La marca AMLO y sus leales seguidores

REPORTAJE

Frente al edificio del Tribunal Electoral, mientras entregaban la constancia de mayoría al tabasqueño, una multitud de sus admiradores aplaudía y lanzaba apoyos.

Las huestes lopezobradoristas frente a la sede del TEPJF. (Araceli López)
México /

Entre recuerdos y festivos seguidores que lanzaban arengas y ondeaban banderas y banderolas con la palabra Morena. Este era el ambiente que bullía frente a un conjunto de edificios grises, en cuyo interior Andrés Manuel López Obrador recibía la constancia de mayoría, un documento que lo avalaba como el próximo presidente electo de México.

Hileras de mamparas se extendían frente al número 5000 de la avenida Carlota Armero, colonia CTM Culhuacán, para fijar límites decretados por el Estado Mayor Presidencial, hasta donde solo podía llegar la multitud que intentaba aproximarse para atestiguar la ceremonia en la que entregaban el documento oficial al ganador de las pasadas elecciones.

Los vendedores tendían sus mantas sobre la banqueta y ofrecían llaveros, fotografías, muñecos de peluche y calcomanías que plasmaban la figura de un personaje que en tres ocasiones había competido y ahora, en la tercera, recibía el título que lo acreditaba como próximo mandatario. Quienes exhibían tan singular mercancía no eran comerciantes comunes.

También eran peculiares algunos invitados a la verbena, como Matías Gutiérrez Alférez, de 3 años, que empuñaba una bandera e intentaba pronunciar el nombre del próximo presidente de la República. Lo sostenía de la mano su abuela, Evarista Dorantes Tapia, de 60 años, quien desde los 20 de edad vive en el edificio 6-B, departamento 101, de la unidad CTM-Culhuacán.

Y ahí estaba Manuel Martínez, de 64 años, maestro jubilado que en su juventud empezó a militar en el Partido Comunista Mexicano. Vendía playeras y muñecos de peluche con la figura de Andrés Manuel López Obrador. Observaba la forma en que la gente entonaba cantos.

Otro más, Ignacio Sánchez, de 71 años, ofrecía discos compactos con mítines de campaña y corridos. “Somos activistas”, dijo. “Fuimos compañeros de Demetrio Vallejo y Heberto Castillo”.

—¿Morenista?

—Nosotros militamos más de 30 años en la izquierda. Hay gente que vende banderas —añadió con cierto enfado—... pero dicen que a río revuelto, ganancia de vividores.

El hombre, enjuto, opinaba mientras los demás, allá, frenados por las mamparas, sin que se contuviera el tráfico sobre el arroyo, coreaban los consabidos cánticos: “Señor presidente, el pueblo está presente. Es un honor estar con Obrador”.

Había vecinos de la colonia y gente de diferentes partes de la ciudad y del país. Un grupo de hombres y mujeres se movía de un lado a otro; parecía apartarse de los demás. “León Pérez José, de la Polvorilla, Iztapalapa”, dijo. “Somos del Grupo de Estudio de Iztapalapa”.

Un grito delimitó: “Somos morenistas, no oportunistas”. De las pantallas salía la voz de López Obrador, quien ya había recibido la constancia: “Por un gobierno honrado y justo”.

Aplausos aquí y allá.

Eran las 13:30.

Otro grupo, también de Iztapalapa, jerarquizó: “Obradorista y morenista”. Ahí estaba el arquitecto Marco Antonio Cortés, de Tlalpan, quien, junto con otros, viajó para hacer proselitismo en Ciudad Juárez, Chihuahua, y otros estados. “Se ganó todo, allá”, dijo. “No fue fácil”.

—¿Morenista?

—Obradorista.

Paulino Antonio Cortés Ramírez, de 69 años, orgulloso voceador con casi medio siglo, relató que “muchos se fueron de Jalisco para arriba, al norte”, refiriéndose a los activistas, entre ellos su hijo. “Es gente que dejó a su familia por creer en el proyecto de López Obrador”.

—¿Y usted?

—Yo soy de izquierda desde que estaba en la escuela primaria, en 1960, en Chalcatongo, Oaxaca. Desde el Partido Mexicano de los Trabajadores y el PRD de Cárdenas.

Con su mercancía sobre la banqueta, tranquilo, estaba Ángeles Reyes González, un hombre barbado que observaba. Es de la cooperativa Matlat, de Metepec, Estado de México. Confeccionan muñecos de peluche con la figura de López Obrador. Es fundador miembro de Morena, dijo, mientras mostraba su credencial de militante. Cuestan entre 120 y 150 pesos.

“Hacemos el gorro oficial de Morena, somos 120 cooperativistas”, explicó, mientras se escuchaban aplausos y gritos, pues en las pantallas gigantes aparecía la figura de López Obrador, quien saluda con la mano en alto.

  • Humberto Ríos Navarrete

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