Dentro de una trinchera donde el profesor Mario Zamora Maldonado de 46 años años repelía un ataque de integrantes del crimen organizado, una granada explotó y le quitó la vida.
La base de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) en la comunidad de Buenavista ha sido la agresión más violenta que hasta el momento ha sufrido.
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Los policías ciudadanos que se encontraban en el lugar al momento del ataque, recuerdan que Mario no murió al instante, cuando se escuchó la detonación de la granada quedó inconsciente por algunos minutos, a la distancia observaron como se quedó inmóvil para después reaccionar, empuñó un rifle que tenía en las manos y disparó casi sin poder darle dirección al arma.
Se le sacó del lugar aún con vida, semi inconsciente, con heridas muy graves y se le llevó hasta su domicilio para esperar a que llegaran los cuerpos de auxilio.
Murió mientras esperaba el apoyo, por eso es que fue hasta el día siguiente que la Fiscalía General del Estado (FGE) confirmó que en la base de la UPOEG habían muerto cuatro y no solo tres integrantes de la autodefensa.
Siempre siguió dando clase
Mario se desempeñaba como profesor en la escuela primaria José María Morelos y Pavón, ubicada en la comunidad de El Ocotito, en lo que se considera como el centro de la zona del Valle de Chilpancingo.
Su licenciatura en Educación la cursó en la Normal Rural de Ayotzinapa, en la generación 1995-1999, cuando egresó de la misma, sus primeros años como docente los pasó en varios planteles ubicados en la Sierra.
Siempre se asumió como admirador del jefe guerrillero Lucio Cabañas Barrientos, el también egresado de Ayotzinapa que mantuvo cautivo al ex gobernador Rubén Figueroa Figueroa.
No se le recuerda militancia partidista, aunque siempre militó en la izquierdista Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG).
En 2012, se convirtió en uno de los principales operadores de la avanzada del magisterio disidente, pero su imagen como dirigente se consolidó en 2013, cuando se intensificó el movimiento en contra de la Reforma Educativa que impuso la administración del ex presidente de la República, Enrique Peña Nieto.
Durante las protestas, se le recuerda la mayor de las veces con playera y camisa de manga larga abierta, en algunas ocasiones utilizaba una boina o cachucha para protegerse del sol.
Fue de los primeros maestros disidentes que encaró a José Luis López Solís, “El Comandante Espartaco”, oficial de la Policía Federal (PF) que encabezó los principales desalojos en la Autopista del Sol, quedando su imagen perpetuada en los principales medios de comunicación del país y del extranjero.
Su activismo en movimientos de tendencia radical, motivó que en su momento fue considerado por el extinto Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) como integrante del también desaparecido Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI).
Y se sumó a la autodefensa
En enero de 2013, en seis municipios de la región de la Costa Chica se generó un movimiento de autodefensa en contra del crimen organizado que involucró a por lo menos 500 hombres armados en seis municipios de la Costa Chica, entre ellos Ayutla, Tecoanapa, Copala, San Marcos, Cruz Grande y Azoyú.
La Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), liderada por Bruno Placido Valerio se extendió hacia Tierra Colorada y después hacia el Valle, instalando su principal base de operaciones en Buena Vista de la Salud, donde se ubicaba el domicilio particular del profesor Mario.
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En 2014, después de los ataques del 26 de septiembre, en Iguala de la Independencia, la UPOEG se organizó para integrar una caravana que se encargaría de ir a buscar en ese municipio de la región Norte a por lo menos 12 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, quienes eran originarios de los municipios de Ayutla y Tecoanapa.
Fue uno de los elementos por los que Mario Zamora no dudó en sumarse a la UPOEG cuando dicha organización llegó a la zona del Valle.
Nunca dejó de atender sus actividades como docente, impartía clase, revisaba las tareas y calificaba a sus alumnos sin complicaciones, luego, la mayoría de las tardes la pasaba en la base de operaciones de la UPOEG.
“Es obvio que no pasaba todo el tiempo aquí, pues tenía que dar clase, descansar y pasar algún tiempo con su familia, eso sí, nunca descuidó su trabajo como comandante, sin recibir ningún tipo de beneficio adicional, solamente alentado por ese deseo de defender al pueblo”, señala uno de los representantes de la base de Buena Vista.
Querían escarmentarlo
La noche del 26 de enero, el profesor Mario se encontraba haciendo la guardia junto con un primo que también murió en el ataque, por lo que se establece que la familia Zamora tuvo una pérdida doble.
Otro pariente que sobrevivió a la refriega, recuerda que los agresores pretendían llevarse a Mario vivo o muerto, probablemente con la intención de exhibirlo después, por eso es que las unidades con blindaje artesanal llegaron hasta el patio de la base y solamente se replegaron por la respuesta inmediata que recibieron.
Exhibirlo, vivo o muerto, representaría un escarmiento para quienes se niegan a dejar la defensa de la comunidad.
Los pobladores recuerdan que antes de que la UPOEG llegara y que el profesor Mario tomara su rifle para sumarse, en Buenavista los delincuentes entraban y salían con una impunidad evidente.
“Venían y se llevaban lo que podían, la mayoría de la gente aquí es de escasos recursos, sin embargo esa no era limitante, te quitaban tus animales o lo poco que tenías ahorrado”.
Cuando la UPOEG llegó, la delincuencia se replegó, más aún, cuando el profesor Mario fue nombrado comandante.
En las unidades que quedaron abandonadas encontraron ropa, residuos de alimentos y bebidas, colchonetas y cobijas, lo que refleja que pasaron varios planeando el golpe en las partes altas de la zona.
“Lo que pensamos es que querían llegar a la base, masacrarnos, ponerse la playera de UPOEG y quedarse operando aquí”, señala el sobreviviente.
La razón por la que los delincuentes insisten en sacar a la UPOEG de Buenavista es muy clara, su ubicación resulta estratégica por encontrarse sobre la carretera México-Acapulco, paso importante para el trasiego de la droga en una zona con poca vigilancia.
Ex integrantes de la Comisión Política de la CETEG, entre ellos Walter Emmanuel Añorve y Manuel Rosas, manifestaron públicamente la tristeza e indignación que les provocó el asesinato de su compañero.
“Con profunda tristeza informamos la terrible noticia que nos deja con un nudo en la garganta al conocer el impune asesinato del camarada militante de la CETEG, Profesor Mario Zamora, quien entregó a la lucha magisterial y social parte de su vida, con congruencia y el ejemplo por delante”, señala la publicación que ambos profesores compartieron en sus redes sociales.
LG