Retirado del servicio público, Javier Coello Trejo continúa litigando en un despacho de abogados, que entre sus clientes ha estado Emilio Lozoya, ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex), y tiene una regla para representar a alguien: no defiende a narcotraficantes y violadores.
“Sí se puede transitar por la vida sin violar la ley, sin que el poder se le suba a la cabeza poniendo los pies muy firmes en la tierra, poniéndose la camiseta de México en el ámbito de procuración de justicia y hacer las cosas correctas”, dice Javier Coello Trejo en entrevista para MILENIO, el hombre que coordinó un operativo contra Joaquín Galicia, La Quina, el cual derivó su detención en el sexenio de Salinas de Gortari.
En el libro El fiscal de Hierro: memorias, Javier Coello Trejo describe algunos de los momentos que vivió en el servicio público, desde salvarle la vida al narcotraficante Amado Carrillo Fuentes hasta darle una cachetada al obispo Samuel Ruiz.
El objetivo de su libro, detalla, es explicar a los jóvenes, así como a sus nietos e hijos las oportunidades que tuvo de servir a México y cómo combatir a la criminalidad, en particular el narcotráfico, con una estrategia que dista mucho de la guerra de Felipe Calderón o la estrategia de abrazos, no balazos de Andrés Manuel López Obrador. “Necesitamos decirle a los jóvenes y a los mexicanos que sí se puede combatir la corrupción con eficiencia y eficacia”, dice.
“Fue una guerra con inteligencia, con decisión, investigación, por eso es que pudimos combatir el narcotráfico y dar los resultados que se dieron”, agrega.
A su premisa anterior, Javier Coello Trejo pone de ejemplo lo realizado en el sexenio del presidente José López Portillo, periodo en el que se ganó el apodo de Fiscal de Hierro.
“Lo hicimos en un sexenio, que fue el del licenciado López Portillo, bajo el mando de don Oscar Flores Sánchez, para mí un gran procurador de la República, y con la voluntad política del presidente López Portillo”.
Guerra Sucia no la hizo el Estado sino los guerrilleros
Algunas de sus posturas chocan con lo que la mayoría de las personas piensan respecto a sucesos del país, por ejemplo, la llamada Guerra Sucia, en la que sostiene que Rosario Piedra convirtió en bandera política a su hijo desaparecido; “esta señora ha vivido del cuento a partir de entonces”, dice en el libro.
“La Guerra Sucia no la hizo el Estado, que me perdonen, yo fui ministerio público federal, yo interrogué a muchos guerrilleros (…). Guerrilleros entrenados en Cuba, en Vietnam, ahí están las historias, ametrallaban a la policía cuando estaban comiendo en aquellos famosos módulos de policías; ponían bombas, secuestraban aviones. ¿Qué tenía que hacer el Estado? Combatirlo. La Guerra Sucia fue de ellos, no del Estado.
“¿Muchos desaparecidos? Yo no sé, pero en mi época, cuando yo estuve como fiscal anticorrupción, se hizo una investigación a fondo, muchos de los disque desaparecidos, unos estaban de braceros en Estados Unidos, otros en Cuba”, expone en entrevista.
—Si la comisión presidencial para la Guerra Sucia investiga, ¿encontrará lo que ustedes hallaron en su momento?—se le pregunta.
—Absolutamente—responde.
¿Qué fue la Guerra Sucia?
En México durante la década de los setenta y principios de los ochenta, se cometieron numerosas violaciones de los derechos humanos por parte de integrantes del Estado. Éstas formaron parte de una política de Estado que resultó en la comisión de crímenes de lesa humanidad. Parte de esta política de Estado involucró la persecución y detención arbitraria de opositores al régimen principalmente activistas políticos y dirigentes sociales. A este periodo histórico se le denominó “Guerra Sucia”.
Fuente: Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos
Narcoseries hacen apología del delito
Para Coello Trejo, las series con temáticas del crimen organizado “donde se enaltece al delincuente”, tienen una parte de responsabilidad sobre la situación del país, o parafraseándolo, hacen apología del delito.
“Un joven de 20 años que ve que Caro Quintero, cuando tenía 22, vivía rodeado de mujeres, dinero, droga, alcohol, vicios, obviamente el dinero les llama la atención, entonces, ¿qué dicen? Quiero ser como Caro Quintero.
“Desde que salió la serie de Los Sapos, sapos les dicen a los delatores, los colombianos, ahí entre mezclan la podredumbre de un sistema que es el americano, o era, y el mexicano, ¿qué ejemplo damos a los jóvenes? Jurídicamente se llama apología del delito. Las nuevas generaciones le han perdido el respeto a la lealtad, a las instituciones nacionales, a los Presidente de la República, al Ejército”, reflexiona al respecto.
Fórmula para combatir la delincuencia
En su libro, y en la entrevista, Javier Coello Trejo da a conocer una fórmula, la cual él empleó, para combatir la corrupción y delincuencia: aplicar la ley “tan fría como es”; investigaciones con inteligencia, despacio, dando pasos firmes y a cada hecho una prueba; voluntad política de quien gobierna o quien tiene la función de procurar justicia y la fuerza del Estado.
Sin decirlo tal cual, esa fórmula se aplicó con la detención del jefe de jefes del narcotráfico en 1989, Miguel Ángel Félix Gallardo. “Sabíamos que había comprado a casi toda la Policía en Sinaloa y Jalisco, particularmente a la Policía Federal de Caminos, que era la que les franqueaba el paso a los cargamentos de droga y la que le otorgaba protección.
“(…) Lo primero que hicimos fue intervenir los teléfonos de todos los reclusorios, porque para nadie era un secreto que los viejos socios y gente de Félix Gallardo que había caído presos podían comunicarse con él desde los centros penitenciarios”, escribe Javier Coello Trejo en su libro.
Además de su fórmula, el abogado considera importante contar con un sistema de inteligencia: “nosotros logramos un cuerpo policíaco de más de 4 mil hombres antinarcóticos a quienes les hablaba clarísimo: tú vas a jalar en esta lucha, te comprometes a que no hay deshonestidad, no te pases de cucharón sino te reviento”.
“A mí me herían a un agente, me lo querían mandar al ISSSTE, lo mandaba a Houston; aquellos que terminaban un operativo que se pasaban 15 días en la sierra los regresaba, les daba ocho días de vacaciones y los invitaba aquí y allá”.
En la apreciación de Javier Coello Trejo, el ex presidente Felipe Calderón no fue asesorado de manera de correcta en la estrategia de seguridad para combatir la inseguridad.
“¿Qué pasó con el presidente Calderón? Hombre de buena fe, buen abogado, no entendió o no lo asesoraron bien de cómo tenía que hacerse ese combate empezando por Michoacán.“A petición de Lázaro Cárdenas Batel, lo vi preocupadísimo por lo que pasaba en Michoacán (cuando él fue gobernador), hice una investigación a fondo, él se la entregó a Calderón (...), sacó al Ejército a la calle, mucho cuidado, la historia nos dice que Ejército que sale del cuartel no regresa al cuartel”, agrega.
¿Los asaltos en el transporte público pueden aminorarse? Javier Coello Trejo responde que sí y no necesariamente propone operativos o cámaras de seguridad en ellos sino una práctica, digamos, diferente:
“De Acapulco a Ixtapa hay una carretera, tiro por viaje asaltaban los autobuses, obviamente a la sociedad le causaba temor, ¿qué hicimos? Subimos a un autobús normal a 20 policías, cuando pusieron las piedras (en el camino) y que salieron, fuego, ‘amonos, no me acuerdo cuantos se murieron, pero los que no fueron consignados y se acabaron los asaltos”, explica en entrevista.
¿Quién es Javier Coello Trejo?
El abogado Javier Coello Trejo fue agente del Ministerio Público Federal, también fue titular de la Secretaría de Gobierno en Chiapas (1982-1984); subprocurador general de la República, encargado de la lucha contra el narcotráfico (1988-1990) y procurador federal del Consumidor.
Derechos humanos, para las víctimas
Javier Coello Trejo recuerda los momentos en el México donde se podía salir a altas horas de la noche sin ningún temor, pues los delincuentes sabían que había consecuencias a sus acciones y es crítico del uso de los derechos humanos hacia quienes cometen algún delito.
“¿Todos los delincuentes merecen derechos humanos o merecen garantías individuales? La cosa es que tengan un proceso justo, un abogado defensor, oportunidad de desvirtuar los hechos que le imputan y otra cosa es darle derechos humanos a un individuo o una banda que mete en un tambo de 200 litros con ácido a la gente viva o a aquellos que descabezan.
“Los derechos humanos son para usted, para mí, las víctimas, para la sociedad. ¿Cuál es la obligación constitucional del Estado? Proteger a la sociedad, ¿a costa de qué? Lo que sea, pero la sociedad es primero, la gente que trabaja”.
Aunque su posicionamiento puede ser debatido por más de uno, es congruente al sostener su postura al pasar de los años, a diferencia de Jorge Carpizo, el primer titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), pues según Javier Coello Trejo, el también ex rector de la UNAM le pidió “matar” a los asaltantes de sus sobrinos.
“Nunca me opuse a la defensa de los derechos humanos, sólo critiqué la forma en como fue instrumentada la comisión (CNDH), porque nos fuimos al otro extremo. De pronto comenzamos a percibir que los delincuentes usaban el argumento del respeto a los derechos humanos para evadir la justicia”, explicó el abogado en su libro.
“En una ocasión recibí una llamada suya (de Carpizo) que respondí a petición del propio presidente Salinas. Tomé la decisión de grabarla porque no sabía qué podía inventar después”.
—Licenciado Coello, acaban de asaltar a mi sobrino, lo golpearon. Agárrelos y mátelos, -me dijo hecho furia, totalmente desquiciado.
—Pero doctor, ¿y los derechos humanos?,-le respondí con sorna.
—No, no, no importa, agárrelos y mátelos, -y colgó, narra Coello en su libro.
En entrevista, Javier Coello Trejo también cuestiona algunas figuras legales como el criterio de oportunidad, amparado en el artículo 21 de la Constitución, la cual muchos personajes han buscado recurrir, como el propio Emilio Lozoya.
“Los criterios de oportunidad, ¿en qué convierten a la gente? En sapos (delatores). Si me dicen ‘Oiga, licenciado, yo le voy a perdonar a usted equis y equis delitos que usted cometió, pero que me diga esto’, se lo digo”.
En México, no hay narcoestado ni narcopolíticos
—¿Cuándo escucha los términos ‘narcoestado’ o ’narcopolítica qué piensa?
—Narcoestado no hay. Estado, la organización política de México es muy definida, el Estado no es narcoestado, más bien algunos funcionarios son socios de los narcos y cuidado que le agarre usted una lana a un narco, ya se fregó, o se meta con la familia del narco.
¿Narcopolíticos? Más bien políticos rateros que le roban a la nación, ¿pero narcos? El narco se siente empresario, no quiere que le muevan el panal porque entre más tranquila está su plaza la policía no le pone mucha atención.
—¿Cómo percibió, de ser muy cercano del presidente Salinas de Gortari a tener que salir del país por órdenes de él? ¿Lo vivió como parte del sistema? ¿Una traición? Porque a los amigos no se les exilia.
—Me sorprendió mucho, la verdad, la razón que me dieron era que el EZLN iba a secuestrarme, yo le dije a don Arsenio Farell, quien me vino a pedir que yo me fuera por ordenes del señor Presidente (Salinas). Le dije ‘No tengo miedo, que vengan, si ellos son de armas, yo fui de armas. Tengo muchos amigos, muchos policías’, precisamente ese es el temor del presidente, me dijo.
Me dolió mucho y más que nada porque no me pude despedir de mis hijos que estaban en la escuela. Sí me sentí traicionado, la verdad; luego me cambian la jugada, que yo había entregado las armas a los zapatistas, eso lo hizo Jorge Carpizo y Mario Ruiz Massieu.
En el periodo que fui subprocurador vino una investigación en donde detectamos que venía un cargamento de armas desde Hamburgo para llegar a Veracruz, hablé con los (inaudible) y les dijemque si detienen el cargamento no vamos a saber para qué narcotraficantes mexicanos vienen, los dejaron pasar y bolas, los agarramos.
Ese cargamento, el presidente Salinas, se los entregó en un acto público al Ejército Mexicano, obviamente él no se acordaba, cuando se da cuenta es cuando me pide que yo regrese y le explico. Es el fuego amigo.
JLMR