Enrique es uno de los sobrevivientes del incendio en la estación migratoria de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde murieron 40 extranjeros.
Se siente débil, sin fuerza, distinto al joven de 24 años que buscaba el sueño americano para darle una vida mejor a su familia.
Ahora acude periódicamente a citas médicas y espera en la habitación de un hotel de la Ciudad de México a que se haga justicia y se logre la reparación del daño para volver a ver a sus hijos de cinco y dos años que lo esperan a él y a su esposa desde hace cuatro meses.
A Enrique se le llenó de humo un pulmón. Estuvo un mes hospitalizado, 21 días intubado. Su esposa viajó desde Guatemala para estar con él, pero dejó a sus dos hijos en su país.
Aquí tienen la atención médica que Enrique necesita, alimento dentro del hotel que paga el Instituto Nacional de Migración (INM) y muchas promesas sobre el derecho a recibir una indemnización por lo ocurrido. Dinero con el que esperan saldar las deudas de más de 200 mil pesos que contrajeron para el viaje que interrumpió en Ciudad Juárez.
“Me siento muy triste por lo que pasó, porque nunca pensé que iba a pasar eso. Mi vida era normal, pero ahora me siento como que ya no es como antes.
"Espero que por lo menos nos ayuden por lo que pasó, porque no tenemos dinero, estamos aquí sin dinero, porque a veces necesitamos algo que comer. En el hotel ya aburre la comida. Queremos salir, no podemos salir porque no conocemos aquí”, cuenta Enrique en las instalaciones de la Fundación para la Justicia que lleva su caso junto el de ocho víctimas directas más.
Su travesía rumbo a Estados Unidos terminó a los 23 días de haber emprendido el viaje desde Guatemala. El 27 de marzo por la mañana lo detuvieron en Juárez e ingresaron a la estación migratoria en la que 12 horas después hubo un incendio. Es poco lo que recuerda de aquella noche.
“Lo único que me acuerdo es que el que estaba ahí en las rejas esperando que prendieran el fuego no hizo nada. No abrió la puerta. Hasta esperó que se prendiera el fuego”, dice sobre el personal de la estación que vio cómo inició el fuego y no actuó para evacuar la estación a tiempo.
"Me sentí sola y diciendo '¿qué voy a hacer?'": esposa
Heidi, su esposa, se enteró de lo que había pasado a través de redes sociales. Alguien la llamó para advertirle que el nombre de Enrique estaba en la lista de muertos. Pensó que todo estaba perdido.
“Yo dije, Dios mío, ¿qué habrá pasado? Si lo único que queríamos era sacar adelante a nuestros hijos y tener un mejor futuro.
"Allá en Guatemala no hay trabajo. Te pagan poco, lo que te dan son 50 quetzales al día y no te alcanza para nada. Nosotros tenemos dos niños que necesitan comer, necesitan de todo.
"Me sentí sola y diciendo '¿qué voy a hacer?' Y ahora, ¿qué es lo que voy a hacer en estos días que mi esposo ya está muerto? Yo me puse a llorar, como que ya no tenía sentido en la vida”, cuenta Heidi.
Pasó poco tiempo para que le avisaran que su esposo había sobrevivido, pero se encontraba muy grave. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala le ofreció un pasaporte y traslado. No dudó en viajar a México. Dejó a sus hijos, de 5 y 2 años, con su madre y con su abuela.
Llegó el 12 de abril. Enrique ya había sido traslado de Ciudad Juárez al Instituto de Enfermedades Respiratorias de la Ciudad de México.
“Cuando vi a mi esposo entubado dije, 'Dios mío, ¿y ahora qué hago?' Porque me dijeron que eso solo sería un milagro, que mi esposo pudiera sobrevivir a eso. Me dolió tanto porque lo único que él estaba buscando era un mejor futuro para mis hijos”.
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Enrique y Heidi, tienen 24 y 21 años. Quieren estar con sus hijos, por lo que exigen que los ayuden a traerlos, se haga justicia y se concrete la reparación del daño.
“Hace mucho tiempo que yo ya he pedido que traigan a mis hijos, pero no lo han cumplido. Nuestro plan es la reunificación familiar aquí en México”, detalla Heidi.
Dicen que no les han ofrecido nada. Que la Comisión de Atención a Víctimas ha tenido actitudes ofensivas en su contra y se opuso a que la Defensoría Pública los ayudara en el proceso.
Luego de que el director del INM, Francisco Garduño, pidiera perdón la semana pasada, la pareja dice que a ellos nadie les ha ofrecido una sola disculpa.
“Tal vez haya pedido perdón, pero en público, no a nosotros como afectados, que hemos sufrido más de cuatro meses. Nosotros hemos sufrido bastante y nadie se ha disculpado. No hemos trabajado, no tenemos nada. Hemos sufrido demasiado”.