A casi 22 años de que José Luis "Coco" Coindreau se convirtiera en secretario General de Gobierno del estado de Nuevo León, y con ello tomara el liderazgo de los centros penitenciarios de la entidad, el panista aseguró que tras un primer incidente en el penal del Topo Chico, apenas a tres días de su llegada, se pudo caminar en paz por los cinco años siguientes debido a que la filosofía en ese entonces fue que, antes que nada, las personas ahí recluidas "eran seres humanos".
Recordó que a esas personas se les escuchaba, atendía, se trataba con disciplina, se les educaba y se incidía en su reinserción social, con programas como el de cárcel abierta.
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"Caminamos cinco años en plena paz, no tuvimos un solo incidente negativo, porqué, porque nuestra filosofía era, ahí hay seres humanos primero que todo, perfectibles, y ese era el pensamiento, aquí hay gente que se puede componer.
"Y estábamos al tanto que tuvieran bienestar, no era un hotel Hilton, era un penal, entonces se les trataba con disciplina, se les educaba, tuvimos un programa que nos puso el Tecnológico... yo me salí del gobierno en febrero y en noviembre hubo la siguiente revuelta", compartió.
Debido a su experiencia, el panista destacó que si con este cierre del penal del Topo Chico y el traslado de internos a otros centros penitenciarios no se toma en cuenta esa parte humana, vendrán problemas y "peores".
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"Si van a trasladarlos a otro penal, aunque estén muy bonitas las instalaciones, aparentemente, si el trato no es de alguien que sepa que ahí tiene seres humanos y no desperdicios humanos, van a volver a tener problemas, y ahora peores porque son más", remató.
En esa parte del sexenio 1997-2003 en la que acompañó al gobernador Fernando Canales Clariond, afirmó que tanto él, como su esposa, y demás funcionarios, entraban al penal del Topo Chico sin guardias, porque no había razón para que los odiaran como autoridad.
"Yo tenía el 85 por ciento de los prisioneros siempre ocupados en algo, y aprendiendo algo, y además teníamos la cárcel abierta, que era un amortiguador para que dijeran 'déjame portarme bien para que me manden a la cárcel abierta', y la cárcel abierta era una cárcel abierta.
"Ahí dormías, pero te ibas a trabajar todo el día, y tenías que regresar a las 7 de la noche, y el fin de semana, el sábado en la mañana, ibas a tu casa y volvías el domingo en la noche, cuando yo salí estábamos en proceso de abrir una segunda cárcel abierta", dijo.
Misma que, afirmó, servía como un doble estímulo, primero, para evitar el "shock" en el regreso a la sociedad, y para mejorar el comportamiento dentro de las instalaciones.
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Desde ese primer incidente, recordó el ex funcionario estatal, se prometió que durante su encargo habría paz, autoridad y estabilidad en el penal del Topo Chico.
"El penal del Topo Chico tuvo una serie de rebeliones y revueltas internas y escándalos por descuido de los dirigentes, cuando yo entré, el 4 de octubre, el 7 de octubre hubo una revuelta, ese año 97 había habido cinco sangrientas y yo me prometí que no volvería a tener una.
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"Entonces nos acercamos a la gente, los escuchamos, el 7 de octubre tomaron como rehenes a tres celadores y me dijo el jefe del penal 'mándeme tropa, yo se lo resuelvo', y le dije yo, no, mandamos negociadores, y me decía el jefe del penal, 'van a decir que es un secretario débil'...ya veremos le dije, se estabilizó todo", precisó.
¿Y pasó a la historia como un secretario de gobierno débil?
No, no, no, claro que no pasé a la historia como secretario débil, y hubo paz en todos los penales.