La donación de medio millón de dólares del Papa Francisco a las casas de migrantes en México ya se entregó pero no ha sido suficiente, por lo que el arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, pidió al Gobierno Federal y Estatal aportar recursos para atender a los indocumentados.
Cabrera López opinó que la muerte de un salvadoreño en la oficina del Instituto Nacional de Migración en Nuevo León, presuntamente por un infarto, el miércoles pasado, es un reflejo de la falta de atención en este rubro.
“Este migrante llegó enfermo y ya no hubo la posibilidad de que le atendieran oportunamente, eso no puede suceder. Por eso es importante que el Gobierno Federal y los gobiernos locales atiendan a lo que es la salud, y la alimentación necesaria de todos los que pasan por nuestro país.
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“Es muy importante que la autoridad pueda cumplir con su tarea; yo sé que está rebasada, yo sé que el Instituto Nacional de Migración tiene escasos recursos y no puede atender lo básico. Y por eso pueden suceder estas cosas y pueden suceder otras más graves”, apuntó.
Además, dijo que el donativo del Papa Francisco ya se entregó a las más de 120 casas de migrantes en el país y, aunque fue bien recibido, solo fue simbólico y para atender las necesidades urgentes de los indocumentados.
“El Papa lo dio para caridad inmediata, no para infraestructura sino para dar de comer y dar hospedaje a los que pasan. Este gesto del Papa también es para alentar a que nosotros los ciudadanos aportemos nuestra ayuda en esta grave necesidad”, dijo.
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Sobre la renuncia de Gabriela Zamora como titular del INM en el estado, opinó que pudo haber sido por la falta de coordinación entre la Secretaría de Relaciones Exteriores de México con Estados Unidos y a su vez con la delegación.
Finalmente pidió a la ciudadanía respetar a los migrantes, y a las corporaciones policíacas no violar sus derechos humanos.
“Yo lo que pido a los fieles y a los ciudadanos en general es una mirada respetuosa y amable con todos los migrantes; y el que quiera ayudar que lo haga de buena gana y con alegría; y el que no quiera o no pueda al menos que no agreda”, concluyó.