Por: Arnoldo Kraus
Ilustración: Sergio Bordón, cortesía de Nexos
Dolor es oscuridad. ¿Qué significa oscuridad? Caminar despacio, observar el rostro de siempre en el espejo no deformado como si estuviese deformado, desear que pronto amanezca cuando recién ha empezado la noche. ¿Qué significa oscuridad cuando el dolor no cede y las palabras del médico anuncian la inminencia del final? Significa e implica un universo muy peculiar: empacar los bártulos, coger la agenda y hablar y hablar… y después de hacerlo, conversar de nuevo, con uno mismo, con la familia y con amigos; días después, cerrar las puertas que deben cerrarse, decir adiós tantas veces como sea necesario y escribirse: “Estoy vivo, pero ya no estoy vivo”. Cuando la falta de esperanza y dignidad aún no han sepultado “todo”, el dolor multiplica la sensibilidad: lo inanimado deja de ser inanimado. Días, horas y minutos adquieren otra cadencia. Dicha idea debe corporeizarse: la cercanía del final escuece menos si al tocar puertas y buscar escucha se cuenta con la suerte de encontrar a quien se desea encontrar.