, con entrevista para este medio, se dice satisfecho de la encomienda para que estas personas "tengan la seguridad que no tenían allá", en la zona del conflicto armado.
FS