Entre risas, el karateca por excelencia Gabriel Tláloc Cantú confiesa que le gustaría vivir en una galaxia muy muy lejana porque desde niño le encanta Star Wars y afirma que de joven fue pachanguero, situación que lo llevó a las celdas municipales de Guadalupe 36 horas por andar echando fiesta en la banqueta con los amigos.
El ex diputado de 48 años de edad cuenta que el color azul es su top por ser seguidor ferviente de los Rayados del Monterrey.
En entrevista con MILENIO, consideró que la venganza no va con los principios del Derecho, carrera que estudió en la Universidad de Monterrey (UDEM), y explicó que no se identifica con los políticos que entran al servicio público para beneficiarse así mismos.
¿Dónde creció?
En el centro de Guadalupe; viví ahí hasta los 29 años y ahorita vivo en el área de Contry, en el mismo municipio, pero del lado del cerro.
¿Cuál fue el peor regaño de sus padres que nunca olvidará?
El peor regaño no fue precisamente cuando era un niño, fue cuando me equivoqué por primera vez trabajando para mi papá: yo tendría unos 23 años y ya era abogado, cometí un error en su notaría y me dijo que le hablara al cliente.
Ahí me dio miedo y le dije “dile tú”; me hizo una comparación y me expuso: “¿A qué doctor le da cosita decirle a su paciente que tiene una enfermedad terminal? Hazte hombre responsable, en la fila de las buenas noticias se forma cualquiera y en la de las malas se forma la gente responsable”.
¿Dónde estudió su carrera?
Estudié mi licenciatura en Derecho en la Universidad de Monterrey (UDEM).
¿Fue fiestero de joven?
Sí, lo normal, los fines de semana me juntaba en casa de algún amigo y ahí asábamos carne; otro día me iba a los antros del Barrio Antiguo cuando estaba en auge.
¿Alguna vez lo arrestaron?
Sí, por estar tomando cerveza en la vía pública: pasó una granadera por la casa de un amigo en donde estábamos tomando y nos levantaron... mi papá me dejó ahí 36 horas de adrede, a pesar de que le llamé.
¿Tiene tatuajes?
Tengo muchos, dos grandes: unos que dicen los dos nombres de mis hijos en japonés y uno de mi escuela de karate.
¿Un recuerdo con el karate?
Haber ido a Japón dos veces a tomar un seminario con los mejores maestros de esta disciplina en el mundo.
¿Le gusta el arte?
Claro, no me considero un conocedor general, pero sí particularmente tengo algunos artistas predilectos. En general, sin conocer autores o artistas. sé reconocer lo que está bien hecho y lo que no.
¿Tiene deberes en casa?
Aparte de mantenerla, pues participo en todo: ocasionalmente cocino, me toca lavar los platos... Tengo una obsesión por el orden.
¿Color favorito?
Azul, porque soy rayadísimo.
¿Se iría a vivir a otra ciudad... o planeta?
De ser necesario por cuestiones de trabajo, si me retiro de mis funciones y si alguno de mis hijos se fuera a vivir a otra parte, pues probablemente consideraría ese tema; a otro planeta sí me gustaría, porque crecí siendo fan de Star Wars.
¿Vengativo?
A la gente que me ha hecho cosas malas el destino solito la coloca en donde debe de estar... por mi formación, la venganza no es algo para aplicar, existe la benevolencia y el perdón.
¿Con qué sueña?
Con un Nuevo León más justo y equilibrado, en donde no se noten tanto las diferencias sociales.
¿Es liberal o conservador?
Soy liberal: defiendo la igualdad de género, he ayudado a formar organizaciones civiles, soy incluyente. En donde he trabajado, yo no he tenido problema de incluir a alguien por preferencias sexuales, género o lugares de residencia.
¿Qué piensa de los políticos camaleónicos?
Es un derecho que las personas busquen dónde realizarse en la vida política con un sentido de servicio, pero cuando un político busca cómo servirse, ahí no estoy de acuerdo.
¿Ernesto Canales es una amenaza para usted?
No creo, tiene cosas más importantes de qué preocuparse. Él está metido en una serie de problemas legales que le quitaría el sueño a más de una persona; yo nada más lo que hice fue cuestionar su honorabilidad para desempeñar un cargo como la Subprocuraduría Anticorrupción.
¿Tiene un libro preferido?
Estoy repasando El arte de la guerra, de Sun Tzu.