Por segundo año consecutivo los habitantes de Ciudad de México “se quedaron con las ganas” de entonar el Grito de Independencia desde la plancha del Zócalo capitalino.
Los estragos de la pandemia de covid-19 que se arrastran desde 2020 obligaron a los gobiernos federal y capitalino a cerrar el primer cuadro del Centro Histórico para evitar aglomeraciones.
Así, los capitalinos —vestidos de verde, blanco y rojo, portando los símbolos patrios y con cubrebocas como souvenir— caminaron por las calles de la ciudad buscando un lugar donde convivir y dar el Grito de Independencia.
En las calles aledañas al Zócalo hubo acceso restringido por parte de las autoridades de seguridad. El fin era evitar que llegaran a la plancha central, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador celebraría el 211 aniversario de la Independencia.
Para ello, la Secretaría de Seguridad capitalina desplegó 500 policías, 32 patrullas, 22 motocicletas y 24 grúas para resguardar los accesos.
Por segundo año consecutivo este acto se realizó sin asistencia del público, hecho que es una tradición hasta que la pandemia por covid-19 llegó a territorio nacional el 27 de febrero de 2020 y por segunda ocasión orilló al Presidente a lanzar el Grito ante un Zócalo vacío.
Sin embargo, más allá del primer cuadro, los capitalinos encontraron alternativas para celebrar las fiestas patrias aprovechando el semáforo amarillo.
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Con cubrebocas adornados con la bandera, penachos, diademas tricolores y algunos trajes típicos, los capitalinos “salieron a dar la vuelta” este 15 de septiembre.
“Pues ya ni modo, no sabíamos, pensábamos que sí iba a haber gente porque ya esá bajando esto del covid”, aseguró la señora María Ramírez, quien acudió con tres parientes.
La familia Ramírez consideró “mala onda” que no pueda haber acceso a la población, ya que “es discriminatorio” hacerlo únicamente con “invitados especiales”.
Los accesos que serán abiertos el día de hoy son 20 de Noviembre, 16 de Septiembre, 5 de Febrero, 5 de Mayo, Monte de Piedad, Seminario y Moneda.
Decenas de capitalinos —con maquillaje tricolor en el rostro, algunos con prendas típicas y arreglos patrios— se mantuvieron tras los cercos policiales con la esperanza de poder acceder al festejo patrio, aunque sin éxito.
Los negocios que colindan al Zócalo optaron por cerrar, sin embargo, otros tantos aprovecharon la seguridad desplegada sobre las calles e instalaron diversos puestos ambulantes con accesorios patrios, matracas, banderas y hasta máscaras de luchadores.
Algunos de los “despistados” que no pudieron ingresar a la Plaza de la Constitución se refugiaron en la Alameda Central, donde con bocinas y al ritmo de la cumbia encontraron el calor patrio que buscaban.
Otros tantos se detuvieron a observar los “espectáculos” de diversos artistas urbanos, como organilleros, hombres y mujeres disfrazados de manera patriótica, a cambio de “un apoyo o una moneda”. El viaje hasta el Zócalo no fue en vano.